viernes, 28 de enero de 2011

el mecanismo de perverso y la víctima

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lo dijo CONCHITA ABUELA NORMANDA 05 diciembre 2009 | 3:23 PM
Mi querida amiga, ¿quieres esperar cuarenta años como yo para tomar decisiones? y ver que ya es tarde para vivir la vida que te correspondía vivir.
¿Quiere
Nuestros compañeros son seres humanos, como nosotros, que pasan por el proceso normal de crecimiento. Nadie está jamás terminado... Cuando renunciamos a la obsesión pueril de escudriñar el planeta en busca de la persona perfecta, podemos empezar a cultivar la habilidad de tener relaciones compasivas. Dejamos de juzgar a los demás para relacionarnos con ellos. Antes que nada reconocemos que no nos relacionamos para concentrarnos en lo bien o lo mal que los demás aprenden sus lecciones, sino para aprender las nuestras. ¿Por qué tendemos a vernos envueltos en relaciones que no son constructivas? Para el ego -es decir, para las defensas que presentamos frente a los demás- aceptarnos como somos, sin defensas ni protecciones, implica que ya no es necesario. La autoaceptación, dice Marianne Williamson, es la muerte del ego. Pero las personas confían mucho en ese ego supuestamente protector y suelen regirse por sus dictados: “Por eso nos atrae la gente que no nos quiere. Desde el principio sabemos que no están con nosotros. Más tarde, cuando estas personas nos traicionan y se van, tras una estancia intensa pero bastante breve, fingimos que eso nos sorprende, pero lo sucedido encaja perfectamente en el plan de nuestro ego: No quiero que me quieran. ¿Por qué las personas agradables y bien dispuestas no nos parecen agradables? Porque el ego confunde la excitación con el riesgo emocional y concibe una persona amable y accesibe como no suficientemente peligrosa. La ironía es que la verdad es lo opuesto: las personas accesibes son las peligrosas, porque nos confrontan con la posibilidad de una intimidad auténtica. Son personas que en realidad podrían frecuentarnos durante tanto tiempo que llegarían a conocernos. Podrían socavar nuestras defensas, valiéndose no de la violencia, sino del amor”.

En cuanto al tema de la violencia psicológica hacia la mujer que hemos tratado estos días te diré que yo hasta ayer mismo he vivido la violencia de género y ¿sabes por qué? porque fui a decirle " te quiero " a un amigo al que quiero mucho y ¿sabes lo que me respondió?: "No vuelva a empezar por favor"; y estaba a punto de darle todo de mí, de enseñarle mis ultimas enseñanzas para ganar dinero en la bolsa, todo ha sido además, la contestación, por internet, porque él no se atreve a venir a verme, está como reservando el momento de cogerme y sacar lo que a él le interesa de mí. Por supuesto le he dicho que no vuelva a llamarme en toda mi vida, porque ya no le aguanto más. He sido muy vulnerable, le he estado aguantando muchas cosas pero ya no más. A veces, incluso en el medio escrito, yo me he encontrado el tipo de hombre que es un voyuger, que es el mirador, un tímido perverso, que disfruta solamente mirando, viendo las partes más notables y físicas de la mujer, incluso cuando habla de ella, sólo la destaca por sus rasgos físicos y ninguno por los intelectuales, que es una forma de degradación a la larga psicológica de la mujer, yo se lo he advertido pero sigue haciendo igual, porque lo que quiere es provocar. Y hay otro modelo también el provocador con la palabra, el provocador que quiere sacarme de quicio, el típico perverso que se considera a sí mismo un seductor, si alguien te dice: " yo soy un encanto ", por favor no le hagas caso, ese también te está diciendo que te quiere utilizar. Perdona pero estoy muy crítica estos días.

