tag:blogger.com,1999:blog-34190148914330688392024-03-12T19:11:39.171-07:00Sumerian LadyTratado feminista, sobre la discriminación de género, lingüística y simbologíaIshtar Sylphidehttp://www.blogger.com/profile/16471709373863665717noreply@blogger.comBlogger146125tag:blogger.com,1999:blog-3419014891433068839.post-56188439713665103452012-02-18T07:46:00.001-08:002012-02-18T08:09:34.599-08:00<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="http://3.bp.blogspot.com/-BHE_KRPqzDU/Tz_NMGncapI/AAAAAAAADSI/YS4LnO2Sm7A/s1600/69+header.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" src="http://3.bp.blogspot.com/-BHE_KRPqzDU/Tz_NMGncapI/AAAAAAAADSI/YS4LnO2Sm7A/s1600/69+header.jpg" /></a></div><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><br />
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</div>Ishtar Sylphidehttp://www.blogger.com/profile/16471709373863665717noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-3419014891433068839.post-86427706524174062932011-02-10T13:12:00.005-08:002012-11-28T10:26:23.002-08:00La Diosa Madre. ConclusionesLa Diosa Madre y las divinidades femeninas.<br />
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En la época prehistórica cuando la humanidad era pequeña, la duración de la vida corta y la mortalidad infantil grande, la capacidad reproductora de la mujer fue la principal oportunidad de supervivencia para el clan, la horda o la estirpe. Se recelaba, no obstante, de la fertilidad femenina, no reconocida aún como una consecuencia del apareamiento, sino como la intervención de un poder numinoso, lo que otorgó a la mujer una especial significación, un carácter mágico. Ella era un misterio primordial. El padre, por el contrario, seguía siendo desconocido, tanto como el dios padre. “Mater semper certa, pater semper incertus”, todavía se dice en el derecho romano.<br />
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Así las más antiguas estatuilla del paleolítico llegadas hasta nosotros son en su mayor parte representaciones femeninas, madres primordiales o ídolos de fertilidad, como acepta la mayoría de los investigadores, y no obscenidades del periodo glacia. Casi sin excepción son mujeres mayores, figuras maternas. Todo lo individual, y en especial el rostro, está disimulado, pero los caracteres sexuales, pechos, vientre, genitales, en cambio, están resaltados de tal modo que aparecen como lo “único real”. Todas en un avanzado estado de gestación, son evidentemente materializaciones de la energía, primordial, alumbradora y reproductora, de la mujer, tempranas precursoras de las diosas madres.<br />
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Si el matriarcado es más antiguo que el patriarcado, como la investigación confirma cada vez con más fuerza, el culto de la Gran Diosa Madre precede con toda probabilidad al del Dios Padre, su anterioridad está repetidamente atestiguada desde Grecia hasta México. Asimismo, la relación social humana más antigua debe de ser la de madre e hijo. La madre sirve de nexo en la familia primitiva, vela y da a luz. Así se convierte en representante de la Madre Tierra, de la Madre Luna, de la Gran Madre.<br />
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Esta adoración de la Gran Hembra se había visto favorecida por el desarrollo económico de la edad glacial tardía y por la sedentarización provisional de los cazadores de Eurasia central. En esas condiciones, la cabeza femenina de todo el linaje no sólo garantizaba la supervivencia del clan, sino que también se ocupaba de la alimentación y el vestido y, en tanto era la figura central del hogar común, incluso estrechaba los lazos existentes entre los moradores. Cuando aquel sedentarismo termina, desaparecen con él las esculturas femeninas.<br />
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Ahora bien, en el Neolítico, cuando paulatinamente comienzan a encontrarse imágenes fálicas y símbolos masculinos de fertilidad, hay, más o menos desde el quinto o el cuarto milenio, una gran cantidad de estatuillas femeninas. Las más antiguas proceden de Asia Occidental, especialmente de los alrededores de los templos. La cabeza apenas está insinuada y, por el contrario, los distintivos sexuales, pechos, vientre y vulva, están de nuevo fuertemente acentuados. Además la mayoría aparecen representadas en los prolegómenos del alumbramiento, esto es, en cuclillas: como se da a luz en el Oriente Próximo, todavía en la actualidad. En aquel tiempo, las figuras de este tipo son producidas en serie y vendidas a los visitantes de los templos. También en el sudeste europeo surgen figuras femeninas de culto que debían de pertenecer a diversos ajuares. Las hay, en fin, en toda Europa, en España, en Francia, en Irlanda y también en el Nordeste.<br />
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De esta manera, con el tiempo, se va formando la idea de una madre divina, sobre todo en las regiones de colonización agraria. Su religión se relaciona estrechamente con la revolución económica que supusieron los primeros cultivos, una forma agraria de economía y de existencia que se origina en Asia muchos milenios antes de Cristo y que proporciona de nuevo a la mujer una creciente consideración. En efecto, como centro del clan y dispensadora de alimento, el hogar fue también el primer altar, como administradora de las provisiones, productora de recipientes y vestidos, en suma, como creadora de los fundamentos de la cultura humana, muchas veces consigue un prestigio extraordinario, caracterizado, desde el punto de vista jurídico, por el derecho materno y la sucesión matrilineal y desde el punto de vista religioso, precisamente por las diosas madres. Y es que cuando la humanidad se vincula al suelo y a la propiedad, el significado de la descendencia aumenta y, con la fertilidad de la mujer, también aumenta la significación del suelo que ella trabaja y con el que el hombre la equipara sin reservas en el plano místico, creyendo en una correlación de la función reproductora de ambos.<br />
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La tierra, seno materno de todo lo viviente, pensada desde siempre como diosa maternal, es la “figura divina más antigua, la más venerada y también la más misteriosa”, o como Sófocles dice “la más excelsa entre los dioses”. Según las más antiguas creencias griegas, todo lo que crece y fluye procede de ella, incluso los hombres y los dioses. En Grecia, una serie de cultos ampliamente extendidos estuvieron dedicados a la Tierra como madre absoluta, gran diosa de la más antigua religión helena; en Olimpia precedió a Zeus, en Delfos a Apolo, en Esparta y Tegea hubo altares consagrados a ella. Hasta en el más antiguo escrito sagrado de la India se lee ya la expresión “Madre Tierra”.<br />
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Y en las culturas matriarcales se equipara a la Tierra con la mujer, pues la vida surge de ambos cuerpos, el linaje sobrevive mediante las dos. En la mujer se encarnan la fuerza germinal y la fertilidad de la naturaleza, y la naturaleza regala vida en analogía con la mujer cuando pare. Los hijos y las cosechas aparecen como dones sobrenaturales, productos de un poder mágico. Hasta la época moderna, la mujer ha estado más estrechamente relacionada que el hombre con las fiestas de la fertilidad y los ritos agrícolas. “Respecto a la Tierra, el hombre es extraño, la mujer, lo autóctono… Ella es la continuación de la Tierra”. Son palabras todavía empleadas por el físico romántico Johann Wilhelm Ritter.<br />
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En la primera época de la cultura agraria aparecen por todas partes las divinidades femeninas, en las que se adora el secreto de la fertilidad, el ciclo eterno de la sucesión y la extinción. En toda la región mediterránea, en todo el Oriente Próximo, e incluso en la religión india anterior a los arios, se celebran fiestas de diosas de la fertilidad y de la maternidad, todas eclipsadas por la Gran Madre, creadora de toda vida que, aunque ya antes fuera imaginada como una joven, podrá ser festejada en Canaán, casi al mismo tiempo, como “doncella” y “abuela de todos los pueblos”.<br />
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Para adorarla, los hombres erigen un templo tras otro, las representan de mil formas, en estatuas monumentales, en pequeños ídolos, mayestática, vital, con caderas pronunciadas y vulva saliente, aunque también como una esbelta vampiresa, demoníaca, con grandes ojos y mirada enigmática. De pie o desde su trono, amamanta al hijo divino, irradia energía y fuerza, el sacrum sexuale. Sentada y abierta de piernas, muestra su sexo, con los otros dioses tendidos a sus pies. Aprieta sus pechos exuberantes, bendice, agita símbolos de fertilidad, tallos de azucena, gavillas de cereal o serpientes. Levanta un cuenco del cual fluye el agua de la vida, y los pliegues de su vestido rebosan de frutos.<br />
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Tenemos testimonios de ella como diosa principal hacia el 3200 a. C. La conoce ya la religión sumeria, la más antigua de la que sepamos algo, “en aquel tiempo, ni siquiera se hacía mención de un Padre Absoluto”. Su imagen se encuentra en el arca sagrada de Uruk, ciudad mesopotámica cuyos orígenes se remontan a la prehistoria. La adoran en Nínive, Babilonia, Assur y Menfis. La podemos descubrir también en la forma de la india Mahadevi, gran diosa; la vemos en innumerables matres o matrae, las diosas madres de los celtas, cubiertas de flores, frutos, cuernos de la abundancia o niños, y, no en último lugar, la podemos identificar en Egipto bajo los rasgos de Isis, el modelo casi exacto de la María cristiana.<br />
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Su aspecto cambia, entra en escena unas veces como madre o como “virgen” y “embarazada inmaculada” o como diosa del combate, a caballo y con armas y por supuesto bajo diferentes formas animales, por ejemplo, en la figura de un pez, una yegua o una vaca. E igualmente cambian sus nombres. Los sumerios la llaman Inanna, los kurritas Sauska, los asirios Militta, los babilonios Ishtar, los sirios Atargatis, los fenicios Astarté, los escritos del Antiguo Testamento la denominan Asera, Anat o Baalat, la compañera de Baal, los frigios Cibeles, los griegos Gaya, Rhea o Afrodita, los romanos Magna Mater. El emperador Augusto reconstruyó en el Palatino sus templos, destruidos por el fuego, y el propio emperador Juliano abogó por ella. Adorada desde la época prehistórica, su imagen es “el ídolo más antiguo de la humanidad” y la característica más constante de los testimonios arqueológicos en todo el mundo.<br />
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La Gran madre, que aparece en montañas y bosques o junto a ciertas fuentes, cuya fuerza vital y bendiciones se sienten de año en año, es la guardiana del mundo vegetal, de la tierra fructífera, la idea misma de la belleza, del amor sensual, de la sexualidad desbordante, señora también de los animales. Los más sagrados son, para ella, las palomas, los peces y las serpientes: la paloma es una antigua imagen de la vida, probablemente ya en el Neolítico, el pez, un típico símbolo del pene y la fertilidad; y la serpiente, a causa de su similitud con el falo, también es un animal sexual, que expresa la generación y la fuerza. En el cristianismo, tan dado a invertir valores, la paloma representar al Espíritu Santo, el pez se convertirá en el símbolo de la eucaristía, la palabra griega “ichthys” forma un anagrama del nombre “Jesucristo, Hijo de Dios, Salvador, -Jesus Christos Theous Hyios Soter-; y la serpiente personificará lo negativo desde el primer libro de la Biblia, siendo rebajada a símbolo del Mal, que se deslizará furtivamente junto a los zócalos o entre las columnas de las iglesias medievales.<br />
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La Gran Madre, sin embargo, no está ligada sólo con la tierra, con lo telúrico. Su destello se extiende, ya entre los sumerios, “por la ladera del Cielo”, es “Señora del Cielo”, diosa de la estrella Ishtar, la Estrella de la Mañana y el Atardecer, con la que es identificada hacia el 2000 a. C., es Belti, como también la denominan los Babilonios, es decir, literalmente, “Nuestra Señora”; es según Apuleyo, “señora y madre de todas las cosas”, la santa, clemente y misericordiosa, la virgen, una diosa que, sin quedar embarazada, da a luz.<br />
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Y de acuerdo con los testimonios más antiguos, accede al Mundo Inferior, donde toda vida terrena se extingue, hasta que la rescata de nuevo el dios Ea, señor, entre los sumerios y los babilonios, de las profundidades marinas y de las fuentes que brotan de ellas.<br />
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La Gran Madre es amada, ensalzada y cortejada, los himnos dedicados a ella recuerdan los salmos del Antiguo Testamento, a los que no son inferiores ni en belleza ni en intimidad. En la mitología griega, ella es Magna Mater Deorum, la madre de Zeus, Poseidón y Hades; por tanto la “reina de todos los dioses”, “la base sobre la que se asienta el estado divino”. En sus variantes hindúes, se llama Uma, Annapurna, “la de pingües alimentos”, o también Kali, la “negra”, o Cani, la “salvaje”. Así pues, muestra, tanto en el panteón mediterráneo como en el del Oriente Próximo o el hindú, una especie de doble rostro, teniendo, junto a su esencia creadora y protectora de la vida, otra bélica, cruel, aniquiladora, lo que también se repite en María. La “madre feraz” se convierte en “madre feroz” en especial entre los asirios, por supuesto en Esparta, como diosa de la guerra, y en la India, como “la Oscura, tiempo que todo lo devora, señora de los osarios, coronada de huesos”. “Las cabezas de tus hijos recién fallecidos penden de tu cuello como un collar” canta un poeta hindú”. “Tu figura es hermosa como las nubes de lluvia, tus pies están completamente ensangrentados”. Refleja el círculo de la vida natural, pero sobre todo las fuerzas generativas. Pues, de la misma manera que destruye, crea de nuevo, allí donde mata, devuelve la vida: Noche y Día, Nacimiento y Muerte. Surgir y Parecer, los horrores de la vida y sus alegrías proceden de las mismas fuentes, todos los seres surgen del seno de la Gran Madre y a él regresan.<br />
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Conclusiones.-<br />
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Hemos visto el estudio de la singularidad de un género y de un sexo, a través de diversas autoras y autores que han estudiado sobre ello, nuestra conclusión es que la mujer debe reivindicar su identidad cada vez con más fuerza pero asimismo no debe crear una rivalidad con ella misma ni con el hombre. En el sentido de que la diferencia sexuada también cumple una función en la vida, la de defender la vida, hemos de progresar entendiendo la evolución humana y de los géneros sexuados, en conclusión hemos de atribuir una igualdad pero con diferencias de notas sensibles, para igualarnos en el sentido de valor, la mujer siempre ha sido valorada por la cultura de distinta manera que el hombre y lo seguirá siendo ante esa función de la vida, porque no podemos negar los condicionantes biológicos de la explotación de su género, en definitiva, habríamos de avanzar hacia una igualdad de valor pero con diferencias, que habría que construir desde las genealogías masculinas y femeninas, en una figuración nueva de las genealogías femeninas, en su vida doméstica y familiar, y en su vida social y pública, dando a la mujer la dignidad también frente al hombre y a través de él, en equiparación. Las genealogías masculinas tienen atribuidas muchas notas que desvalorizan y nos las encomiendan a las mujeres, o se dedican a asuntos que culturalmente no nos han interesado a nosotras como la guerra, la mujer está capturada también en todos estos deberes y aspectos sociales, dentro de una economía de mercado, que la obligan a formar parte de ella, pero ella representa a su vez otras cualidades, como la madre, su valor de némesis, de recuerdo, hacia su cultura, de mediadora con el pueblo, con los otros, como valor social. Y en una ciudadanía moderna y cosmopolita la mujer se integra en la sociedad como una consecuencia más de esos avances culturales.<br />
