viernes, 28 de enero de 2011

la inocencia del amor

Lo que sí me gustaría es saber de verdad de cuántas personas se han enamorado esas personas, sinceramente. Y no son tantas, aún cuando hayan pasado muchas personas por nuestras vidas o cuando éramos jóvenes creíamos lo contrario, que podríamos enamorarnos de muchas, pero no es así; después va pasando la edad y los años y nuestra predisposición a enamorarnos termina o no es la misma. Tal vez esto tiene que ver con el hecho de que cuando nos hacemos mayores ya no tenemos esa curiosidad que de niños, se va terminando el misterio, no somos capaces de descubrir, de mirar realmente como miran los niños las cosas, que disfrutan con ella, aunque sean cosas pequeñas. Sino que nos encerramos en los problemas y en la realidad que a veces es dura o muy dura. Creo que tenemos que recuperar nuestra capacidad de admiración, y de ensoñación porque esto es muy importante para sentir curiosidad, para despertar esa capacidad de enamorarnos. El presente es el mundo de los niños, porque todavía no tienen cargas ni responsabilidades, y esto permite que no puedan alejarse mucho del presente. Luego en la vida empezamos a proyectarnos, queremos ser alguien, ser padres, ser maridos o mujeres, ser buenos profesionales, y estamos constantemente luchando por defender estos personajes porque confiamos que son ellos los que sostienen nuestra vida. Nos blindamos contra la vulnerable inocencia del amor. Pero desde una perspectiva objetiva la eficacia de estas estrategias de autodefensa resulta como mínimo dudosa. En el fondo, a la larga, nadie se las cree. Por eso, tengo también mis reacciones a esa perspectiva que quiere matar el amor como si no existiera, porque lo que uno no se cree es todo lo contrario, es todas las defensas que ponemos, todos los muros que fabricamos emocionales, físicos, intelectuales, la de tejidos que fabricamos, y como Penélope destejemos. Tenemos un mapa para asegurarnos de que desde la primera tormenta todo no se vendrá abajo, que habrá quién o qué nos proteja de la tristeza y de la incertidumbre. Es que claro, así con estas perspectivas tan pobres estamos desde el primer momento cargándonos el amor. Nos blindamos contra la vulnerable inocencia del amor, como también es la vulnerable inocencia de la infancia.

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La motivacion del ser amados: En el fondo sabemos que tenemos dos grandes motivaciones la de desarrollarnos y al mismo tiempo ser amados. Lo que pasa es que el amor tiene muchos condicionamientos y estos son: las numerosas condiciones que hay que aceptar para que podamos recibir amor de los demás. Y a veces aceptar este amor condicionado puede llegar a significar en mayor o menor grado la necesidad de renunciar a uno mismo. Y es por esto que es muy difícil que a esto -al amor condicionado- se le pueda llamar amor… Y por ejemplo sabemos que los niños maltratados que como todos los humanos viven su necesidad de amor de forma visceral, cuando son puestos en la disyuntiva de elegir defenderse a sí mismos o amar a sus padres, casi siempre renunciarán a sí mismos. La responsabilidad de los padres es inmensa en ese sentido. Yo creo que por eso quien conoce el sentimiento de la madre, y la capacidad de entrega, sabe que el amor de la madre es incondicional, y que existe y es real porque existe la necesidad visceral de los hijos de amar a sus padres, y yo creo que eso si se ha vivido es muy grande así de esa manera. Hay que ser muy fuerte y estar muy preparado para la tremenda responsabilidad del amor, si se quiere vivir así, sin condiciones, sin que tengas que abrir muros, sin que tengas que ser propietario y encima poder decir adiós a esa persona, si ves que ya no hay nada que decir, es muy difícil, pero hoy por eso vivimos sucedáneos de amor, no nos entregamos del todo, en fin, “ponemos límites” que no es lo mismo que poner defensas, porque en los “límites”, uno filtra, analiza, da prioridades, pone su capacidad por delante, simplemente prioriza, y es necesario poner límites sobre todo para poder tener una personalidad sólida, para no ser presa de los vaivenes de la vida, para todo eso ponemos límites, para definir la realidad y definirnos a nosotros en nuestras preferencias, en cierta forma para ser maduros también. Y esto es muy importante saberlo también. Y que la realidad no es blanco y negro, que tenemos que distinguir los matices, que debemos dejar entrar en nuestras vidas los tonos grises también, y si se caen algunas certezas, pues dejar entrar el misterio también.

La limitación más grande que tiene el ser humano es el ”yo” . Y se sentirá limitado porque tiene metas limitadas. Entonces buscaremos respuestas a preguntas con algo que abra esa resistencia hacia el inconsciente, yo creo que el amor está muy relacionado con esto, con una especie de búsqueda hacia el inconsciente, hacia el infinito, y se necesita mucha inocencia y mucha pasión, de nuevo ante la resistencia al cambio y ante la profunda incomprensión de los demás. Dice María Zambrano: "El amor es nacido en la dispersión de la carne, encuentra su salvación porque sigue el camino del conocimiento. Es lo que más se parece a la filosofía. Como ella, es pobre y menesteroso y persigue a la riqueza; como ella nace de la obscuridad y acaba en la luz; nace del deseo y termina en la contemplación. Como ella, es mediador." Esa visión del amor como un puente intermedio, como un mediador entre dos pasos; yo creo que es acertado. María Zambrano dice que ayuda al conocimiento pero por otra vía, por la vía del delirio, de la que habla Platón en su Fedro, del delirio de los cuerpos, pero que lo trasciende por medio del conocimiento y con ello el mundo sensible ha encontrado su salvación. La verdad es que esta idea del amor como salvación yo también la he tenido presente en mi vida, y ahora con María Zambrano lo confirmo; en el amor buscamos salvarnos de la dispersión, más o menos es así. Y a veces la vida se confunde y se confunde con la muerte, lo que pasa es que el amor al trascender la muerte unifica, al mismo tiempo, el deseo; la vida se limita con la muerte y el deseo recobra su verdadero sentido; por eso ella habla también del amor “más allá de la muerte”. Como aquel verso quevediano, “amor, mas allá de la muerte, mas polvo enamorado”.