El mecanismo del perverso.-


Es fácil y seguro manipular a quien te ama o a quien depende de ti: apagar la chispa de la vida en el otro, romper su voluntad, quebrantar su espíritu crítico para que no te pueda juzgar. Conocer el perfil de un perverso debería formar parte de una buena -pero en la actualidad completamente inexistente- educación afectiva. El perverso no es un enfermo,se ha forjado con probabilidad en la infancia cuando no pudo realizarse, dice la psiquiatra francesa Marie France Hirigoyen en su libro “El acoso moral”. Creó férreas defensas contra los demás para protegerse y así una actitud que podía haber sido simplemente defensiva y aceptable se convierte con el paso de los años en una personalidad incapaz de amar y convencido de que el mundo entero es malvado. Insensibles, sin afectos: ésa es su fuerza, así no sufren. Agreden para salir de la condición de víctima que padecieron, dividen su mundo en malo y bueno, temen la omnipotencia que imaginan en los demás porque se sienten profundamente impotentes, por ello necesitan protegerse hasta destruir.

Todos los encantos no son perversos; pero todos los perversos son en la primera etapa de una relación unos grandes seductores. Así atrapan a su víctima, así logran mantenerla en un intricado proceso plagado de silencios, mentiras y dudas que la paralizan. Así pretenden llenar su propio vacío, extraer la vida que sienten que no palpita en ellos y que contemplan resentidos en otros. Al perverso no le agradan las palabras cariñosas porque busca la repulsa para confirmar lo que ya sospecha: que la vida es ausencia de amor y negritud. Cuanto más transparente y generosa sea su víctima, cuando mejor intente tratarlo, mayores serán su rabia y el desprecio del perverso. Los procedimientos perversos son procedimientos defensivos que, de entrada, no se pueden considerar como patológicos. Es importante ser consciente de que todos podemos ejercer, en algún momento, un comportamiento perverso: sólo significa que intentamos protegernos de manera exagerada. De hecho, son dinámicas que aparecen con mucha frecuencia durante los divorcios y las separaciones. Pero las personas que no son perversas sienten remordimientos cuando manipulan y maltratan psicologicamente al otro y logran desterrar ellas mismas este comportamiento de sus vidas. Lo que resulta destructivo y peligroso es el aspecto repetitivo y unilateral del proceso. Por ello hay que aprender a no tener una paciencia eterna ante los pequeños desprecios, disimulados un día por el mal humor, otro por el disgusto, un tercero asestado ya sin explicación. Si quien nos acompaña nos está dañando, ha de ser capaz de rectificar. La tolerancia no puede alargarse hasta el infinito. Otro rasgo característico de una relación perversa es la sensación de soledad que siente la víctima. Porque si el perverso logra aplacar sus tensiones interiores con una persona, se comportará de forma normal con el resto del mundo. Sólo necesita una víctima y la suele elegir entre aquellos que más saben gozar de la vida -no en el sentido material, sino afectivo y psíquico-, alguien con dones musicales, literarios, alegría de vivir, sensibilidad, comunicación, creatividad... Alguien que detenta algo que podría llenar su vacío existencial. Así, quienes rodean a la víctima probablemente no llegan a sospechar la realidad de la relación perversa en la que está inmersa.