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El sujeto femenino favorece así una relación con el otro género, que es algo que el sujeto masculino no hace. Esta preferencia por un sujeto masculino compañero de diálogo demuestra por una parte alienación cultural, pero también señala otros varios aspectos del sujeto femenino. La mujer conoce al otro género mejor que el hombre: ella lo engendra en sí misma; ella lo cuida desde el nacimiento; lo alimenta de su propio cuerpo; lo experimenta en ella en el amor. Su relación con la trascendencia del otro es, en consecuencia, diferente de lo que es experimentado por el hombre; siempre se mantiene exterior a él, siempre se inscribe en el misterio y la ambivalencia del origen, materna o paterna. La mujer tiene una relación con el hombre vinculada más estrechamente a la comunicación carnal, a una experiencia sensible, a una vivencia inmanente, incluidas en la generación. Sin duda, ella experimenta la alteridad del otro a través de su comportamiento extraño, de su resistencia a sus [a los de ella] sueños, a sus deseos. Pero ella debe construir esta trascendencia dentro de la horizontalidad misma, en una vida compartida que respeta absolutamente al otro como otro, y más allá de todas las intuiciones, sensaciones, experiencias o conocimiento que ella pueda tener de él. Su gusto por el diálogo podría terminar haciendo al otro como otro en un gesto reductivo si ella no construyera la trascendencia del otro como tal, como irreductibilidad con respecto a ella: a través de fusión, contigüidad, empatía, imitación.<br />
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Hemos tratado de indicar un camino hacia esta construcción de la trascendencia del otro. La operación del negativo, que habitualmente se ejerce para pasar a un grado superior en el proceso de devenir sí mismo en un movimiento dialéctico entre sí y debería ejercerse entre dos sujetos para evitar la reducción del dos al uno, del otro a lo mismo. Por supuesto se trata entonces de un negativo aplicado a mí mismo, en mi devenir subjetivo, pero para marcar la irreductibilidad entre el otro y yo y no para reabsorber la exterioridad en mí mismo. Como diría Luce Irigaray, en "La cuestión del otro": "A través de este gesto, el sujeto renuncia a ser uno y único. Respeta al otro, al dos, en la relación intersubjetiva. Este gesto debe ser aplicado primero de todo a la relación entre los géneros, ya que la alteridad de género es real y nos permite rearticular la naturaleza en relación a la cultura de un modo más ético y más verdadero, superando así la falla esencial de nuestro devenir espiritual denunciado por Hegel a propósito del exilio y de la muerte de Antígona (La Fenomenología del Espíritu, cap. IV).<br />
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Este movimiento histórico desde el sujeto uno y único a la existencia de dos sujetos de igual valor e igual dignidad me parece que es una tarea apropiada a las mujeres, tanto a nivel filosófico como político. Las mujeres, como ya he señalado, están destinadas, más que el hombre, a la relación de dos, y en particular a la relación con el otro. Como resultado de esta propiedad de su subjetividad, pueden expandir los horizontes del uno, de lo similar, y aún de lo múltiple, para afirmarse como un sujeto otro [sujet autre], e imponer un dos que no sea segundo. Lograr su liberación, implica además, que reconocen al otro como otro, pues de lo contrario sólo cerrarían el círculo que rodea al sujeto único. Reconocer al hombre como otro representa así una tarea ética apropiada a las mujeres, pero es también un escalón necesario hacia la afirmación de su autonomía. Además, el despliegue de lo negativo que es requerido para completar esta tarea les permite moverse desde una identidad natural a otra cultural y civil, sin dejar atrás la (su) naturaleza gracias a la pertenencia a un género. De ahora en adelante, lo negativo intervendrá en todas las relaciones con el otro: en el lenguaje por supuesto (desde “Te amo a ti”), pero también en la percepción a través de ojos y oídos, y aún a través del tacto. En Ser dos, trato de definir un nuevo modo de aproximación al otro, incluso a través de las caricias. Tener éxito en este movimiento revolucionario desde la afirmación del yo como otro al reconocimiento del hombre como otro es un gesto también nos permite promover el reconocimiento de todas las formas de otros sin jerarquía, privilegio, o autoridad sobre ellos: trátese de diferencias de raza, edad, cultura o religión. Reemplazar el uno por el dos en la diferencia sexual constituye así un gesto filosófico y político decisivo, que renuncia al ser uno o plural para pasar al ser dos como fundamento necesario de una nueva ontología, de una nueva ética, de una nueva política donde el otro es reconocido como otro y como lo mismo: más grande o más pequeño que yo, o mejor igual a mi."Ishtar Sylphidehttp://www.blogger.com/profile/16471709373863665717noreply@blogger.com3tag:blogger.com,1999:blog-3419014891433068839.post-33219358753157644132011-02-10T13:11:00.001-08:002011-05-20T11:20:19.217-07:00el sacrificio de las DanaidesHablaré sobre el sacrificio de las Danaides, del que habla en este texto Johann Jacob Bachofen, historiador alemán, por lo visto las Danaides eran mujeres que practicaban el uxoricidio, el suicidio después del enlace matrimonial, porque tenían el privilegio de elegir a sus maridos, en su cultura ginecocrática, era un superior derecho de la mujer, pero cuando fueron vencidas por ciertas reglas y se instauró el derecho de los hombres a elegir, ellas desobedecieron autoinmolándose en vida con lo que se llamó nupcias sangrientas, crímenes sacrílegos de sangre o el sacrificio sangriento de su derecho:<br />
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Celebridad semejante a la de las lemnias alcanzaron las Danaides, y también las sangrientas nupcias de las hijas de Dánao están en una íntima relación con la ginecocracia de la época antigua. Walker fue el primero en poner de manifiesto en la trilogía de Esquilo Prometeo, no obstante sin señalar de una manera satisfactoria en qué forma se imaginaba esta relación. Me impongo ante todo la tarea de poner de manifiesto aquel aspecto de la ginecocracia al que se asocia el crimen de las Danaides, y solamente desde el cual puede ser interpretado correctamente. La ginecocracia comprende el derecho de la mujer de escoger a su marido. Este es un aspecto del que no hemos sabido nada hasta el momento, y sin embargo justamente este rasgo es esencial para la descripción de aquellas condiciones primitivas de la sociedad humana. La mujer elige al hombre, al cual ella está destinada a dominar en el matrimonio. Ambos derechos están en una relación necesaria. La hegemonía de la mujer comienza con su propia elección. Corteja la mujer, no el hombre. La mujer se da en matrimonio, ella cierra el contrato, no es entregada ni por el padre ni por los agnados del hombre. Como es notorio, esto es una consecuencia inmediata de todo lo anterior. Pero también el Derecho patrimonial de la ginecocracia exige lo mismo. Ya hemos visto más arriba que según el Derecho materno, solamente la hija heredará los bienes, mientras que los descendientes varones permanecían excluidos de ellos. La mujer tenía asimismo una dote sin intervención del padre o del hermano, y por esto está colocada en una posición independiente de ellos para concluir un matrimonio. Que esta consecuencia es correcta lo demuestra la noticia de Herodoto, sobre las mujeres de Lidia. Herodoto los llama Energazomenai paidiskai, y son como lo explican correctamente Valkenaer y Baer, ai en heaytaîs ergazomenai paidískai. Asimismo porque las lidias poseían bienes propios escogían marido, y se daban ella mismas en matrimonio. Elocant se ipsae. Lo mismo declara Plauto (Cistelaria) de las mujeres túsculas: ex tusco modo tute tibi dotem quaeris corpore, y también aquí debe haber tenido la misma consecuencia, el se ipsas elocare de las mujeres. En efecto, encontramos también entre los estruscos las huellas más indudables y los ecos del matriarcado, particularmente el realzamiento del linaje materno en su genealogía, sobre lo que volveremos en una ocasión posterior. El mismo hetairismo como fuente para la dote fue señalado también para las mujeres egipcias.<br />
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El ekddidoaassi de aytai heoytas de Herodoto debe estar en vigor en todas partes donde las mujeres poseen bienes propios; y puesto que éste es el caso también de aquellas ginecocracias sin hetairismo, entonces resulta que en aquella ginecocracia la mujer elige al hombre y se entrega ella misma en matrimonio. El derecho de elección de las muchachas se encuentra también reconocido en otras tradiciones. Para las galas -cuya elevada posición ya destacada en el tratado de Aníbal, en el que quizás la decisión de los litigios era asignada a las matronas galas-, se atestigua en el relato de Petta, la hija del rey Segóbriga, Nanus. Ella es la que entra en la asamblea de los pretendientes y aquí, conforme a la costumbre, ofrece al elegido un recipiente dorado lleno de agua. Euseno, el huésped de Focea, lo recibe de su mano. De aquí, en adelante, ella es llamada por esto Aristoxena. De su hija Protis descienden los Protiadas.<br />
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Este sistema está todavía más completamente formado entre los cántabros, de los que Estrabón refiere lo siguiente: “Entre los cántabros, los hombres dan dote a las mujeres. También entre ellos sólo las hijas heredan. Las hermanas otorgan esposa a los hermanos. En todas estas costumbres subyace la ginecocracia”. En esta configuración del Derecho femenino se manifiesta la realización más perfecta del sistema ginecocrático, de modo tan extremado como no aparece en ningún otro pueblo. Pero tanto más firmemente la autoelección por parte de la hija es conservada en el Derecho. El dato conservado por Paunasias del mito de las Danaides supone una confirmación mas digna de atención de esta interpretación. Para casar a sus hijas manchadas por el crimen, Dánao anunció que no pediría dote ni esponsales (hédnon aneyh dosein) sino que elegiría a aquel que les gustase más. Entonces solamente se presentaron unos pocos. Por esto el padre se vio obligado a modificar su sistema. Dispuso un concurso de carrera, y cedió a cada vencedor la elección de su novia. Allí tenemos el antiguo sistema, y aquí el nuevo. Según el Derecho paterno, las cosas están así: aquí el progenitor, en virtud de su autoridad, da a su hija en matrimonio, y la dota. Esponsales y dote pertenecen exclusivamente al patriarcado, caen fuera del sistema del matriarcado; aquí la hija tiene Derecho y bienes propios. Según el antiguo Derecho romano, la locura del padre impediría todo contrato, y también la elocación de la hija.<br />
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Esta oposición muestra al Derecho de la ginecocracia en toda su singularidad, y justamente a esto se asocia el mito de las Danaides. En todas las versiones de la leyenda, y también en las Danaides de Esquilo, el horror ante la forzada unión es el eje de todo el suceso. Los hijos de Egipto violan con sacrílega insolencia el Derecho de las doncellas de disponer libremente de sí mismas. Lo es la forzada unión matrimonial, que las jóvenes consideran como una violación de su Derecho superior, ante la que ellas preferirían la muerte, y que ellas, puesto que les es impuesta, vengan mediante las bodas sangrientas. Las mismas ideas exponen Las Suplicantes cuando ellas, presintiendo a lo inevitable, fatal, unión, gritan en Esquilo:<br />
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“Sucede entonces lo que nos es impuesto por el destino. Inabarcable es Zeus eterno, nunca vacilan sus decisiones. Así en este matrimonio general se muestra este destino: Que de la mujer es la hegemonía”.<br />
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Una sentencia que es tanto más importante, puesto que se opone a todas las costumbres y principios de la época más tardía. Los escritos de los antiguos contienen numerosas sentencias mediante las que la hegemonía de la mujer en el hogar es representada como el mayor mal, y por esto previenen contra la unión con mujeres ricas. Para poner de manifiesto la oposición contra el Derecho de la época antigua y la pretensión de las Danaides, deben ser mencionadas aquí las manifestaciones de dos escritores, Aristóteles y el poeta cómico Menandro. “El sexo masculino, se dcie (Política) es más adecuado para gobernar que el femenino. Hay una diferencia entre las virtudes del hombre y las de la mujer, entre la valentía masculina y femenina, templanza y justicia. La valentía masculina es apropiada para dirigir, la femenina para seguir y así pasa también con los demás”. Menandro (Reliq.) dice:<br />
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“Representar un papel secundario siempre conviene a la mujer;<br />
Pero la dirección corresponde al hombre.<br />
Un hogar en el que la mujer tiene el papel principal<br />
Debe hundirse inevitablemente, tarde o temprano”.<br />
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En algunos lugares de su obra, Esquilo ha mencionado de paso ideas como el horror ante el grado matrimonial prohibido, ante el incesto, que empuja a las doncellas a la resistencia, luego a la huida y finalmente a aquella acción desesperada. Pero esta alusión es completamente extraña a la idea del tiempo primitivo al que pertenece el suceso. El Derecho matrimonial de la época tardía no valía entonces. También Grecia proporciona ejemplos de matrimonio entre hermanos, también Juno se llama esposa y hermana de Zeus; sobre todo, es conocido en Egipto y en efecto la unión de Isis y Osiris, que ya comienza en la oscuridad del seno materno de Rea, muestra que descansa profundamente en la esencia de la religión del Nilo, por la que no sólo no fue rechazada, sino incluso objeto de las más altas bendiciones.<br />
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Asimismo, el horror ante el incesto no condujo a las Danaides a su sangriento crimen. No defienden una prescripción del Derecho matrimonial; lo que ellas reivindican como el más elevado derecho es la hegemonía de la mujer sobre el hombre, particularmente en tanto que se manifiesta la libre elección de éste. Los sacrílegos hijos de Egipto deben sucumbir en sacrificio sangriento a este Derecho, a esta ley fundamental del mundo antiguo, de la ginecocracia fundada en la religión. En todas las versiones de la leyenda, la fuerza, la insolente fuerza, está del lado de los hijos de Egipto, y el Derecho del lado de las Danaides. En efecto, esto es así hasta el extremo de que los dioses cuidan de las jóvenes; Atenea, a la que le elevan un templo en Rodas, a la que también Dánao construyó uno (Pausanias). Luego su obligación sagrada, que fue escarnecida por los hijos de Egipto, era vengar el Derecho de la mujer insolentemente violado, su libertad y su hegemonía en el hogar y en el Estado, a través de la muerte de su esposo impuesto, y afianzarlo de nuevo. En esto está el primer motivo de las sangrientas nupcias argivas en su rigor y veracidad originarios. Pertenecen a aquella ginecocracia de los tiempos primitivos que castiga con la sangre del sacrílego en Lemnos la infidelidad de los esposos, y en el linaje de Io el matrimonio forzado, y la sumisión, ligada con esto, de la mujer a la hegemonía del hombre. Según este contexto, debe aparecer como una idea osada de Esquilo presentar estas sangrientas nupcias a sus contemporáneos enun trilogía particular. Desde hacía mucho tiempo, estaba vencida aquella ginecocracia de los tiempos antiguos, desaparecida del modo de ver las cosas del pueblo, desaparecida también del recuerdo. ¿Debían ahora las Danaides y no antes aparecer a la luz como monstruos empapados en sangre? ¿Qué acogida podían encontrar, si en el tercer acto, desgraciadamente no conservado, de la trilogía, aparecían en escena vanagloriándose conscientemente del crimen horrible, pero justo, del tálamo, el aposento mortal de los hijos de Egipto, y si unidas al coro, triunfantes, ejecutaban su tarea?<br />
