viernes, 28 de enero de 2011

podemos modular la experiencia pero estamos programados

"Un amigo me escribía: "Lo dijo Hume: "La razón ha der ser la esclava de nuestras pasiones". Pero ni la pasión -y mucho menos la razón- pueden insuflarse: porque somos esclavos de nuestro temperamento".

“Estamos programados para ser únicos”, es el último descubrimiento de hace dos años de los neurocientíficos, la cita está extraída de Eduardo Punset, lo que quiere decir que una gran parte de la razón es esclava, pero hay otra parte en que somos nosotros a través de la experiencia personal con que modulamos nuestra vida. Básicamente no somos otra cosa que unas cuantas emociones básicas. La ansiedad nos permite estar alerta, pero el miedo nos paraliza, de estas emociones universales básicas, el amor, el odio, el asco, la rabia, hemos de entender que unas son más positivas que otras, aunque muchas veces unas no son sino la otra cara de las otras; en esto desde luego no nos diferenciamos tanto del resto de los mamíferos, incluso de la mosca de la fruta que tiene un sistema de aprendizaje parecido al de nosotros en los sueños, y es que soñando no interpretamos tanto, podemos ensayar y reaprender cosas que hemos oído durante el día. Esa es la cuestión, si decidimos o no ser esclavos, tampoco todo se lo debemos única y exclusivamente a la genética, hay una parte de nosotros dice la neurología que depende de nuestra experiencia individual y que modulamos personalmente, y esa porción nos permite un grado de albedrío, no estamos programados solamente, sino que estaríamos programados “para ser únicos” o para ser nosotros mismos a partir de nuestra capacidad personal y nuestra experiencia creadora. De esta forma la belleza es ausencia de dolor y es el mejor predictor de la salud, y obedece a un mejor metabolismo de la persona, y porque somos más bellos nos enamoramos de esa persona bella.


Podemos modular la experiencia y ésta nos permite tener un grado de libertad, pero lo que resulta en cambio es que podemos ser más infelices al ser más libres porque nos equivocamos más veces. Al equivocarnos y ser más infelices parece que la libertad y la inteligencia estuviesen reñidas o como si siguiese siendo la esclava de las pasiones pero no es así, podemos equivocarnos en un 50 %. Somos de igual manera: mente, cuerpo y emociones, las tres cosas. El equilibrio de todas ellas es necesario. La gente parece que tiene esa capacidad infinita de ser infeliz, pero no porque nos equivoquemos más veces o mintamos más veces, ya que el lenguaje no se expresa claramente, sino porque el mismo cerebro humano tiene la manía -tenemos los humanos la manía- con el lenguaje de no admitir disonancias, de no admitir el punto de vista de lo que vaya en contra de nuestras convicciones más profundas.

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