El mecanismo de la víctima.-

Otro rasgo muy característico de la relación perversa es que la víctima nunca llega a pisar suelo firme y saber qué se le reprocha, para así encontrar una salida. El perverso manipula y recurre al descoloque para paralizarla: se contradice, niega y miente. Como la víctima considera que tiene la llave para ayudar a su agresor, que sólo ella puede llenarlo con su vida y con su amor, intentará adaptarse. Está convencida de que el diálogo será parte de la solución, pero no logrará comunicarse. Por ello la víctima acumula grandes dosis de estrés y de tensión interior que fomentan los trastornos crónicos, la ansiedad y el agotamiento. Suele pasar de ser una persona llena de vida a una persona deprimida que se siente vacía. Se instala en la sumisión psíquica por su tendencia a culpabilizarse, por el miedo a decir o hacer algo que enfurezca al perverso y que le acarree un castigo cualquiera, por evitar tener que soportar más silencio, más desprecio, más palabras hirientes. O también, de forma más inconsciente porque le cuesta demasiado reconocer que su verdugo nunca la quiso, o renunciar al ideal de que ella podía salvarlo. No se puede vencer a un perverso. Tal vez se pueda, dice la doctora Hirigoyen, con esfuerzo y tiempo aprender algo acerca de uno mismo. La única victoria es alejarse sin haberse contagiado de su agresividad y malevolencia. Las víctimas siempre esperan que el agresor se disculpe porque la batalla ha sido siempre profundamente desigual e injusta. Pero eso nunca ocurre porque el perverso excluye de sí mismo el sufrimiento y la duda. A la víctima sólo le queda identificar el proceso perverso que pretende hacerla cargar con toda la responsabilidad del conflicto y analizar el problema dejando de lado la cuestión de la culpabilidad, porque no fue débil al principio, sino demasiada confiada: se creyó salvadora, redentora. Se sintió demasiado responsable y por tanto infinitamente culpable. Tendrá que abandonar el ideal de tolerancia absoluta que enarbolan tantas víctimas y reconocer a tientas que a quien amaba le aqueja, en mayor o menor medida, un trastorno de personalidad peligroso para ella y para los suyos. Una diferencia clara entre una víctima de un perverso y un individuo masoquista es que cuando la primera tras un enorme esfuerzo consigue separarse de su verdugo, siente una enorme liberación: Ha intentado la labor imposible de resucitar a los muertos. Ahora puede abandonar su posición de víctima inmovilizada y permitir que la vida renazca.


~




Esto es un diálogo entre el verdugo y la víctima:

-Te quiero.

-No vaya a empezar de nuevo, por favor! -dice el verdugo-

-Sabes que yo te quiero a mi manera aunque tenga que aceptar que quieras tener tu vida propia. Tambien yo me buscaré la mía. Si quieres seguir trabajando con ese amigo, pues sigue con ellos, yo sé que tú sabes hacer muchas cosas. ¡Maldita sea! No aguanto más tu hipocresía, aparentar una cosa y ser otra. Lo único que tienes es miedo a que la gente te trate bien, tú sabrás por qué. Tienes miedo a tener otra vez que cumplir conmigo, tienes miedo a tener que cambiar de vida, tienes miedo a que todo vaya bien; pues eso, yo creo que tu atraes las cosas malas hacia ti, tal vez porque tienes unas energías malas. Y no vuelvas a llamarme, no quiero volver a saber ya nada en mi puta vida de ti! -y así contesta la víctima en tres mensajes graduales de separación hasta que lo consigue por fin, el alejarse-.

Este artículo está basado en el último libro publicado por la escritora e investigadora Elsa Punset, Inocencia radical (ed. Aguilar, 2009, Madrid).

Esto me ha escrito un amigo, Giacomo: "Interesante. Aunque creo que Freud ya sacó conclusiones parecidas. "Lo que busca toda persona es un déspota amable".(Freud)"