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¿Con qué sentimientos escucharíamos hoy en día la idea del pasado de un sexo extraño a tal tarea, si también al arte más elevado la emprende para adornarla con toda la magia de la poesía? Y sin embargo, incluso después de la desaparición de la ginecocracia de la vida y del modo de pensar, el crimen de las Danaides ofreció un tema útil, conmovedor, rico en contrastes, motivo que ha conservado su fuerza y su vivacidad en todas las épocas; es la defensa del derecho del corazón contra la unión sin cariño, contra aquella sacrílega codicia de los hijos de Egipto, que solamente intentaban conseguir el poder. Este es también el aspecto por el que Esquilo muestra especial interés en Las Suplicantes. Así, consigue una audiencia actual para las angustiadas doncellas, cuyo temor siempre acrecentado, su temblor de palomas, conforma una oposición tan conmovedora al heroísmo posterior de la desesperación. Si esto no puede dejar de hacer efecto en una época tan extraña, tan posterior al mundo primitivo, cuánto más conmovedor debería aparecer si nosotros llevásemos a nuestro punto de vista la época de la ginecocracia todavía no debilitada, rodeada del beneplácito de la religión. Las Danaides estaban justificadas en aquella concepción debilitada, puesto que ¡cuánto más grandioso, más justo aparece su crimen según la forma de pensar de aquel tiempo primitivo! Nosotros retenemos este aspecto, y así desaparece todo lo chocante, y lo que era incomprensible se hace inteligible. Desde el punto de vista de la ginecocracia, las mujeres no debían autoinmolarse, como Lucrecia, aunque Esquilo les atribuya esta idea para asustar con ella al pacífico Pelasgo; ellas no deben soportar, deben obrar, castigar el sacrilegio, mantener erguido el Derecho de la ginecocracia, el Derecho superior de la mujer, mediante el asesinato. Con el suicidio, hubieran vencido a los hombres, pero a cambio de sucumbir ellas. Por esto era digno de atención que las nupcias llegaran a celebrarse, con lo que el triunfo final del poder femenino resultaba más esplendoroso a partir del engañoso triunfo del Derecho masculino. Así las Danaides aparecen con la grandeza heroica de las Amazonas, que allí donde es válido defienden el derecho a su poder, y no prestan oído a ninguna consideración de ternura; nunca deben ser tiernas, y prefieren ser llamadas sanguinarias y terribles a amables y cariñosas. También en esto yace un aspecto de la naturaleza femenina que es razonable en aquella época, pero que sólo puede estar claro en el período de la ginecocracia más acabada.<br />
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El carácter amazónico de las Danaides es también indicado en la leyenda; el escoliasta a Apolonio llama a Mirtilo, el auriga de Enomao, hijo de Hermes y de la Danaide Faetusa, mientras que otros le dan como madre a la Amazona Mirto. De la epopeya que cantaba su lucha contra la codicia de sus primos, Clemente de Alejandría (Stromata) ha conservado dos versos, en los que las cincuenta doncellas se arman a orillas del Nilo, y en Esquilo el rey pelasgo, que se asombra de su extraño carácter dice:<br />
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“Si llevaseis arcos, os hubiera tomado<br />
por Amazonas sin marido, comedoras de carne cruda”.<br />
<br />
Las guerreras femeninas aparecen de preferencia como arqueras, especialmente en los vasos, para lo cual solamente recuerdo aquí los ya mencionados de los Museos Británico y de Karlsruhe. Este carácter aparece en su máximo nivel en las sangrientas nupcias de las Danaides, justamente del mismo modo que el amazonismo de las lemnias se muestra en el asesinato de los hombres. Tanto un crimen como el otro están tan dentro del espíritu de la antigua ginecocracia que yo no tengo reparos en reivindicar para el crimen de las Danaides la misma historicidad. Esta historicidad es completamente distinta a la que proporciona Tucídides. Historicidad y exactitud son dos cosas distintas. Los relatos de los tiempos pasados pueden no tener esto último. Se deben medir con su propia escala. Ningún detalle de la gran lucha con la que Hera buscaba castigar el crimen sacrílego de Io en sus descendientes tiene más pretensiones de crédito que otro. Pero la clave del suceso, la lucha por el poder entre familias emparentadas a causa de la preferencia del linaje femenino o masculino, no es ningún mito, sino un acontecimiento del género humano real, verosímil, sucedido más de una vez en condiciones semejantes. Quiero mencionar aquí solamente la lucha de los telebeos contra Electrión. Los telebeos arcanienses fueron a Tebas contra Electrión y reclamaron la propiedad que les pertenecía por su madre Hipotoe. Se inició una lucha en la cal sucumbieron los electriónidas. Pero el Derecho materno, que aquí se impone, es derribado por Heracles. Alcmena promete su mano y su poder al héroe que vengue a su padre y hermanos. Heracles se muestra aquí también como campeón del Derecho masculino (escolio a Apolonio). Crímenes como el de las Danaides son inventados en épocas cultas, arreglados según el gusto de los contemporáneos, suavizados en la mayoría de los casos, y debilitados en sus rasgos demasiado crueles. Las nupcias sangrientas de las Danaides sin darle ninguna poesía, pero tampoco sin quitársela.<br />
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Consideradas desde el punto de vista correcto, entonces todo se ordena en un conjunto comprensible. Lo extraño desaparece, lo incomprensible se hace inteligible. En efecto, se relaciona tan exactamente con el espíritu de la época antigua, con aquel de la antigua comedia, también llamada farsa, de los tiempos pasados, que el suceso parece estar ausente de la historia de la humanidad y de aquel periodo de ginecocracia sólo porque no queremos conocerlo. Durante tales épocas, nuestra raza ha pasado el control más sangriento. En efecto, muchas tradiciones son tratadas por nuestros contemporáneos solamente como farsas estúpidas de los tiempos pasados, porque con mucha frecuencia faltaba la clave para su comprensión, la familiaridad con sus ideas, y lo que es peor, el amor a la Antigüedad incluso en grandes eruditos.Ishtar Sylphidehttp://www.blogger.com/profile/16471709373863665717noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-3419014891433068839.post-74914443779895708602011-02-05T09:58:00.000-08:002011-03-13T09:10:53.672-07:00la necesidad de derechos específicos de las mujeres"En esos trabajos, también comencé a hablar de la necesidad de derechos específicos de las mujeres. Como he escrito en otro lugar, es mi opinión que la liberación de la mujeres no puede progresar sin realizar este paso, tanto en el nivel del reconocimiento social como en el nivel del crecimiento individual y de las relaciones comunitarias, entre mujeres y entre mujeres y hombres. Estas propuestas jurídicas fueron vistas con marcado interés y cierta desconfianza: interés de parte de los no especialistas, mujeres no feministas que comprendieron la importancia de lo que está en juego, interés también de parte de feministas en ciertos países que desde hace tiempo han estado preocupadas por la necesaria mediación de la ley en la liberación humana, y particularmente en la liberación de las mujeres. La resistencia viene a las mujeres de dos persuasiones diferentes. Las mujeres a favor del igualitarismo no comprenden la necesidad de derechos especiales para las mujeres; acuerdan en que deben ser obtenidos derechos iguales a los de los hombres; están listas para luchar en contra de la discriminación; pero no prestan atención al hecho de que las mujeres son forzadas a realizar elecciones específicas en sus relaciones con los hombres, y que las elecciones no pueden permanecer individuales o privadas sino que deben ser garantizadas por la ley: la libre elección de la maternidad, la elección de los ritmos de trabajo, la elección de la sexualidad, la elección de quien cuidará a los menores en caso de divorcio o de separación, sino también en el caso de matrimonios multiculturales donde los derechos positivos para las mujeres no les permite moverse desde el estado de naturaleza al estado de civilidad: la mayoría siguen siendo cuerpos-naturaleza [corps-nature], sujetos al Estado, a la Iglesia, al padre y al esposo, sin acceso al status de personas civiles responsables de sí mismas y la comunidad. Esta necesidad de derechos civiles específicos de las mujeres también es impugnada por mujeres que son más sensibles a la cultura política de la diferencia pero temen que la ley requiera la sujeción al Estado. Sin embargo, los derechos civiles para las personas individuales representan, por el contrario, una garantía que los ciudadanos pueden oponer al poder del Estado como tal; mantienen una tensión entre los individuos y el Estado, y pueden también asegurar la evolución de una sociedad controlada estatalmente hacia una sociedad civil, cuyo carácter democrático sería respaldado por los derechos individuales de la gente.<br />
<br />
Sólo puedo esperar que las mujeres comprendan y fomenten lo que está en juego en los derechos individuales, tanto porque esos derechos son esenciales para protegerlas y afirmar su identidad, como porque ellas están más preparadas, en tanto sujetos femeninos, para tener interés en los derechos que tienen que ver con las personas y con las relaciones entre ellas, más que en los derechos determinados por ventajas —posesiones, propiedades, pertenencias—, derechos que componen la mayoría de los códigos civiles masculinos. Se trataría pues de completar los códigos civiles y constituciones existentes con derechos para las mujeres y con derechos definidos de acuerdo a su espíritu [génie], es decir, más allá de la especificidad sexual, para los ciudadanos y ciudadanas en tanto que personas".<br />
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Luce Irigaray: <i>The Question of the Other</i>en Yale French Studies, nº 87, "AnotherLook, Another Woman", ed. Huffer, 1995, Yale University, trad. de Noah Guynn. <i>La question de l’autre</i> en Labrys: études féministes, numéro 1-2, juillet/décembre 2002. Traducción al español por Eduardo Mattio.Ishtar Sylphidehttp://www.blogger.com/profile/16471709373863665717noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-3419014891433068839.post-22841272919838144522011-02-05T09:56:00.001-08:002011-03-13T09:09:56.309-07:00la cuestión del otro"El foco principal de mi trabajo sobre la subjetividad femenina es, en cierto modo, el inverso que el de Beauvoir al menos en lo que concierne a la cuestión del otro. En lugar de decir, “yo no quiero ser lo otro del sujeto masculino y, a fin de evitar ser lo otro, exijo ser su igual”, digo: “La cuestión del otro ha sido pobremente formulada en la tradición occidental, pues el otro es siempre visto como el otro de lo mismo, el otro del sujeto mismo, más que un otro sujeto [un autre sujet], irreductible al sujeto masculino y de una dignidad equivalente”. Todo se reduce a la misma cosa: en nuestra tradición nunca hubo en verdad un otro del sujeto filosófico, o más generalmente, del sujeto político y cultural. El otro —De la otra mujer, el subtítulo de Speculum— debe ser comprendido como un sustantivo. En francés, pero también en otras lenguas, tales como el italiano o el inglés, este sustantivo se supone que designa al hombre y a la mujer. Con su subtítulo, quise mostrar que el otro no es, de hecho, neutral, ni gramatical, ni semánticamente, que no es, o que ya no es, posible designar indiferentemente tanto al sujeto masculino como al femenino usando la misma palabra. Esta práctica es habitual en la filosofía, la religión, y la política: hablamos de la existencia del otro, del amor al otro, de la ansiedad que el otro provoca, etc. Pero no nos interrogamos acerca de quién o qué es lo que el otro representa. Esta falta de precisión en la definición de la alteridad del otro ha paralizado al pensamiento —incluyendo al método dialéctico— en un sueño idealista apropiado por un sujeto (masculino) individual, en la ilusión de un absoluto único, y ha abandonado la religión y la política a un empirismo que fundamentalmente carece de ética al menos en lo que concierne al respeto de los otros. De hecho, si el otro no es definido en su realidad efectiva, no es más que otro yo, no un otro verdadero; puede así ser más o menos como yo, y puede tener más o menos que yo. Puede así representar la (mi) absoluta grandeza o la (mi) absoluta perfección, lo Otro: Dios, el Soberano, el logos; puede designar lo más pequeño o lo más empobrecido: el niño, el enfermo, el pobre, el extranjero; puede nombrar a aquel que yo creo mi igual. Verdaderamente no hay otro en todo esto, sólo más de lo mismo: más pequeño, más grande, igual a mí.<br />
<br />
En lugar de rechazar el ser el otro género, el otro sexo, lo que pido es ser considerada como realmente una otra [une autre], irreductible al sujeto masculino. Desde este punto de vista, el subtítulo de Speculum podría haber parecido ofensivo a Simone de Beauvoir: de la otra mujer. En el momento de su publicación, le envié mi libro de muy buena fe, esperando su respaldo en las dificultades que encontré. Nunca recibí una respuesta, y es sólo recientemente que he llegado a comprender la razón de su silencio. Sin duda debo haberla ofendido sin quererlo. Había leído la “Introducción” al Segundo sexo mucho antes de escribir Speculum, y ya no recordaba lo que estaba en juego en la problemática del otro en el trabajo de Beauvoir. Quizás, por su parte, no comprendió que para mí mi sexo y mi género no eran de ningún modo “segundos”, sino que los sexos y los géneros son dos, sin que haya primero o segundo.<br />
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A mi modo de ver, y en la total ignorancia de su trabajo, seguí una problemática cercana a la de las promotoras americanas del neofeminismo, un feminismo de la diferencia, más estrechamente vinculado a la revolución cultural de Mayo del ’68 que al feminismo igualitarista de Beauvoir. Recordemos, brevemente, lo que está en juego en esta problemática: la explotación de la mujer tiene lugar en la diferencia entre los géneros y por eso deber ser resuelta en la diferencia más que en su abolición. En Speculum, interpreto y critico cómo el sujeto filosófico, históricamente masculino, ha reducido todo otro a la relación consigo mismo —complemento, proyección, reverso, instrumento, naturaleza— dentro de su mundo, de su horizonte. Tanto a través de los textos freudianos como a través de los principales sistemas filosóficos de nuestra tradición, muestro cómo el otro es siempre el otro de lo mismo y no un verdadero otro.<br />
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Así mis críticas de Freud se limitan a una misma interpretación: Ud. (Freud) sólo ve la sexualidad, y más generalmente la identidad, de la niña, de la adolescente, o de la mujer en términos de la sexualidad o de la identidad del niño, del adolescente o del hombre. Por ejemplo, en su visión, el auto-erotismo de la niña sólo existiría en tanto ella continúa confundiendo su clítoris con un pequeño pene; en otras palabras, ella imagina que tiene el mismo órgano sexual que un chico. Cuando descubre, a través de su madre, que la mujer no tiene el mismo órgano sexual que el hombre, la niña renuncia al valor de su identidad femenina en orden a volver hacia su padre, hacia el hombre, y busca obtener un pene por procuración. Todos sus esfuerzos están dirigidos hacia la conquista del órgano sexual masculino. Entonces la concepción y la generación de un niño tiene una única meta: la apropiación del pene o del falo; y siendo este el caso, un niño varón es preferible a una niña mujer. Así, un matrimonio no es exitoso, una mujer no puede volverse una buena esposa, hasta que da a su esposo un niño varón.<br />
