viernes, 28 de enero de 2011

el amor es una extraña forma de intuición

La gente subestima gravemente el amor cuando afirma que el amor es ciego, en el sentido de que los enamorados no ven de manera objetiva al otro. En realidad el amor es una extraña forma de intuición. El amor verdadero y recíproco -no la fantasía amorosa que nos “cuelga” de alguien- nos permite ver al otro sin juzgarlo, traspasando las barreras de la coraza del ego. Cuando miramos a alguien con amor vemos más allá de las interferencias de su ego.

Desde el amor incondicional a otra persona lo que captamos en realidad es el potencial positivo de esa persona. Vemos, o más bien intuimos, lo que esta persona podría llegar a ser sin las interferencias de sus patrones emocionales negativos y de su ego. Goethe lo describía diciendo: “Trata a las personas como si fueran lo que deberían ser, y ayúdalas a convertirse en lo que son capaces de ser”. Cuando amamos a alguien y esa persona percibe nuestro amor incondicional se siente plenamente aceptada. Esa aceptación del otro, que percibimos a través del amor incondicional, da fuerzas al que es amado para creer en sí mismo y abre de golpe canales de expresión de la persona. El amor es el reconocimiento del potencial del amado y actúa como una energía que transforma. La mirada y el amor del otro nos dan vida y nos ayudan a transformarnos. Por eso la persona enamorada irradia esta seguridad al mundo exterior: los enamorados “brillan”. El amor del otro les ayuda a creer en sí mismos.

El mecanismo es similar entre padres e hijos: cuando el amor que ofrecen los padres es incondicional y, por tanto, no proyectan sus expectativas y miedos en el hijo, perciben intuitivamente el potencial de cada niño con claridad, y pueden ayudar a cada niño a realizar este potencial. El amor incondicional implica la aceptación total de la persona amada, adulto o niño. Ese sentimiento no se puede fingir. Es un magnífico regalo que damos a los seres que amamos: creemos en ellos y les amamos tal y como son, esperando naturalmente lo mejor de ellos. Esta visión es un reto que les ayuda a expresar lo más positivo que hay en ellos. Si comprendemos que la fuerza del amor radica en mantener esta visión positiva del otro, evitaremos caer en la crítica y en el reproche constantes. Tal vez por ello dicen algunos psicólogos que el desprecio de la pareja es la muerte del amor. Cuando perdemos la visión positiva de la pareja perdemos el sentimiento de amor incondicional que sentimos por ella.

Si queremos evitar dañar nuestra relación afectiva y lastrar la confianza y autoestima del otro, hay que procurar no caer en las actitudes que implican desprecio hacia la pareja. Existen indicios recurrentes que indican que una relación entra en una fase difícil: la crítica constante al otro, el desprecio, estar a la defensiva frente a la pareja y finalmente la cerrazón emocional. La crítica y el desprecio no son compatibles con el amor. El desprecio mata el amor. Aprender a amar y a ser amado de forma incondicional es una de las herramientas más poderosas que existen de transformación personal y de reconciliación de una persona consigo misma.

Por Elsa Punset.

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