jueves, 27 de enero de 2011

representación del cuerpo propio y los afectos

Mucho de lo que hay no es una identidad nuestra querida sino la que es querida por otros, por los sistemas de intercambios, y en tanto somos en esencia equivalentes y humanos, tampoco hay que buscar una diferencia en todo. Pero en estas referencias, en torno a la representación subjetiva y de la autoafección sí creo que debemos avanzar si queremos terminar con el maltrato, y hay lagunas pendientes. Hoy se vende a través de la imagen también el lenguaje y todo, y no es cosa secundaria. Son medios de producción como pueden ser otros. Por tanto hay que tratar con ellos.

Hablo de la representación del cuerpo propio y de los afectos humanos. Tema del que poco he sacado en positivo. Y que siempre permanece inculto. Y que lo resolvemos casi por omisión siempre. Es decir como si no existiera, para ellos no tiene valor o si lo tiene es secundario. No quiero personalizar en nadie. Para ellos solo tendría valor en tanto afecta a la genealogía masculina, al problema que hablaba al principio de generación y de valor institucional y social. Aquí es donde está el verdadero conflicto afectivo en el hombre. Y la mujer no ha sabido entrar de lleno aquí, antes lo hacía por el matrimonio y ahora que se han liberalizado las relaciones ella queda como algo que tiene un valor secundario. Sólo en las relacioens entre madres e hijas se podría encontrar un valor de autorreferencia para ella misma. A veces parece ingenuo pero es realista, en realidad esto es lo que dice Virginia Woolf en "Un cuarto propio", la mujer debe empezar por aspirar a su independencia económica y también debe tener un cuarto propio.

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