Siempre nos da miedo si nuestra pareja se va a enamorar de otra persona, cuando el amor apasionado normalmente de pareja muta en amor estable. En nuestro cerebro tenemos tres circuitos, el circuito sexual, el circuito del amor apasionado y luego un circuito del amor estable. Aunque son circuitos independientes pero no son completamente independientes. Yo creo que podemos diferenciar la fidelidad emocional de la fidelidad sexual, y lo que pasa con el sexo es que lo podemos controlar, así como no sabemos lo que pasa interiormente en la cabeza de nuestra pareja o las fantasías que tiene, pero exteriormente esto sí lo podemos controlar, y claro nos fijamos en ello precisamente, o le damos una importancia excesiva. De aquí esa frase: las mujeres perdonan las infidelidades pero no las olvidan y los hombres olvidan las infidelidades pero no las perdonan. Influye el qué dirán, y la sociedad en esto siempre ha sido muy machista. Pero realmente ¿genitalizamos tanto nuestros sentimientos y nuestras reacciones? Nuevamente nos encontramos con las dos caras del amor aquí también. Y vuelvo a decir lo mismo, yo creo que lo que buscamos cuando buscamos relaciones sexuales es esa complicidad y esa intimidad personal con otra persona; es decir, la comunicación emocional está siempre implícita incluso antes del sexo, aunque lo que se busque sea esto. Gandhi decía que a lo largo de la historia el camino de la verdad y del amor siempre ha ganado, por eso él apostaba siempre por la no violencia.

El cerebro mas inteligente es el de la persona más flexible: Nos preguntamos si el mejor cerebro es el de la persona más inteligente o el de la más feliz. Antes miremos qué es inteligencia. Los primatólgos han demostrado que la inteligencia precisa de tres cosas: una cierta flexibilidad para cambiar de opinión, una capacidad de representación mental para predecir lo que va a ocurrir y un cierto nivel de complejidad neuronal. Fíjese qué dato: el cerebro más inteligente es el más flexible. Con la mala fama que tiene cambiar de opinión. Sí, la gente es reacia. Pero todo en la naturaleza cambia, hasta la materia sabe pasar de líquida a gaseosa. ¿Entonces por qué nos resistimos tanto? Esto hay que corregirlo. Por algo en tiempos de crisis, evolutivamente, la manada elige a dirigentes más jóvenes. Justo ahora hay que tener el coraje de remangarse y cruzar el río.

Para la felicidad del niño: Hay dos cosas que debe incorporar a la cabeza de ese niño antes de que cumpla siete años para que sea un adulto feliz. Primero: debe lograr que alcance una cierta autoestima y seguridad en sí mismo para lidiar con el vecino, y esto se le introduce dándole confianza en sus propios recursos. Segundo: ese niño debe ser tratado de forma tal que le queden ganas y curiosidad para seguir profundizando en el conocimiento de las cosas y de los demás. Es un proceso de I+D gratuito en el que le tiene que enseñar a aprender, soñar, predecir e imaginar. No es fácil, pero tiene siete años para conseguirlo. La belleza es la ausencia de dolor, y la felicidad es la ausencia de miedo ¿Por que no intentas suprimir el dolor de la gente? Piensa que la belleza es la ausencia de dolor. O al menos trata de que alguien disfrute de la felicidad antes de que le llegue, porque la felicidad está en la sala de espera de la felicidad.

Confiar en el amor como en la mirada de los niños, amar sin juzgar: Una persona india sentenció: “A vosotros os entierran a los 80 años, pero os morís a los 20”. Hoy sabemos que nuestro cerebro es muy plástico: ¡podemos reinventarnos cada día durante 80 años! No lo hacemos. ¡Atrevámonos, pues es posible! Cuando miramos las relaciones como fuentes de aprendizaje, podemos aprender nuestra lección sin resentimiento contra nadie. Si la relación acaba, la despedida no será amarga sino que generará gratitud por quien se cruzó en nuestro camino y aportó algo a nuestras vidas. Nos ayudó a crecer, a transformar, a desechar, a avanzar. Si se equivocó en algo, si no pudo estar a la altura de lo que vislumbramos, no es algo que debamos juzgar. Para nosotros fue sin duda un buen maestro si logramos aprender la lección ofrecida. Es lo único que debemos retener. Dejar de dividir de forma instintiva y paranoica al mundo entre buenos y malos es una de las lecciones más importantes del amor en cualquier ámbito. Amar sin juzgar significa amar con plenitud, disfrutar con gratitud y dejar ir en libertad. Confíar en que el amor está, como en la mirada de los niños, en cualquier lugar, para así abordarlo sin miedo, como una fuente inagotable de aprendizaje, de transformación y de libertad. ¡Los maestros son los niños! Ellos nacen libres, con esa inocencia radical abierta al misterio, a la confianza en la vida y al amor al mundo. Si la conservásemos…, ¡seríamos siempre creativos y felices! Hay sólo dos modos de relacionarse con el mundo: desde el miedo o desde el amor. Sentir curiosidad por el mundo es amarlo, es lo mismo. ¡Es lo que sienten los niños pequeños. Esa inocencia radical, ese amor, curiosidad… es lo que luego nos enseñan a perder.


Este escrito está basado en algunos textos de publicaciones o libros de Elsa Punset y de su padre Eduard Punset. También en las lecturas mías de María Zambrano.

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