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Hoy tal descripción puede causar gracia a muchas mujeres, y aún a muchos hombres. Pero hace unos pocos años, escasamente veinte años atrás, una mujer que dirigiera nuestra atención hacia el asombroso machismo de nuestra cultura era burlada y no se le permitía enseñar en la universidad. Aún hoy las cosas no se han vuelto tan claras como podría parecer. En verdad, un poco de luz ha sido derramada sobre este sujeto, pero, si la teoría freudiana es machista, lo es por la reproducción del orden sociocultural existente: Freud, en este sentido, no inventó el machismo; meramente lo constató. Donde él se equivocó es en los medios de curación: como de Beauvoir, no reconoce al otro como otro; y, aunque de distinto modo, ambos proponen que el hombre sigue siendo el modelo único de subjetividad, históricamente masculino.<br />
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En el mejor de los casos, este modelo singular permitiría un malabarismo entre lo uno y lo múltiple, pero el uno sigue siendo el modelo que, más o menos abiertamente, controla la jerarquía de la multiplicidad: el singular es único e/pero ideal, el Hombre. La singularidad concreta no es más que una copia, una imagen. La visión platónica del mundo, su noción de verdad, es, en cierto sentido, el reverso de la realidad empírica cotidiana: tú crees que eres una realidad, una verdad singular, pero eres solamente una copia relativamente buena de una idea perfecta de ti mismo situada fuera de ti.<br />
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Aquí también, no podemos reírnos demasiado pronto, pues debemos primero considerar la pertinencia que aún tiene tal concepción del mundo: somos criaturas de carne pero también de palabra, naturaleza pero también cultura. Ahora bien, criaturas de cultura significa criaturas de la idea, encarnaciones que se ajustan, más o menos, al modelo ideal. A menudo, a fin de estar a la altura de este modelo, imitamos, copiamos como criaturas, lo que percibimos como ideal. Todos estos son modos platónicos de ser y de hacer, y todos se adecuan a la noción masculina de verdad. Aun en la situación contraria constituida por el privilegio de lo múltiple sobre lo uno, una inversión muy corriente llamada a menudo democracia, aun en el privilegio de lo otro sobre el sujeto, del tú sobre el yo (estoy pensando, por ejemplo, en ciertas obras de Buber y en cierta parte del trabajo de Lévinas en el que estos privilegios son quizás más morales y teológicos que filosóficos), permanecemos en el modelo oculto de lo uno y de lo múltiple, de lo uno y de lo mismo, en el que un sujeto único declina un sentido en lugar del otro. Del mismo modo, al privilegiar la singularidad concreta sobre la singularidad ideal no nos permitimos el privilegio de una categoría universal válida para todos los hombres y mujeres. De hecho, cada singularidad concreta no puede decretar un ideal válido para todos los hombres y todas las mujeres, y, para asegurar la cohabitación entre sujetos, particularmente dentro de la república, es necesario un mínimo de universalidad.<br />
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Para salir de este modelo todopoderoso de lo uno y de lo múltiple, debemos pasar al dos [au deux], un dos que no es una replicación de lo mismo, donde uno no es más amplio y otro más pequeño, sino hecho de dos que son verdaderamente diferentes. El paradigma del dos se encuentra en la diferencia sexual. ¿Por qué allí? Porque es allí que existen dos sujetos que no deberían ser ubicados en una relación jerárquica, y porque esos dos sujetos comparten la meta común de preservar la especie humana y desarrollar la cultura, mientras se asegura el respeto de sus diferencias.<br />
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Mi primer gesto teórico fue entonces extraer el dos de lo uno, el dos de lo múltiple, el otro de lo mismo, y hacer eso horizontalmente, suspendiendo la autoridad del Uno: del hombre, del padre, del líder, del único dios, de la verdad singular, etc. Se trataba de hacer emerger el otro de lo mismo, rechazar el ser reducido a lo otro de lo mismo, a un otro o una otra de lo uno, no volviéndose él o como él, sino constituyéndome como un sujeto autónomo y diferente.<br />
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Claramente este gesto pone en cuestión nuestra entera práctica teórica y práctica, particularmente el platonismo, pero sin un gesto semejante no podemos hablar de la liberación de las mujeres, ni de una conducta ética frente al otro, ni de la democracia. Sin un gesto tal, la filosofía misma se arriesga a desaparecer, vencida junto con otras cosas por el uso de técnicas que, en la construcción del logos, socavan la subjetividad del hombre, una victoria más fácil y más rápida si la mujer no conservara aún el polo de naturaleza que resiste a la techné masculina. La existencia de dos sujetos es probablemente la única cosa que puede devolver el sujeto masculino a su ser, y esto gracias al acceso de la mujer a su propio ser. Para conseguir esta meta, el sujeto femenino ha de ser liberado del mundo del hombre para hacer el camino para un escándalo filosófico: el sujeto no es uno, ni único.<br />
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Las mediaciones necesarias al sujeto femenino<br />
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Luego y al mismo tiempo, a este sujeto femenino, apenas definido, sin contornos ni bordes, sin normas ni mediaciones, fue necesario darle algunas referencias para que pudiera subsistir y asegurar su devenir. Después de esta fase crítica en mi trabajo que estaba dirigida a una filosofía y una cultura monosubjetiva, monosexualizada, patriarcal y falocrática, intenté definir algunas características del sujeto femenino, características que eran necesarias para afirmarlo como tal, por temor de que pudiera sucumbir una vez más a la indiferenciación, a la subordinación del sujeto único. Una de las dimensiones importantes de esta asistencia al devenir del sujeto femenino, y así de mi propio devenir, fue escapar de un poder genealógico único, fue afirmar: “nací de hombre y de mujer, y que la autoridad genealógica pertenece tanto al hombre como a la mujer”. Era así necesario recuperar las genealogías femeninas del olvido, no para reprimir pura y simplemente la existencia del padre, en un tipo de inversión caro a los últimos métodos filosóficos, sino para volver a la realidad del dos. Pero es verdad que lleva tiempo reencontrar y restablecer este dos, y que no puede ser el trabajo de una única mujer.<br />
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Aparte del retorno y de la reconciliación con la genealogía, con las genealogías femeninas —que todavía está muy lejos— era necesario dotar a la mujer, a las mujeres de un lenguaje, de imágenes y de representaciones que les resulten apropiadas: en un nivel cultural, aún en un nivel religioso, Dios es el gran cómplice del sujeto filosófico. Comencé a trabajar en esto en Speculum y en Este sexo que no es uno y continué el proyecto particularmente en Sexo y parentesco, en El tiempo de la diferencia y en Yo, tú, nosotras. En esos trabajos, discutí las particularidades del mundo femenino, un mundo diferente del del hombre, con respecto al lenguaje, con respecto al cuerpo (a la edad, a la salud, a la belleza, y por supuesto, a la maternidad), con respecto al trabajo, con respecto a la naturaleza y al mundo de la cultura. Dos ejemplos: intenté mostrar que el desarrollo de la vida es diferente para la mujer que para el hombre, ya que el las mujeres está constituido por estadios físicos mucho más pronunciados (pubertad, pérdida de la virginidad, maternidad, menopausia) y requiere un devenir subjetivo que es mucho más complejo que el del hombre. En lo que se refiere al trabajo, muestro que la justicia socio-económica no consiste meramente en poner en práctica una regla —“igual pago por igual trabajo”— sino también en el respeto y la valorización de las mujeres en términos de elección de los fines y los medios de producción, de cualificación profesional, de relaciones en el lugar de trabajo, de reconocimiento social del trabajo, etc."<br />
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Luce Irigaray: <i>The Question of the Other</i> en Yale French Studies, nº 87, "AnotherLook, Another Woman", ed. Huffer, 1995, Yale University, trad. de Noah Guynn. <i>La question de l’autre</i> en Labrys: études féministes, numéro 1-2, juillet/décembre 2002. Traducción al español por Eduardo Mattio.Ishtar Sylphidehttp://www.blogger.com/profile/16471709373863665717noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-3419014891433068839.post-55835401233040384392011-02-01T06:06:00.000-08:002011-02-01T06:06:06.852-08:00eran pacíficos y femeninosHoy nos hemos enfrentado unos y otras. Antonio Gala también cuenta la historia del matriarcado de esta manera. "Las mujeres eran más maduras, quizá más dominantes... Lo que hoy llamamos femenino era para ellas un defecto, ha habido tiempos en que los dos sexos eran a la vez pacíficos y femeninos pero también destructivos y masculinos. No creo que nosotras hayamos nacido en el mejor momento, ni en el más natural. Quizá porque hoy nuestros problemas son individuales, porque cada uno o cada una es un caso singular que cada uno o cada una tiene que resolver. Hasta hubo una época en que los hombres eran sensibles y delicados como mujeres, primorosos y desconfiados entre ellos; engalanados y presumidos, con largas melenas rizadas muy dados a conversar junto al fuego en invierno y a reír de cualquier cosa. Herodoto visitó Egipto y cuenta de los habitantes del Nilo que eran las mujeres las que compraban y vendían en el mercado mientras que los hombres tejían en casas. Las mujeres transportaban las cargas sobre los hombros; los hombres en la cabeza. Ellas orinaban de pie; ellos sentados o en cuclillas. Quiero decir entonces que hoy hemos inventado el psicoanálisis. O quizá algo peor. Nos hemos enfrentado unos y otras."Ishtar Sylphidehttp://www.blogger.com/profile/16471709373863665717noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-3419014891433068839.post-48250479388553951652011-02-01T05:59:00.000-08:002011-03-08T05:55:52.334-08:00el matriarcadoA Johann Jacob Bachofen se le recuerda principalmente por su teoría del matriarcado (en alemán, Mutterrecht, que significa literalmente «Derecho materno»), título de su fecunda obra El matriarcado: Una investigación sobre el carácter religioso y jurídico del matriarcado en el mundo antiguo (1861). Ésta presentó una visión radicalmente nueva del papel de la mujer en una amplia gama de sociedades antiguas.<br />
Bachofen recopiló y se basó en numerosa documentación con el objeto de demostrar que la maternidad es la fuente de la sociedad humana, de la religión, la moralidad, y el «decoro», escribiendo sobre las antiguas sociedades de Licia, Creta, Grecia, Egipto, la India, Asia central, África del norte, y España. Concluyó el trabajo conectando el derecho arcaico de la madre con la veneración cristiana a la Virgen María. Las conclusiones de Bachofen sobre el matriarcado arcaico todavía encuentran eco hoy en día. Hubo poca reacción inicial a la teoría de Bachofen de la evolución cultural, en gran parte debido a su estilo literario impenetrable; pero eventualmente, así como una crítica furiosa, el libro incitó a varias generaciones de etnólogos, filósofos sociales, e incluso escritores: Friedrich Engels, que utilizó a Bachofen para sus Orígenes de la familia, de la propiedad privada y del Estado, Thomas Mann, Erich Fromm, Robert Graves, Rainer Maria Rilke, Lewis Henry Morgan, Jane Ellen Harrison, que se sintió inspirada por Bachofen para dedicar su carrera a la mitología, a Joseph Campbell, a Otto Gross y a Julius Evola.<br />
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Bachofen propuso cuatro fases de la evolución cultural supuestamente superadas:<br />
1.Hetairismo. Una fase «telúrica», nómada y salvaje, caracterizada según él por el comunismo y el poliamor. La deidad predominante habría sido, una proto-Afrodita terrena. <br />
2.Das Mutterecht. Una fase «lunar» matriarcal basada en la agricultura, caracterizada por la aparición de los cultos mistéricos ctónicos y de la ley. La deidad predominante habría sido un temprano Deméter, según Bachofen. <br />
3.La dionisiaca. Una fase transitoria en la que las tradiciones habrían sido masculinizadas, en la medida en que el patriarcado empezaba a emerger. La deidad predominante, el Dionisos original. <br />
4.La apolínea. La fase «solar» patriarcal, en la cual todo rastro de matriarcado y de pasado dionisiaco fue suprimido y surgió la civilización moderna.<br />
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Analizando el punto de vista de Bachofen, Engels concluyó en su obra mencionada que:<br />
1.el hombre vivió originalmente en un estado de promiscuidad sexual, para describir el cual Bachofen utiliza el término erróneo de «hetairismo»; <br />
2.tal promiscuidad excluye cualquier certeza de la paternidad, y que se podría por lo tanto remontar el parentesco solamente en la línea femenina, según El matriarcado, y que era originalmente el caso éste entre todos los pueblos de la antigüedad; <br />
3.a partir de las mujeres, en tanto que madres, eran los únicos padres de la generación más joven que eran sabidos con certeza, ella llevó a cabo una posición de tal alto respeto y honor que se convirtió en la fundación, en el concepto de Bachofen, de una regla regular de las mujeres (ginecocracia); <br />
4.la transición a la monogamia, por la que la mujer pertenece a un solo hombre, implicó una violación de una ley religiosa primitiva (es decir, realmente una violación del derecho tradicional de los demás hombres a esa mujer), y para expiar esta violación o comprar la indulgencia por ello, la mujer tuvo que entregarse ella misma por un período limitado. (Friedrich Engels, 1891: véase el enlace externo pertinente, más abajo). <br />
Aunque Bachofen aplicó teorías evolutivas al desarrollo de la cultura de una forma que ya no se considera válida, aunque la arqueología y el análisis literario contemporáneos han invalidado muchos detalles de sus conclusiones históricas, el origen de todos los estudios posteriores del papel de mujeres en la antigüedad clásica está en Bachofen, bien siguiendo la pista de sus conclusiones, bien corrigiéndolas, bien negándolas.<br />
Si bien, en la medida en que sus investigaciones y conclusiones están basadas en una interpretación ciertamente imaginativa de la evidencia arqueológica existente de su tiempo, podría decirse que este modelo nos dice en el fondo tanto sobre el propio tiempo de Bachofen como del pasado remoto que pretendió describir.Ishtar Sylphidehttp://www.blogger.com/profile/16471709373863665717noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-3419014891433068839.post-13952926871365762922011-01-29T04:33:00.003-08:002011-07-21T13:02:07.178-07:00Simone de Beauvoir, se nace mujer o se haceBeauvoir, Irigaray tienen diferentes posturas sobre las estructuras fundamentales mediante las cuales se reproduce la asimetría entre los géneros. La primera apela a la reciprocidad fallida de una dialéctica que es asimétrica, y la segunda argumenta que la dialéctica en sí es la construcción monológica de una economía significante masculinista, es decir, que ni siquiera existiría dialéctica. Beauvoir afirma que el cuerpo femenino debe ser la situación y el instrumento de la libertad de las mujeres, no una esencia definidora y limitadora. La teoría de la encarnación en que se asienta el análisis de Beauvoir está restringida por la reproducción sin reservas de la distinción cartesiana entre libertad y cuerpo.<br />
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Parece que Beauvoir mantiene el dualismo mente/cuerpo, aun cuando ofrece una síntesis de esos términos. La preservación de esa misma distinción puede ser reveladora del mismo falogocentrismo que Beauvoir subestima. En la tradición filosófica que se inicia con Platón y sigue con Descartes, Husserl y Sartre, la diferenciación ontológica entre alma (conciencia, mente) y cuerpo siempre defiende relaciones de subordinación y jerarquía política y psíquica. La mente no sólo somete al cuerpo, sino que eventualmente juega con la fantasía de escapar totalmente de su corporeidad. Las asociaciones culturales de la mente con la masculinidad y del cuerpo con la feminidad están bien documentadas en el campo de la filosofía y el feminismo.<br />
