jueves, 27 de enero de 2011

el amor que tanto había alimentado su fantasía

Tener voluntad para las cosas concretas y para las tareas pequeñas eso es más importante a veces que la inteligencia y sobre todo para responder ante las reacciones de la vida. El amor es como un amor lejano y aunque es así creo que he podido también tocar un amor real pero ha sido un amor duro. ¿Qué puedo saber yo del amor?, cuando no me veía entonces susurró mi nombre y cuando me ve se aparta de mí, ésa es la realidad, una realidad ingenua.

El amor -que tanto había alimentado su fantasía- no era otra cosa que una firma sutil de veneno. Hace efecto despacio pero es inexorable con sus invisibles emanaciones. Al final es sólo este terror, el temor de amar, lo que hace caer al hombre en su mediocridad. El amor se convierte en un puente suspendido en el vacío. Si comprendiéramos que es un camino de búsqueda y de entrega esperaríamos o nos entregaríamos en su búsqueda. El amor es un veneno y a veces es una adicción porque se sabe que en el hipotálamo del cerebro se segrega una sustancia que es la oxitocina, que es la que produce la sensación del placer, y no podemos controlar del todo nuestras emociones.

Pero si escuchamos a la naturaleza ella nos responde con gratuidad, fragilidad y belleza, no hay jaulas. De la ingenuidad no podía presumir que ella también se volviese contra mí, que yo tuviese que hacerme fuerte por ella. El orgullo se tiene que someter tantas veces que me cuesta trabajo decirlo, las convicciones racionales no son nada sin esto. Me había vuelto a recordar a "Demian" de Hesse: "Había amado, y amando se había encontrado a sí mismo. Pero la mayoría de los hombres aman para perderse en su amor."

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