Esto me cuenta una amiga querida, la abuela normanda: "Mi querida amiga, no existe nada peor, que estar analizando las cosas que nos pasan y porque nos pasan, no llevan a nada. Es nuestra obligación aprender a conocernos a nosotros mismos, a veces, damos más de lo que podemos, y eso lleva al fracaso, perdemos la autoestima y nos arrodillamos ante los demás. Si una mujer o un hombre, ha tenido una relación conflictiva, y vuelva a tener otra y se repite, lo siento, no es culpable el que viene, si, el que le acoje, y no me apeo del burro. No es fácil, pero tambnién hay que aprender a quererse por encima de todo. Hay que ser observadora u observador, un maltratador o una maltratadora, que las hay, se ve, se nota, lo que pasa que como nos gusta, lo pasamos, y ahí está el error, a la primera falta de respeto, fuera, puerta. No hay que aguantar ni un simple "idiota". Mi padre me dijo lo que me iba a pasar como el que fue mi marido durante cuarenta años, y yo aunque lo sabía, bueno no tanto, seguí con él, pobre idiota yo, pensé que cambiaría. No, lo siento, no tengo perdón, y lo que me ha pasado lo he merecido, punto, el ddesconocimiento de la ley, no te exime de la pena. Por eso yo, no culpa a mi ex de lo que me hizo pasar, si me apuras, tuve yo más culpa por seguir pegada a él como una lapa pese a toda, yo ya era mayorcita para tomar decisiones. Sé todo lo que me vas a decir en contra de esto que te cuento, me da lo mismo, me da lo mismo, seguré pendando lo mismo. Cuando estés con chicos, se amena, sé tu misma, tal cual y que twe acepte como eres, punto. Eres muy joven, puedes reahacer tu vida perfectamente sin miedos, segura de tí misma, mostrándole a él tu personalidad, nunca inclinarte ante él. Pero jamás, repitas lo de tu anterior relación, nunca, pues volverá a pasarte lo mismo, lo mismo, que es lo que le pasa a la mayoría de hombres y mujeres, que repiten los mismos esquemas. Nunca uno se enamora el primer día como una fiera, da tiempo a ver el panorama y dejarlo. Sabes que no sé expresarme todo lo bien que quisiera, pero creo que se me entiende. Besos amiga, se feliz, nunca te olvides de ello."

Una de las cosas que escribe Elsa Punset, es: "Sólo un ser humano enferno -psicópata- tolera cómodamente su propia maldad. Para acallar el ruido de la disonancia interna resultante hemos desarrollado mecanismos que justifican casi cualquier acto o decisión, por injusta que pueda resultar. Así hemos abierto la espita de muchas de las paradojas y sinsentidos históricos del comportamiento humano: el abuso, la tortura, la degradación y la mentira. Porque en realidad casi nunca mentimos, sino que nos autojustificamos y para ello nos autoengañamos. El colmo del cerebro humano es que consiga mentirse tan bien a sí mismo: suavizamos las verdades crudas de la vida, ignoramos aquello y aquellos que conviene ni ver ni escuchar, minimizamos los deseos incómodos o conflictivos. La mente humana pone a nuestra disposición un abanico amplio de recursos automáticos para distorsionar la memoria, las percepciones y la lógica: tomamos decisiones en función de sesgos cognitivos automáticos, filtramos eficazmente la información circundante, reinventamos la realidad para acomodarla a nuestros deseos y a nuestras necesidades. Retomar nuestras memorias y alterarlas, revisarlas y acomodarlas es un proceso tan corriente que pasa inadvertido." En fin ella dice que mentimos para sobrevivir, porque estamos programados para la supervivencia, pero también para amar, para compartir, por eso cuando mentimos, robamos o manipulamos, nos angustiamos, y cuando no amamos nos entristecemos.

También hay un psicólogo, Nassim Taleb que ha sido entrevistado por Eduardo Punset, el padre de Elsa, que ha estudiado precisamente este mecanismo de defensa del cerebro. Este pensador dice que no importa cuanta estadística se haya acumulado, que el cerebro racional no se guía por la heurística de la estadística, no toma en serio lo que es abstracto, que cuando se trata del mundo real, el cerebro pasa a ser acción, a menos que el problema se plantee como en un libro de texto, que se soluciona bien si se han preocupado de estudiarlo o mal si se plantea de una forma diferente a la que se ha aprendido. El dice que se aprende interactivamente, con el calor humano. Y dice que estamos confundidos sobre lo que es arriesgado o no y sobre lo que es peligroso y no, al mismo tiempo que estamos confundidos sobre lo que hace la felicidad, el dice que lo que hace feliz a la gente no es la riqueza, con la excepcion de ayudar a rebajar la ansiedad, sino que lo que hace feliz son los amigos, y que el confort físico tampoco hace esta. En fin, estos son otros divulgadores de moda que están explicando la conducta a través del cerebro humano y lo que sabemos de él.