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En la interpretación de Irigaray, la explicación de Beauvoir de que la mujer "es sexo" se modifica para significar que ella no es el sexo que estaba destinada a ser, sino más bien el sexo masculino encore (y en corps) que discurre en el modo de la otredad. Para Irigaray, ese modo falogocéntrico de significar el sexo femenino siempre genera fantasmas de su propio deseo de ampliación. En vez de una postura lingüístico-autolimitante que proporcione la alteridad o la diferencia a las mujeres, el falogocentrismo proporciona un nombre para ocultar lo femenino y ocupar su lugar.<br />
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Irigaray afirmará que el "sexo" femenino es una cuestión de ausencia lingüística, la imposibilidad de una sustancia gramaticalmente denotada y, por esta razón, la perspectiva que muestra que esa sustancia es una ilusión permanente y fundacional de un discurso masculinista.<br />
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Este argumento da la vuelta a aquello que sostiene Beauvoir de que el sexo femenino está marcado, mientras que el sexo masculino no lo está, no necesita estarlo porque es omnipresente.<br />
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Pero Irigaray sostiene que el sexo femenino no es una "carencia" ni un "Otro" que inherente y negativamente define al sujeto en su masculinidad. Por el contrario, el sexo femenino evita las exigencias mismas de representación, porque ella no es ni "Otro" ni "carencia", pues esas categorías siguen siendo relativas al sujeto sartreano, inmanentes a ese esquema falogocéntrico. Así pues, para Irigaray lo femenino nunca podría ser la marca de un sujeto, como afirmaría Beauvoir. Asimismo, lo femenino no podría teorizarse en términos de una relación específica entre lo masculino y lo femenino dentro de un discurso dado, ya que aquí el discurso no es una noción adecuada. Incluso en su variedad, los discursos crean otras tantas manifestaciones del lenguaje. Así pues el sexo femenino es también el sujeto que no es uno. La relación entre masculino y femenino no puede representarse en una economía significante en la que lo masculino es un círculo cerrado de significante y significado. Paradójicamente, Beauvoir anunció esta imposibilidad en El segundo sexo al alegar que los hombres no podían llegar a un acuerdo respecto al problema de las mujeres porque entonces estarían actuando como juez y parte.<br />
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El resultado de divergencias tan agudas sobre el significado del género es más acerca de si género es realmente el término que debe examinarse, o si la construcción discursiva de sexo es de hecho más fundamental o tal vez mujeres o mujer y/o hombres y hombre, y hace necesario replantearse las categorías de identidad en el ámbito de relaciones de radical asimetría de género.<br />
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Simone de Beauvoir afirma en El segundo sexo que "no se nace mujer: llega una a serlo". Para Beauvoir, el género se "construye", pero en su planteamiento queda implícito un agente, un cogito, el cual en cierto modo adopta o se adueña de ese género y en principio podría aceptar algún otro. ¿Es el género tan variable y volitivo como plantea el estudio de Beauvoir?<br />
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Beauvoir sostiene rotundamente que una "llega a ser" mujer, pero siempre bajo la obligación cultural de hacerlo. Y es evidente que esa obligación no la crea el "sexo". <br />
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Si se los toma como la base de una teoría o política feminista, estos "efectos" de la jerarquía de género y de la heterosexualidad obligatoria no sólo se detallan erróneamente como fundamentos, sino que las prácticas significantes que hacen posible esta descripción metaléptica errónea continúan estando fuera del alcance de una crítica feminista de las relaciones entre géneros.<br />
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Introducirse en las prácticas repetitivas de este terreno de significación no es una elección , pues el "yo" que podría entrar ya está siempre dentro: no hay posibilidad de que el agente actúe ni tampoco hay posibilidad de realidad fuera de las prácticas discursivas que otorgan a esos términos la inteligibilidad que poseen. La tarea no es saber si hay que repetir, sino cómo repetir o de hecho repetir y mediante una multiplicación radical de género, desplazar las mismas reglas de género que permiten la propia repetición.<br />
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No hay una ontología de género sobre la que podamos elaborar una política, porque las ontologías de género siempre funcionan dentro de contextos políticos determinados como preceptos normativos: deciden qué se puede considerar sexo inteligible, usan y refuerzan las limitaciones reproductivas sobre la sexualidad, determinan los requisitos preceptivos mediante los cuales los cuerpos sexuados o con género llegan a la inteligibilidad cultural. Por tanto, la ontología no es un fundamento, sino un precepto normativo que funciona insidiosamente al introducirse en el discurso político como su base necesaria.<br />
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La deconstrucción de la identidad no es la deconstrucción de la política; más bien instaura como política los términos mismos con los que se estructura la identidad.<br />
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Las configuraciones culturales del sexo y el género podrían entonces multiplicarse o más bien su multiplicación actual podría estructurarse dentro de los discursos que determinan la vida cultural inteigible, derrocando el propio binarismo del sexo y revelando su antinaturalidad fundamental. ¿Qué otras estrategias locales que comprometan lo "no natural" podrían conducir a la desnaturalización del género como tal?<br />
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Este artículo lo he escrito basándome en la obra de Judith Butler, profesora de filosofía de la Universidad de Berkeley, y de su libro "El género en disputa: el feminismo y la subversión de la identidad".<br />
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También hay datos que me interesa reflejar, enfocándolos desde la historia concreta de por qué este día especial se considera contra la violencia de las mujeres, y en él se dice que ya van 64 mujeres muertas por violencia, siempre cuando pasa el tope de 60 esto ya lo vengo haciendo desde hace por lo menos 4 años, miro el mes en que estamos, y veo que si pasa de 60 que sería la estadística estandar anual, pues está reflejando otra vez la misma estadística, e incluso todavía nos queda diciembre, es decir, que este año vemos como continuamente se repite la historia.<br />
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Aquí mi comunidad ha puesto un cartel por las calles que dice Te amo/=(no es igual a) Tu amo.<br />
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Por mi parte voy a aportar algunos datos más, del año 2010, el Delegado de igualdad de género, el sr. Lorente, ha dicho que uno de cada tres adolescentes es potencialmente un maltratador o puede estar en riesgo de ser un maltratador. Un 5% de chicas de 17 años han sufrido algún tipo de violencia de género, una cifra altísima, un 18’9%, una de cada 5 mujeres o chicas además podría ser maltratada en un futuro porque justifica el sexismo y la agresión como forma de enfrentarse a conflictos. Es lo que han aprendido en sus casas, ten en cuenta. Hace unos meses habíamos sabido que había muerto una mujer al precipitarse de un 6º piso al discutir con su marido o su ex pareja. Las denuncias por violencia de género han aumentado un 9%, algunos dicen que la prevención en las escuela funciona. Sin embargo, chicas muy jóvenes cerca de casa que toleran actitudes inaceptables, estas chicas jóvenes han aprendido estas actitudes en su entorno y en su casa. Una de las razones por las cuales es en las escuelas donde deberíamos estar educando a los niños y a los jóvenes realmente en educación emocional y social, y esto no se hace, porque qué es esto, porque en realidad, en lo afectivo le damos educación sexual, pero es algo muy frío, muy higiénico, no les estamos dando educación afectiva que es esto de lo que te estoy hablando, por ejemplo, en el que explicas a las personas qué sentimientos las habitan, qué puedes hacer con estos sentimientos, cómo los pueden gestionar. Y esto ¿por qué no lo enseñamos en las escuelas?, ¿por qué no enseñamos formas de resolver conflictos de forma creativa, de forma comunicativa, formas de expresar la ira y creo que una de las respuestas más eficaces y es que está desde las escuelas, y en prevenir este tipo de comportamientos, porque es evidente que no todo el mundo tiene la suerte de vivir en entornos donde aprenden las cosas.Ishtar Sylphidehttp://www.blogger.com/profile/16471709373863665717noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-3419014891433068839.post-90181184826991822882011-01-29T04:33:00.001-08:002011-03-14T13:51:41.198-07:00actos corporales subversivos, Judtih ButlerJudith Butler, el género en disputa.-<br />
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Simone de Beauvoir afirmó en El segundo sexo que “no se nace mujer: llega uno a serlo”. La frase es extraña, parece incluso no tener sentido, porque ¿cómo puede una llegar a ser mujer si no lo era desde antes? ¿Y quién es esta “una” que llega a serlo? ¿Hay algún ser humano que llegue a ser de su género en algún momento? ¿Es razonable afirmar que este ser humano no era de su género antes de llegar a ser su género? ¿Cómo llega uno a ser de un género? ¿Cuál es el momento o el mecanismo de la construcción del género? Y, tal vez lo más importante, ¿cuándo llega este mecanismo al escenario cultural para convertir al sujeto humano en un sujeto con género? ¿Hay personas que no hayan tenido un género ya desde siempre? La marca de género está para que los cuerpos puedan considerarse cuerpos humanos; el momento en que un bebé se humaniza es cuando se responde a la pregunta “¿Es niño o es niña?” Las figuras corporales que no caben en ninguno de los géneros están fuera de lo humano y en realidad conforman e campo de lo deshumanizado y lo abyecto contra lo cual se conforma lo humano. Si el género siempre está allí, estableciendo con antelación lo que constituye lo humano, ¿cómo podemos hablar de un humano que llega a ser de su género, como si el género fuera una posdata o algo que se le ocurre más tarde a la cultura?<br />
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Obviamente Beauvoir únicamente quería decir que la categoría de las mujeres es un logro cultural variable, una sucesión de significados que se adoptan o se usan dentro de un ámbito y que nadie nace con un género: el género siempre es adquirido. Por otra parte, Beauvoir estaba dispuesta a declarar que se nace con un sexo, como un sexo, sexuado, y que ser sexuado y ser humano son términos parelelos y simultáneos; el sexo es un atributo analítico de lo humano; no hay humano que no sea sexuado; el sexo no crea el género, y no se puede afirmar que el género refleje o exprese el sexo; en realidad, para Beauvoir, el sexo es inmutablemente fáctico, pero el género se adquiere y aunque el sexo no puede cambiarse -o eso opinaba ella-, el género es la construcción cultural variable del sexo: las múltiples vías abiertas de significado cultural originadas por un cuerpo sexuado.<br />
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La teoría de Beauvoir tenía consecuencias aparentemente radicales que ella misma no contempló Por ejemplo, si el sexo y el género son radicalmente diferentes, entonces no se desprende que ser de un sexo concreto equivalga a llegar a ser de un género concreto; dicho de otra forma, “mujer” no necesariamente es la construcción cultural del cuerpo femenino, y “hombre” tampoco representa obligatoriamente a un cuerpo masculino. Esta afirmación radical de la división entre sexo/género revela que los cuerpos sexuados pueden ser muchos géneros diferentes y además que el género en sí no se limita necesariamente a los dos géneros habituales. Si el sexo no limita al género entonces quizás haya géneros -formas de interpretar cuturalmente el cuerpo sexuado- que no estén en absoluto limitados por la dualidad aparente del sexo. Otra consecuencia es que si el género -formas de interpretar culturalmente el cuerpo sexuado- que no estén en absoluto limitados por la dualidad aparente del sexo. Otra consecuencia es que si el género es algo en que uno se convierte- pero que uno nunca puede ser-, entonces el género en sí es una especie de transformación o actividad, y ese género no debe entenderse como un sustantivo, una cosa sustancial o una marca cultural estática, sino más bien como algún tipo de acción constante y repetida. Si el género no está relacionado con el sexo, ni causal ni expresivamente, entonces es una acción que puede reproducirse más allá de los límites binarios que impone el aparente binarismo del sexo. En realidad, el género sería una suerte de acción cultural/corporal que exige un nuevo vocabulario que instaure y multiplique participios presentes de diversos tipos, categorías resignificables y expansivas que soporten las limitaciones gramaticales binarias, así como las limitaciones sustancializadoras sobre el género. Pero ¿cómo podría tal proyecto entenderse culturalmente y no convertirse en una utopía vana e imposible?<br />
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“No se nace mujer”. Monique Wittig repite esa frase en un artículo que lleva el mismo título, aparecido en Feminist Issues. Pero ¿qué clase de alusión y representación de Beauvoir propone Monique Wittig? Dos de sus afirmaciones la acercan a Beauvoir y a la vez la alejan de ella: la primera, que la categoría de sexo no es ni invariable ni natural, más bien es una utilización específicamente política de la categoría de naturaleza que obedece a los propósitos de la sexualidad reproductiva. En definitiva, no hay ningún motivo para clasificar a los cuerpos humanos en los sexos masculino y femenino a excepción de que dicha clasificación sea útil para las necesidades económicas de la heterosexualidad y le proporcione un brillo naturalista a esta intuición.<br />
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Por consiguiente, para Wittig no hay ninguna división entre sexo y género; la categoría de “sexo” no es ni invariable ni natural, más bien es una utilización específicamente política de la categoría de naturaleza que obedece a los propósitos de la sexualidad productiva. En definitiva, no hay ningún motivo para clasificar a los cuerpos humanos en los sexos masculino y femenino a excepción de que dicha clasificación sea útil para las necesidades económicas de la heterosexualidad y le proporcione un brillo naturalista a esta institución. Por consiguiente, para Wittig no hay ninguna división entre sexo y género; la categoría de “sexo” es en sí una categoría con género, conferida políticamente, naturalizada pero no natural. La segunda afirmación, más o menos antiintuitiva, que hace Wittig es la siguiente: una lesbiana no es una mujer. Una mujer afirma sólo existe como un término que fija y afianza una relación binaria y de oposición con un hombre; para Wittig, esa relación es la heterosexualidad. Una lesbiana dice al repudiar la heterosexualidad ya no se define en términos de esa relación de oposición. En realidad, una lesbiana va más allá, según ella, de la oposición binaria entre mujer y hombre; no es ni mujer ni hombre; pero asimismo no tiene sexo; trasciende las categorías del sexo. Al rechazar esas categorías, la lesbiana (los pronombres son aquí un problema) revela la constitución cultural contingente de esas categorías y la hipótesis tácita pero permanente de la matriz heterosexual. Así pues podríamos afirmar que para Wittig, no se nace mujer sino que se llega a serlo; pero además no se nace de género femenino, se lega a serlo y todavía va más allá: si una quisiera podría no llegar a ser ni de género femenino ni masculino, ni mujer ni hombre. En realidad, la lesbiana parece ser un tercer género o como detallaré más tarde una categoría que problematiza radicalmente el sexo y el género en tanto categorías políticas estables de descripción.<br />
