viernes, 28 de enero de 2011

la envidia o la vanidad o un celo sobre el espíritu

El celoso o la persona apegada o posesiva lo busca y lo hace así para aumentar su autoestima o su poder; en cierta manera es así, pero cuando alcanza este poder después exige la libertad que entonces no otorgó en igual al otro; y empiezan una serie de desavenencias. De luchas por el dominio. Por eso después se termina en el desprecio. Y es más porque casi siempre hay un desequilibrio de poderes, porque cuando uno destaca por ejemplo en una actividad mas o menos reflexiva, la otra persona se sale con la suya y quiere destacar en una vida social más abierta o más descentrada, y es ahí cuando empieza todo el motivo de las tiranteces y la pérdida de un control y de un equilibrio. Creo que es muy importante por eso buscar personas afines a nosotras, que a veces hay que ceder, para que la otra persona como tú bien dices o sabes pueda crecer, pero que al mismo tiempo, es necesario tener un apaego afectivo, una admiración para que la misma persona pueda desarrollarse con afecto y con amor.

Hablo del furor de celos de Fedra, como un modelo realmente en crisis. En la mujer está mas concebido el prototipo de mujer que atrae a la pareja; mientras que en el hombre yo creo que es más el motivo de la envidia, el de la vanidad, que es más un celo sobre el espíritu, donde él a veces se confronta, pero puede suceder que termina enfermo o desquiciado o perdido, porque ya no confronta la realidad, se ha salido de ella, no busca nada, lo ha dado por saco roto; y aquí se crea otro efecto malsano, propio también de las sociedes fragmentadas en que vivimos.

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