He recibido otra carta de la abuela normanda: "Mi querida amiga, busca en tu interior toda la fuerza que tienes, no te la pierdas, sal de esa tristeza, nadie merece la pena que tú te sientas así, y más si te han hecho daño, te estás inclinado ante ellos todavía. Olvídate de anailizar, de buscar el porque de las cosas, nunca hayarás respuestas, nunca. Sé menos adulta, no tan reflexiva, eso no permite ser feliz. Te dejo, pero me cuesta, quisera que me entendieras, sé feliz, no analices tanto, deja que la el pasado se hunda en un pozo, solo recuerdo lo bonito que hubo, que seguro que si. Besos amiga ¡La plomito!"

Me dan mucho ánimo sus palabras, el refugio interior, la meditación, el saber estar en soledad, pero también lo que ella dice, el cultivar un espacio para la amistad. Yo creo que sí que tenemos buenos amigos y amigas, aunque el exceso de reflexión a veces puede producir también una forma de depresión. También me contesta la abuela normanda, que es muy grande e ingeniosa: "Así te quiero ver, con ganas de lucha. Yo te aseguro, que estando rodeada de buenos amigos y amigas, se es super feliz, auqnue tú eres muy joven, puedes encontrar un gran amor y comenzar una nueva vida si mirar para nada ál pasado oscuro, solo pensar en lo bueno que tuviste, punto. No sé si todavía tienes que estar cuidando a tus padres, pero si no es así, lucha por tus quieros, viaja, ve a donde te de la real gana, eres libre, y estás muy preparada con tus estudios, el mundo es tuyo, de tí depende que así sea amiga, olvida y vive la vida, que es grande, aunque yo lo haya descubierto un poquito tarde. Besos amiga, buenas noches. Pd: Escucha hermosa, no tienes que tirar de nadie, de nadie, eso te humilla ante él y ante tí. Estoy de acuerdo que él no haga lo que tu quieras, mírate en su espejo y haz lo mismo que él. Si no tiene metas es su problema, no el tuyo, sigue tú con las tuyas sin freno siempre que nohagas daño a nadie. No te importe que él no sepa hacia donde va su vida, tú si tienes que sabe hacia donde va la tuya. Si terminara desestavilizándote, horadando en tu autoestima, querría decir que eres débil, fácil de guiar como un perrito. Escucha, pon un muro más grande que el de Berlín en el camino que ha quedado detrás de tu espalda, abre uno nuevo y empieza a caminar tú solita, sin llevar carga en tus espaldas, ¿vale? Sé tú misma, tal cual, como eres, no cambies nada, que te acepten como eres, punto". Esto me escribe otra amiga Lainmeta: "Hay que alejarse de los maltratadores, son sanguijuelas que te van absorbiedo hasta que no te queda sangre por la que luchar, ánimo, tienes todo mi apoyo". Bueno, yo les contesto así, yo creo que la maldad existe pero se sabe que sólo es un 4% de toda (la psicopatía), lo que existe es la bondad, lo que pasa que muchas veces es que no hacemos nada por los demás, permanecemos en la indiferencia. Yo no me considero una víctima con el síndrome de salvadora y esas cosas pues me gustaría poder no dar más de lo que tengo pero sí estar con la gente que me puede necesitar más que otras que no. Al final se crea un círculo vicioso porque tú necesitas cosas que el otro tiene y el otro también te regatea, y esto ya es muy feo, ¿sabes? Pero yo creo en la bondad natural de las personas, lo que pasa es que muchas veces no sabemos expresarla. Incluso se ha estudiado de que la maldad proviene de la pobreza pero esto no siempre es así, se sabe que hay entornos pobres que son pacíficos, la maldad se basa más bien en un tipo de cultura, como la del consumo y también la de la violencia machista entre otras, esto es lo que nos hace ser como somos.

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