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Wittig afirma que la discriminación lingüística de “sexo” afianza el procedimiento político y cultural de la heterosexualidad obligatoria. Esta relación de heterosexualidad sostiene Wittig no es ni recíproca ni binaria en el sentido habitual; “sexo” es desde siempre femenino, y únicamente hay un sexo, el femenino. Ser masculino es no estar “sexuado”; estar “sexuado” siempre es una forma de hacerse particular y relativo y los hombres incluidos dentro de este sistema intervienen con la forma de persona universal. Así pues según Wittig el sexo femenino no denota ningún otro sexo, como en “sexo masculino”; el sexo femenino sólo se denota a sí mismo, imbricado, por así decirlo, en el sexo, encerrado en lo que Beauvoir denominaba el círculo de inmanencia. Puesto que el sexo es una interpretación política y cultural del cuerpo, no hay una diferenciación entre sexo y género en los sentidos habituales; el género está incluido en el sexo, y el sexo ha sido género desde el comienzo. Wittig alega que dentro de este conjunto de relaciones sociales obligatorias, las mujeres quedan impregnadas ontológicamente de sexo; son su sexo y a la inversa el sexo es obligatoriamente femenino.<br />
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Wittig cree que un sistema de significación opresivo para mujeres, gays y lesbianas genera discursivamente el “sexo” y lo pone en movimiento. Aunque Irigaray afirma que “el sujeto siempre es ya masculino”, Wittig refuta la idea de que “el sujeto” sea exclusivamente territorio masculino. Para ella, la plasticidad misma del lenguaje se opone a establecer la posición del sujeto como masculina. En realidad, la hipótesis de un sujeto hablante absoluto es, según Wittig, el objetivo político de las “mujeres” que si se consigue suprimirá completamente la categoría de “mujeres”. Una mujer no puede utilizar la primera persona “yo” porque, como mujer, la hablante es “particular” (relativa, interesada, de perspectiva), e invocar el “yo” implica la capacidad de hablar por y como el ser humano universal: “Un sujeto relativo es inconcebible, un sujeto relativo no hablaría para nada”. Basándose en la hipótesis de que hablar da por sentado e invoca de manera implícita la totalidad del lenguaje, Wittig define al sujeto hablante afirmando que al decir “yo” “se vuelve a adueñar del lenguaje como totalidad, procediendo sólo desde uno mismo, con el poder de utilizar todo el lenguaje”. Esta fundamentación absoluta del “yo” hablante adquiere dimensiones divinizadas dentro del razonamiento de Wittig. El privilegio de decir “yo” crea un yo soberano, un centro de plenitud y poder absolutos; hablar establece “el supremo acto de subjetividad”. Esta llegada a la subjetividad es la destrucción del sexo y por consiguiente de lo femenino: “Ninguna mujer puede decir yo sin caer para sí misma un sujeto total, es decir, sin género, universal, entero”.<br />
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Wittig continúa especulando sobre la naturaleza de lenguaje y el “ser”, que coloca su propio proyecto político dentro del discurso tradicional de la ontoteología. Para ella la ontología primaria del lenguaje otroga a cada persona la misma oportunidad para establecer la subjetividad. La labor práctica a la que tienen que hacer frente las mujeres al intentar establecer la subjetividad a través del habla, depende de su capacidad colectiva para librarse de las reificaciones del sexo que se les han impuesto y que las tergiversan para convertirlas en seres parciales o relativos. Puesto que esta liberación es el resultado del ejercicio de invocar plenamente el “yo”, las mujeres salen de su género por medio del habla. Puede creerse que las reificaciones sociales del sexo ocultan o deforman una realidad ontológica anterior, realidad que estriba en la oportunidad igual de todas las personas previa a las marcas de sexo, para usar el lenguaje en la afirmación de la subjetividad. Al hablar el “yo” acepta la totalidad del lenguaje y por consiguiente puede hablar desde todas las posiciones, o sea, en un modo universal. “El género funciona sobre este hecho ontológico para cancelarlo” afirma Wittig, suponiendo el principio primario de igual acceso a lo universal para cumplir las exigencias de ese “hecho ontológico”. No obstante, ese principio de igual acceso se basa en sí en una hipóteis ontológica de la unidad de los seres hablantes en un Ser que es anterior al ser sexuado. El género, afirma, “intenta dividir al Ser”, pero “el Ser como ser no se divide”. Entonces, la afirmación coherente del “yo” admite no sólo la totalidad del lenguaje sino la unidad del ser.<br />
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Aquí más rotundamente que en ningún otro lugar, Wittig se sitúa dentro del discurso tradicional de la investigación filosófica de la presencia, el Ser, la plenitud esencial e ininterrumpida. Wittig que no coincide con la posición derrideana que plantea que toda la significación depende de cierta différance operativa, alega que hablar exige e invoca una identidad inconsútil de todas las cosas. Esta ficción fundacional le proprociona un punto de partida mediante el cual puede criticar las instituciones sociales existentes. No obstante, queda la pregunta más importante: ¿a qué relaciones sociales contingentes se subordina esa hipótesis del ser, la autoridad y el carácter universal del sujeto? ¿Por qué darle valor a la usurpación de esa noción autoritaria del sujeto? ¿Por qué no intentar descentrar al sujeto y sus tácticas epistémicas universalizadoras? Si bien Wittig critica el “pensamiento recto” porque universaliza su punto de vista, al parecer ella no sólo universaliza el pensamiento recto, sino que no tiene en cuenta las consecuencias totalitarias de una teoría de actos de habla soberanos como la suya.<br />
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Desde una perspectiva política, la división del ser -un acto de violencia contra el campo de la plenitud ontológica, según ella- en la distinción entre lo universal y lo particular crea una relación de sometimiento. La dominación debe verse como la negación de una unidad anterior y primaria de todas las personas en un ser prelingüístico y se crea a través de un lenguaje que en su accion social plástica genera una ontología artificial, de segundo orden, una ilusión de diferencia, disparidad, y por tanto jerarquía que se convierte en la realidad social. Paradógicamente, Wittig no utiliza en ningún momento el mito aristofánico acerca de la unidad original de los géneros, porque el género es un principio divisor, un instrumento de sometimiento, que se opone a la noción misma de unidad. Resulta revelador que sus novelas usen una estrategia narrativa de desintegración, lo cual indica que la formulación binaria en sí se muestre como contingente. El libre juego de atributos o “rasgos físicos” nunca es una destrucción absoluta, pues el campo ontológico deformado por el género es un campo de plenitud permanente. Wittig critica el “pensamiento recto” porque éste no puede desprenderse de la idea de “diferencia”. Junto con Deleuze y Guattari, Wittig rechaza el psicoanálisis porque es una ciencia fundada en una economía de “carencia” y “negación”. En “Paradigma”, uno de sus primeros ensayos, Wittig afirma que el derribo del sistema de sexo binario puede dar comienzo a un campo cultural de muchos sexos. En ese ensayo alude a El Anti-edipo: “Para nosotros no hay uno ni dos sexos, sino muchos (véase Guattari/Deleuze): hay tantos sexos como individuos”. No obstante, la multiplicación sin límites de sexos lógicamente implica la negación del sexo como tal. Si la cantidad de sexos se refiere a la cantidad de individuos existentes, el sexo ya no tendría un uso general como término: el sexo sería una propiedad radicalmente singular y ya no podría funcionar como una generalización útil o descriptiva.<br />
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Las metáforas de destrucción, derribo y violencia que se usan en la teoría y en las novelas de Wittig tienen una posición ontológica difícil. Aun cuando las categorías lingüísticas dan forma a la realidad de una manera “violenta” generando ficciones sociales en nombre de lo real, parece haber una realidad más verdadera, un campo ontológico de unidad en relación con el cual se comparan estas ficciones sociales. Wittig rechaza la diferenciación entre un concepto “abstracto” y una realidad “material” alegando que los conceptos se crean y se mueven dentro de la materialidad del lenguaje y que éste funciona de un modo material para construir el mundo social. Por otro lado, estas “construcciones” se consideran distorsiones y reificaciones que deben afirmarse en relación con un campo ontológico anterior de unidad y plenitud radicales. Así pues los constructos son “reales” en la medida en que son fenómenos ficticios que adquieren poder dentro del discurso. No obstante, estos constructos pierden poder mediante actos locutorios que de manera implícita apelan a la universalidad del lenguaje y la unidad del Ser. Wittig sostiene que “es bastante posible que una obra literaria funcione como una máquina de guerra” e incluso “una máquina de guerra perfecta”. La estrategia principal de esta guerra es que mujeres, lesbianas y gays -que han sido particularizados por medio de su identificación con el “sexo”- se adueñan de la posición de sujeto hablante y de la invocación al punto de vista universal.<br />
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El tema de cómo un sujeto particular y relativo puede salir de la categoría de sexo mediante el habla es el punto central de los diferentes comentarios de Wittig sobre Djuna Barnes, Marcel Proust y Natalie Sarraute. El texto literario como máquina de guerra se dirgie, en cada caso, contra la fragmentación jerárquica del género, la superación de lo universal y lo particular en nombre de la recuperación de una unidad anterior y esencial de esos términos. Universalizar el punto de vista de las mujeres implica al mismo tiempo destruir la categoría de mujeres y permitir un nuevo humanismo. Así, la destrucción siempre es una restauración, es decir, la supresión de un conjunto de categorías que introducen fragmentaciones artificiales en una ontología que de otra manera estaría unificada. Sin embargo, las obras literarias tienen un acceso privilegiado a este campo primario de abundancia ontológica. La separación entre forma y contenido se refiere a la división filosófica artificial entre pensamiento abstracto universal y realidad material concreta. De la misma forma que Wittig recurre a Bajtín para determinar conceptos como realidades materiales, también apela al lenguaje literario en general para recuperar la unidad del lenguaje como forma y contenido indisolubles: “A través de la literatura las palabras vuelven a nosotros otra vez enteras”, “el lenguaje existe como un paraíso formado por palabras visibles, audibles, palpables y degustables”. Son principalmente las obras literarias las que permiten a Wittig experimentar con los pronombres que dentro de los sistemas de significado obligatorio unen lo masculino con lo universal y permanentemente particularizan lo femenino. En Les Guerilleres procura suprimir todas las combinaciones él-ellos (il-ils), todos los “él” (il) y ofrecer elles como la representación de lo general, de lo universal. “El objetivo de este planteamiento -escribe- no es feminizar el mundo, sino hacer que las categorías de sexo se queden anticuadas en el lenguaje”.<br />
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En una estrategia imperialista y conscientemente provocadora, Wittig alega que sólo al aceptar el punto de vista universal y absoluto, al lesbianizar realmente el mundo entero, se puede derrocar el orden obligatorio de la heterosexualidad. El j(e de El cuerpo lesbiano pretende establecer a la lesbiana no como un sujeto dividido sino como el sujeto soberano que puede librar lingüísticamente una batalla contra un “mundo” que ha efectuado un ataque semántico y sintáctico contra la lesbiana. Su propósito no es llamar la atención sobre los derechos de las “mujeres” o las “lesbianas” como individuos, sino oponerse a la episteme heterosexista totalizadora por medio de un discurso invertido con la misma extensión y poder. El objetivo no es aceptar la postura del sujeto hablante para ser un individuo aceptado dentro de una sucesión de relaciones lingüísticas recíprocas, sino que el sujeto hablante se convierta en más que el individuo: en una perspectiva absoluta que impone sus categorías en todo el campo lingüístico, denominado “el mundo”. Sólo una táctica bélica de las mismas proporciones que las de la heterosexualidad obligatoria, afirma Wittig, podrá enfrentarse a la hegemonía epistémica de esta última. Para Wittig en su sentido ideal hablar es un acto potente una afirmación de soberanía que al mismo tiempo supone una relación de igualdad con otros sujetos hablantes.<br />
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Este “contrato” ideal o primario del lenguaje opera en un nivel implícito. El lenguaje tiene dos características: puede utilizarse para afirmar una universalidad verdadera e incluyente de individuos, o puede instaurar una jerarquía en la que sólo algunos individuos son aptos para hablar y otros, a consecuencia de su exclusión del punto de vista universal, no pueden “hablar” sin desprestigiar al mismo tiempo su discurso. No obstante, antes de esta relación asimétrica con el habla hay un contrato social ideal, según el cual todo acto de habla en primera persona acepta y confirma una reciprocidad absoluta entre los sujetos hablantes; ésta es la opinión de Wittig sobre una situación ideal es el contrato heterosexual, el tema de la obra teórica más reciente de Wittig, si bien siempre ha estado presente en sus ensayos teóricos. Tácito pero siempre activo, el contrato heterosexual no puede circunscribir a ninguna de sus vertientes empíricas. Escribe Wittig: “Contrapongo un objeto que no existe, un fetiche, una forma ideológica que no puede afianzarse en la realidad, salvo mediante sus efectos, cuya existencia está en la mente de la gente, pero de una forma que atañe a toda su vida, a su forma de actuar, de moverse, de pensar. De modo que nos enfrentamos a un objeto tanto imaginario como real.”<br />
~Ishtar Sylphidehttp://www.blogger.com/profile/16471709373863665717noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-3419014891433068839.post-40510230144604757242011-01-29T04:32:00.001-08:002011-01-29T04:32:32.633-08:00el género en disputa, estrategias de reconstrucciónJudith Bulter<br />
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Wittig afirma que un a priori epistémico culturalmente específico determina la naturalidad del “sexo”. Pero ¿a través de qué medios enigmáticos “el cuerpo” ha sido reconocido como un dato prima facie que no acepta ninguna genealogía? También en el ensayo de Foucault sobre la cuestión de la genealogía, el cuerpo se configura como una superficie y el escenario de una inscripción cultural: “El cuerpo es la superficie grabada de los acontecimientos”. La labor de la genealogía, afirma, es “mostrar un cuerpo completamente grabado por la historia”. No obstante, su enunciado va más lejos al eludir al objetivo de la “historia” -que aquí se interpreta apoyándose en el modelo de la “civilización” de Freud- como la “destrucción del cuerpo”. La historia destruye precisamente las fuerzas y los impulsos con múltiples direcciones, y a la vez los mantiene mediante el Enstehung (acontecimiento histórico) de la inscripción. En tanto que es “un volumen en constante desintegración”, el cuerpo siempre está en estado de sitio, sopotando el deterioro de los términos mismos de la historia, y ésta es la formación de valores y significados mediante una práctica significante que exige someter el cuerpo. Esta destrucción corporal es necesaria para crear al sujeto hablante y sus significaciones. Este cuerpo, definido con el lenguaje de superficie y fuerza, pierde fuerza por medio de un “drama singular” de dominación, inscripción y creación. Éste no es e modus vivendi de un tipo de historia más que de otro, sino que para Foucault, es la “historia” en su gesto esencial y represor.<br />
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Aunque Foucault afirma: “Nada en el hombre -ni siquiera su cuerpo- es lo suficientemente estable para servir de base al reconocimiento propio o para entender a otros hombres”, sin embargo expone que la constancia de la inscripción cultural es un “drama singular” que actúa sobre el cuerpo. Si la creación de valores -ese modo histórico de significación- exige la destrucción del cuerpo -de forma parecida al instrumento de tortura el cuerpo sobre el que escribe-, entonces debe de haber un cuerpo anterior a esa inscripción, estable e idéntido a sí mismo, sujeto a esa destrucción sacrificante. En cierto modo, para Foucault, igual que para Nietzsche, los valores culturales aparecen como consecuencia de una inscripción en el cuerpo, ententido como un medio, de hecho, como una página en blanco; no obstante, para que esta inscripción pueda significar, ese medio en sí debe ser destruido, es decir, debe ser completamente transvalorado a un campo de valores sublimado. Dentro de las metáforas de esta noción de valores culturales se encuentra la figura de la historia como una herramienta implacable de escritura, y el cuerpo como el medio que debe ser destruido y transfigurado para que emerja la “cultura”.<br />
Al decir que hay un cuerpo anterior a su inscripción cultural, Foucault sugiere una materialidad anterior a la significación y a la forma. Puesto que esta distinción es una parte esencial para la labor de la genealogía como él la define, la distinción en sí queda excluida como un objeto de la investigación genealógica. Eventualmente, en su análisis de Herculine, Foucault afirma que hay una abundancia prediscursiva de fuerzas corporales que aparecen a través de la superficie del cuerpo para alterar las prácticas que regulan la coherencia cultural impuesta sobre ese cuerpo por un régimen de poder, entendido como una vicisitud de la “historia”. Si se rechaza el supuesto de algún tipo de fuente de trastorno anterior a las categorías, ¿se puede analizar genealógicamente la demarcación del cuerpo en sí como práctica significante? Esta demarcación no es iniciada por una historia reificada o por un sujeto. Las marcas son producto de una estructuración difusa y activa del campo social. Esta práctica significante crea un espacio social de y para el cuerpo dentro de ciertas rejillas reguladoras de la inteligibilidad.<br />
Douglas afirma que el cuerpo “es un modelo que puede usarse en cualquier sistema que tenga límites. Sus límites pueden representar todos los límites que estén amenazados o sean precarios”. Y formula una pregunta que se podría haber leído en Foucault: “¿Por qué se cree que los márgenes corporales está específicamente conferidos de poder y peligro?”<br />
Douglas alega que todos los sistemas sociales son vulnerables en sus márgenes y que, por tanto, todos los márgenes se consideran peligrosos. Si el cuerpo es una sinécdoque del sistema social per se o un lugar en el que concurren sistemas abiertos, entonces cualquier tipo de permeabilidad no regulada es un lugar de contaminación y peligro. Dado que el sexo anal y oral entre hombres determina claramente ciertos tipos de permeabilidad corporal no permitidos por el orden hegemónico, la homosexualidad masculina, dentro de ese punto de vista hegemónico, sería un lugar peligroso y contaminante previo a la presencia cultural del sida e independiente de ella. Igualmente, la condición “contaminada” de las lesbianas, independientemente de su posición de bajo riesgo respecto del sida, manifiesta los peligros de sus intercambios corporales. Resulta revelador que estar “fuera” del orden hegemónico no implica estar “en” un estado de naturaleza sucia y desordenada. De forma paradójica, la homosexualidad casi siempre se concibe dentro de la economía significante homofóbica como incivilizada y antinatural.<br />
La construcción de límites corporales estables se basa en lugares fijos de permeabilidad e impermeabilidad corpóreas. En contextos homosexuales y heterosexuales, las prácticas sexuales que abren superficies y orificios a una significación erótica y cierran otros circunscriben los límites del cuerpo en las nuevas líneas culturales. Un ejemplo de ello es el sexo anal entre hombres, al igual que el re-membramiento radical del cuerpo en El cuerpo lesbiano de Wittig. Douglas hace referencia a “un tipo de contaminación sexual que afirma el deseo de conservar intacto el cuerpo (físico y social)”, lo cual indica que la noción naturalizada de “el” cuerpo es de por sí una consecuencia de sus límites estables. Asimismo los ritos de paso que rigen diversos orificios corporales dan por sentada una construcción heterosexual del intercambio, las posiciones y las opciones eróticas de los géneros. La desregulación de tales intercambios trastoca también los límites mismos que definen lo que es ser un cuerpo. En realidad, la investigación que estudia las prácticas reguladoras en las que se basan los límites corporales conforma precisamente la genealogía de “el cuerpo” en su carácter diferenciado, genealogía que podría radicalizar aún más la teoría de Foucault.<br />
Kristeva analiza la abyección de forma significativa en Poderes de la perversión al proponer los usos de la idea estructuralista de un tabú que establece límites para crear un sujeto diferenciado por medio de la exclusión.<br />
Lo “abyecto” nombra lo que ha sido expulsado del cuerpo, evacuado como excremento, literalmente convertido en “Otro”. Esto se efectúa como una expulsión de elementos ajenos, pero de hecho lo ajeno se establece a través de la expulsión. La construcción del “no yo” como lo abyecto determina los límites del cuerpo, que también son los primeros contornos del sujeto. Kristeva escribe:<br />
La náusea me hace rechazar esa nata, me aleja de la madre y el padre que me la ofrecen. “Yo” no quiero nada de ese elemento, signo del deseo de ellos; “yo” no quiero escuchar, “yo” no lo asimilo, “yo” lo expulso. Pero puesto que la comida no es un “otro” para “mí”, que sólo estoy en el deseo de ello, me expulso a mí misma, me escupo a mí misma, me vuelvo abyecta a mí misma dentro del mismo movimiento con el cual “yo” afirmo que me establezco a mí misma.”<br />
El límitedel cuerpo, así como la distinción entre lo interno y lo externo, se produce por medio de la expulsión y la revaluación de algo que en un principio era una parte de la identidad en una otredad deshonrosa. Como señala Iris Young cuando apela a Fristeva para explicar el sexismo, la homofobia y el racismo, el rechazo de los cuerpos por su sexo, sexualidad o color es un “expulsión” de la que se desprende una “repulsión” que establece y refuerza identidades culturalmente hegemónicas sobre ejes de diferenciación de sexo/raza/sexualidad. La adaptación que Young hace de Kristeva refleja cómo el procedimiento de repulsión puede afianzar “identidades” basadas en el hecho de instaurar al “Otro” o a un conjunto de Otros mediante la exclusión y la dominación.<br />
Mediante la fragmentación de los mundos “internos” y “externos” del sujeto se establece una frontera y un límite que se preservan débilmente con finalidades de reglamentación y control sociales. El límite entre lo interno y lo externo se confunde por los conductos excrementales en que lo interno efectivamente se hace externo, y esta función excretoria se convierte, por así decirlo, en el modelo por el cual se efectúan otras formas de diferenciación de identidades. En efecto, éste es el modo en que los Otros se convierten en mierda. Para que los mundos interno y externo sean completamente diferentes, toda la superficie del cuerpo tendría que conseguir una impermeabilidad imposible. Cerrar de esta forma sus superficies sería el límite inconsútil de sujeto; pero ese encierro no podría dejar de explotar precisamente por esa mugre excrementicia a la que teme.<br />
Con independencia de las metáforas concretas de las distinciones espaciales entre lo interno y lo externo, éstos siguen siendo términos lingüísiticos que posibilitan y organizan una sucesión de fantasías temidas y anheladas. Lo “interno” y “lo externo” sólo tienen sentido con referencia a un límite mediador que combate por la estabilidad. Y esta estabilidad, esta coherencia, se establece en gran parte por órdenes culturales que castigan al sujeto y obligan a distinguirlo de lo abyecto. Así, “interno” y “externo” forman una distinción binaria que estabiliza y refuerza al sujeto coherente. Cuando se cuestiona ese sujeto, el significado y la necesidad de los términos pueden ser objeto de desplazamiento. Si el “mundo interno” ya no designa un topos, la fijeza interna del yo, y de hecho, la localización interna de la identidad de género se vuelven igualmente dudosos. La pregunta esencial no es cómo se interiorizó esa identidad (como si la interiorización fuese un procedimiento o un mecanismo que pudiese reelaborarse mediante una descripción). Más bien debemos preguntar: ¿desde qué posición estratégica en el discurso público y por qué razones se ha sostenido el tropo de la interioridad y la disyuntiva binaria de interno/externo? ¿En qué lenguaje se ha configurado el “espacio interno”? ¿Qué tipo de configuración es, y a través de qué figura del cuerpo se significa? ¿Cómo configura un cuerpo en su superficie la invisibilidad misma de su profundidad escondida?<br />
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De la interioridad a los performativos de género<br />
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En Vigilar y Castigar, Foucault pone en tela de juicio el lenguaje de la interiorización porque está al servicio del régimen disciplinario de la subyugación y la subjetivización de criminales. Aunque la Historia de la sexualidad de Foucault puso objeciones a lo que según él era la creencia psicoanalítica en la “verdad interior” del sexo, en el contexto de su historia de la criminología critica la doctrina de la interiorización por otras razones. En cierto sentido, Vigilar y castigar puede considerarse el intento de Foucault por reescribir la doctrina de interiorización que Nietzsche explicó en La genealogía de la moral sobre el modelo de la inscripción. Entre los presos, afirma Foucualt, la táctica no ha sido reprimir sus deseos, sino obligar a sus cuerpos a significar la ley prohibitiva como su esencia, su estilo y su necesidad. Esa ley no se interioriza literalmente, sino que se incorpora, con el resultado de que se crean cuerpos que significan esa ley en el cuerpo y a través de él; allí la ley se muestra como la esencia de su yo, el significado de su alma, su conciencia, la ley de su deseo. Efectivamente, la ley es al mismo tiempo completamente evidente y totalmente latente, puesto que nunca se manifiesta como externa a los cuerpos que domina y subjetiva. Foucault afirma:<br />
“No se debería decir que el alma es una ilusión, o un efecto ideológico. Pero sí que existe, que tiene una realidad, que está creada de manera perpetua en torno, en la superficie y en el interior del cuerpo por el funcionamiento de un podder que se impone sobre aquellos a quienes se castiga.”<br />
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La figura del alma interna -entendida como “en el interior” del cuerpo- se significa por medio de su inscripción en la superficie del cuerpo, aunque su modo primario de significación sea a través de su misma esencia, su potente invisibilidad. El efecto de un espacio interno articulador se genera mediante la significación de un cuerpo como un encierro vital y sagrado. El alma es precisamente de lo que carece el cuerpo; así, el cuerpo se define como una carencia significante. Esa carencia que es el cuerpo otorga al alma el significado de lo que no se puede revelar. En este aspecto, pues, el alma es una significación de la superficie que rechaza y sustituye la distinción interno/externo, es una figura del espacio psíquico inteior grabado en la superficie del cuerpo como una significación social que permanentemente renuncia a sí misma como tal. En términos de Foucault, el alma no es prisionera del cuerpo, como lo indicarían algunas imágenes cristianas, sino que “el alma es la prisión del cuerpo”.<br />
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La redescripción de los procedimientos intrapsíquicos, desde el punto de vista de la política de superficie del cuerpo, sugiere una redescripción corolaria del género como la producción disciplinaria de las figuras de fantasía mediante el juego de presencia y ausencia sobre la superficie del cuerpo, la construcción del cuerpo con género a través de una sucesión de exclusiones y negaciones, ausencias significantes. Pero ¿qué expresa el texto evidente y latente de la política corporal? ¿Cuál es la ley prohibitiva que produce la estilización corpórea del género, la figuración fantaseada y fantástica del cuerpo? Ya hemos descrito los tabúes del incesto y el tabú anterior contra la homosexualidad como los momentos generativos de la identidad del género, las prohibiciones que generan la identidad sobre las rejillas culturalmente inteligibles de una heterosexualidad idealizada y obligatoria. Esa producción disciplinaria del género estabiliza falsamente el género para favorecer los intereses de la construcción y la regulación heterosexuales en el ámbito reproductivo.<br />
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La construcción de la coherencia encubre las discontinuidades de género que están presentes en el contexto heterosexual, bisexual, gay y lésbico, en que el género no es obligatoriamente consecuencia directa del sexo, y el deseo, o la sexualidad en general, no parece ser la consecuencia directa del género; en realidad, donde ninguna de estas dimensiones de corporalidad significativa se manifiestan o reflejan una a otra. Cuando la desarticulación y la desagregación del campo de cuerpos alteran la ficción reguladora de la coherencia heterosexual, parece que el modelo expresivo pierde su fuerza descriptiva. Ese ideal regulador se muestra entonces como una regla y una ficción que tiene la apariencia de ley de desarrollo que regula el campo sexual que pretende describir.<br />
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La noción de parodia del género que aquí se expone no presupone que haya un original imitado por dichas identidades paródicas. En realidad, la parodia es de la noción misma de un original; así como la noción psicoanalítica de identificación de género se elabora por la fantasía de una fantasía -la transfiguración de un Otro que siempre es ya una “figura” en ese doble sentido-, la parodia de género volvía a considerar que la identidad original sobre la que se articula el género es una imitación sin un origen. En concreto, es una producción que en efecto -o sea, en su efecto- se presenta como una imitación. Este desplazamiento permanente conforma una fluidez de identidades que propone abrirse a la resignación y la recontextualización; la multiplicación paródica impide a la cultura hegemónica y a su crítica confirmar la existencia de identidades de género esencialistas o naturalizadas. Si bien los significados de género adoptados en estos estilos paródicos obviamente pertenecen a la cultura hegemónica misógina, de todas formas se desnaturalizan y movilizan a través de su recontextualización paródica.<br />
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Como imitaciones que en efecto desplazan el significado del original, imitan el mito de la originalidad en sí. En vez de una identificación original que sirve como causa determinante, la identidad de género puede replantearse como una historia personal/cultural de significados ya asumidos, sujetos a un conjunto de prácticas imitativas que aluden lateralmente a otras imitaciones y que, de forma conjunta, crean la ilusión de un yo primario e interno con género o parodian el mecanismo de esa construcción.<br />
Según Fredric Jameson en “Posmodernismo y sociedad de consumo”, la imitación que se burla de concepto de un original es más propia del pastiche que de la parodia:<br />
“El pastiche, como la parodia, es la imitación de un estilo particular o único, levar una máscara estilística, hablar en un lenguaje muerto: pero es una práctica neutral de esa mímica, sin el motivo ulterior de la parodia, sin el impulso satírico, sin risa, sin ese sentimiento todavía oculto de que existe algo normal en comparación con lo cual aquello que se imita es bastante cómico. El pastiche es parodia neutra, parodia que ha perdido el sentido del humor.”<br />
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No obstante, la pérdida del sentido de “lo normal” puede ser su propio motivo de risa, sobre todo cuando “lo normal”, “lo original”, resulta ser una copia, y una copia inevitablemente fallida, un ideal que nadie puede personificar. En este sentido, la risa brota al percatarse de que todo el tiempo lo original era algo derivado.<br />
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La parodia por sí sola no es subversiva y debe de haber una forma de comprender qué es lo que hace que algunos tipos de repetición paródica sean verdaderamente trastornadores, realmente desasosegantes, y qué repeticiones pueden domesticarse y volver a ponerse en circulación como instrumentos de hegemonía cultural. Es evidente que no bastaría con una tipología de acciones, ya que el desplazamiento paródico, de hecho la risa paródica, depende de un contexto y una recepción que puedan provocar confusiones subversivas.<br />
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¿Qué actuación y dónde puede sustituir la distinción interno/externo y reconsiderar radicalmente las presuposiciones psicológicas de la identidad de género y la sexualidad? ¿Qué actuación y dónde conducirá a un replanteamiento del lugar y la estabilidad de lo masculino y lo femenino? ¿Y qué tipo de actuación de género efectuará y mostrará la naturaleza performativa del género en sí de forma que se desestabilicen las categorías naturalizadas de la identidad y el deseo?<br />
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Si el cuerpo no es un “ser” sino un límite variable, una superficie cuya permeabilidad está políticamente regulada, una práctica significante dentro de un campo cultural en el que hay una jerarquía de géneros y heterosexualidad obligatoria, entonces ¿qué lenguaje queda para entender esta realización corporal, el género que establece su significado “interno” en su superficie? Sartre quizás habría llamado a este acto “un estilo de ser”, y Foucault “una estilística de la existencia”. Y en mi interpretación anterior de Beauvoir, afirmo que los cuerpos con género son otros tantos “estilos de la carne”. Estos estilos nunca se producen completamente por sí solos porque tienen una historia y esas historias determinan y restringen las opciones. Hay que tener en consideración que el género, por ejemplo, es un estilo corporal, un “acto” por así decirlo que es al mismo tiempo intencional y performativo (donde performativo indica una construcción contingente y dramática del significado).<br />
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Partí de una especulación sobre si la política feminista podría funcionar son un “sujeto” en la categoría de las mujeres. No está en juego saber si todavía tiene sentido, estratégico o de transición, aludir a las mujeres para afirmar que se las está representando.<br />
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El “nosotros” feminista es siempre y exclusivamente una construcción fantasmática que tiene sus objetivos, pero que rechaza la complejidad interna y la imprecisión del término, y se crea sólo a través de la exclusión de alguna parte del grupo al que al mismo tiempo intenta representar. No obstante, la posición endebe o fantasmática del “nosotros” no es motivo de desesperación o por lo menos no es el único motivo de desesperación. La inestabilidad radical de la categoría cuestiona las limitaciones fundacionales sobre las teorías políticas feministas y da lugar a otras configuraciones, no sólo de géneros y cuerpos sino de la política en sí.<br />
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En Beauvoir por ejemplo hay un yo que hace su género, que se transforma en su género, pero ese “yo” habitualmente relacionado con su género es de todas formas un lugar donde se ubica la capacidad de acción que nunca consigue equipararse totalmente con su género.<br />
Ese cogito nunca es plenamente del mundo cultural que negocia, independientemente de lo pequeña que sea la distancia ontológica que aleja a ese sujeto de sus predicados culturales. Las teorías feministas de la identidad que exponen predicados de color, sexualidad, etnicidad, clase y capacidad física frecuentemente acaban con un tímido “etcétera” al final de la lista.<br />
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Las prácticas de la parodia pueden servir para volver a mostrar y afianzar la distinción misma entre una configuración de género privilegiada y naturalizada y otra que se manifiesta coo derivada, fantasmática y mimética: una copia fallida, por así decirlo. Y seguramente la parodia se ha utilizado para fomentar una política de desesperación, que confirma la exclusión supuestamente inevitable de los géneros marginales del territorio de lo natural y lo real. No obstante, este fracaso de todas las prácticas de género, debido a que estos sitios ontológicos son fundamentalmente inhabitables. Por consiguiente, hay un risa subversiva en el efecto de pastiche de las prácticas paródicas, en las que lo original, lo auténtico y lo real también están constituidos como efectos.<br />
La pérdida de las reglas de género multiplicaría diversas configuraciones de género, desestabilizaría la identidad sustantiva y privaría a las narraciones naturalizadoras de la heterosexualidad obligatoria de sus protagonistas esenciales: “hombre” y “mujer”. La reiteración paródica del género también presenta la ilusión de la identidad de género como una profundidad inmanejable y una sustancia interior. Como consecuencia de una performatividad sutil y políticamente impuesta, el género es un “acto” por así decirlo, que está abierto a divisiones, a la parodia y crítica de uno mismo o una misma, y a las exhibiciones hiperbólicas de “lo natural” que en su misma exageración, muestran su situación fundamentalmente fantasmática.<br />
He procurado explicar que las categorías de identidad -que normalmente se consideran fundacionales para la política feminista, es decir, que son necesarias para activar el feminismo como una política de identidad- funcionan simultáneamente para ceñir y limitar por anticipado las mismas opciones culturales que, presumiblemente, el feminismo debe abrir. Las restricciones tácitas que crean el “sexo” culturalmente inteligible deben concebirse como estructuras políticas generativas más que como fundamentos naturalizados. Paradójicamente la reconceptualización de la identidad como un efecto, es decir, como producida o generada, abre vías de “capacidad de acción” que son astutamente excluidas por las posiciones que afirman que las categorías de identidad son fundacionales y permanentes.<br />
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Que una identidad sea un efecto significa que ni está fatalmente especificada ni es totalmente artificial y arbitraria. El hecho de que el carácter constituido de la identidad haya sido malinterpretado a lo largo de estas dos líneas incompatibles revela la forma mediante la que el discurso feminista sobre la construcción cultural queda atrapado dentro del binarismo innecesario de libre albedrío y determinismo. La construcción no se opone a la capacidad, los términos mismos en que ésta se estructura y se vuelve culturalmente inteligible. La principal tarea del feminismo no es crear un punto de vista externo a las identidades construidas; esto equivaldría a la construcción de un modelo epistemológico que deje de aceptar su propia posición cultural y por lo tanto se promueva como un sujeto global, posición que usa precisamente las estrategias imperialistas que el feminismo debería criticar.<br />
La principal tarea más bien radica en localizar las estrategias de repetición subversiva que posibilitan esas construcciones, confirmar las opciones locales de intervención que forman la identidad y por consiguiente presentan la posibilidad inherente de refutarlas.<br />
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Esta indagación teórica ha procurado situar lo político en las propias prácticas significantes que determinan, regulan y desreguan la identidad. No obstante, este intento sólo puede efectuarse planteando un conjunto de preguntas que amplían la noción misma de lo político. ¿Cómo cambiar los fundamentos que contienen distintas configuraciones culturales de género? ¿Cómo desestabilizar y devolver a su dimensión fantasmática las “premisas” de la política de identidad?<br />
Esta tarea ha exigido una genealogía crítica de la naturalización del sexo y de los cuerpos en general. También ha requerido replantearse la figura del cuerpo como mudo, anterior a la cultura, en espera de significación; una figura que posee referencias cruzadas con la de lo femenino, esperando la inscripción como incisión del significante masculino para introducirse en el lenguaje y la cultura. A partir de un estudio político de la heterosexualidad obligatoria ha sido preciso poner en duda a construcción del sexo como binario, como una relación binaria jerárquica. Desde el punto de vista del género como práctica se han planteado preguntas acerca del carácter fijo de la identidad de género como una profundidad interior que supuestamente se exterioriza en diversas formas de “expresión”.<br />
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Se ha demostrado que la construcción implícita de la construcción heterosexual primaria del deseo se mantiene aunque se manifieste en el modo de bisexualidad primaria. También se ha expuesto que las estrategias de exclusión y jerarquía continúan planteando la distinción sexo/género y recurriendo al “sexo” como lo prediscursivo, así como priorizando la sexualidad respecto de la cultura y concretamente la construcción cultural de la sexualidad como lo prediscursivo, así como priorizando la sexualidad respecto de la cultura y concretamente la construcción cultural de la sexualidad como lo prediscursivo. Finalmente e paradigma epistemológico que admite la prioridad de agente sobre la acción crea un sujeto global y globalizador que no acepta su propia ubicación ni tampoco las condiciones para una intervención local.<br />
Si se los toma como la base de una teoría o política feminista, estos “efectos” de la jerarquía de género y de la heterosexualidad obligatoria no sólo se detallan erróneamente como fundamentos, sino que las prácticas significantes que hacen posiblee esta descripción metaléptica errónea continúan estando fuera del alcance de una crítica feminista de las relaciones entre los géneros. Introducirse en las prácticas repetitivas de este terreno de significación no es una elección, pues el “yo” que podría entrar ya está siempre dentro: no hay posibilidad de que el agente actúe ni tampoco hay posibilidad de realidad fuera de las prácticas discursivas que otorgan a esos términos la inteligibilidad que poseen. La tarea no es saber si hay que repetir, sino cómo repetir o de hecho repetir y mediante una multiplicación radical de género, desplazar las mismas reglas de género que permiten la propia repetición. No hay una ontología de género sobre la que podamos elaborar una política, porque las ontologías de género siempre funcionan dentro de contextos políticos determinados como preceptos normativos: deciden qé se puede considerar sexo inteligible, usan y refuerzan las limitaciones reproductivas sobre la sexualidad, determinan los requisitos preceptivos mediante los cuales los cuerpos sexuados o con género llegan a la inteligibilidad cultural. Por consiguiente, la ontología no es un fundamento, sino un precepto normativo que funciona insidiosamente al introducirse en el discurso político como su base necesaria.<br />
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La deconstrucción de la identidad no es la deconstrucción de la política; más bien instaura como política los términos mismos con los que se estructura la identidad. Este tipo de crítica cuestiona el marco fundacionista, en que se ha organizado el feminismo como una política de identidad. La paradoja interna de este fundacionismo es que determina y obliga a los mismos “sujetos” que espera representar y liberar. La tarea aquí no es alabar cada una de las nuevas opciones posibles en tanto que opciones, sino redescribir las opciones que ya existen, pero que existen dentro de campos culturales calificados como culturalmente ininteligibles e imposibles. Si las identidades ya no se establecieran como premisas de un silogismo político, y si ya no se creyera que la política es una serie de prácticas derivadas de los supuestos intereses que incumben a un conjunto de sujetos preconcebidos, seguramente nacería una nueva configuración de la política a partir de las ruinas de la anterior. Las configuraciones culturales del sexo y el género podrían entonces multiplicarse o más bien su multiplicación actual podría estructurarse dentro de los discursos que determinan la vida cultural inteligible, derrocando el propio binarismo del sexo y revelando su antinaturalidad fundamental. ¿Qué otras estrategias locales que comprometan lo “no natural” podrían conducir a la desnaturalización del género como tal?<br />
~Ishtar Sylphidehttp://www.blogger.com/profile/16471709373863665717noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-3419014891433068839.post-32645962997634758562011-01-29T04:31:00.001-08:002011-01-29T04:31:08.583-08:00LiciaCualquier investigación sobre el matriarcado debe partir del pueblo licio. Para éste existen los datos más conocidos y también más ricos en contenido. Nuestra tarea será, en primer lugar, recoger literalmente las informaciones de los antiguos, para obtener una base firme para el estudio siguiente.<br />
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Herodoto (I, 173) relata que los licios procedían originariamente de Creta y bajo Sarpedón se habían llamado termilios; todavía en una época posterior eran llamados así por sus vecinos; pero como Lico, el hijo de Pandion, llegó desde Atenas al país de los termilios, junto a Sarpedón, entonces los licios fueron denominados a partir de él. El escritor continñua: “Sus costumbres son en parte cretenses y en parte carias. No obstante, tienen un extraña costumbre, que no posee ningún otro pueblo: toman el nombre a partir de la madre y no del padre. Entonces, cuando se pregunta a un licio quién es, dará su linaje matrilineal, y enumerará a las madres de su madre, y si se une una ciudadana con un esclavo, los hijos serán considerados como de noble estirpe (gennaîa); pero si un ciudadano, aunque sea el más noble, se une con una extranjera o toma una concubina, entonces los hijos son innobles (átima ta tékna)”.<br />
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Esta institución es tanto más curiosa porque nos presenta la costumbre de la denominación a partir de la madre en relación con la posición jurídica de los hijos y por consiguiente como parte de una concepción básica llevada a cabo con todas sus consecuencias.<br />
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El relato de Herodoto es confirmado y completado por otros escritores. Se nos ha conservado el siguiente fragmento de Nicolás de Damasco sobre las costumbres curiosas (Müller): “Los licios rinden mayores honores a las mujeres que a los hombres; ellos toman su nombre a partir de la madre, y legan la herencia a las hijas, no a los hijos”. Heráclides Póntico da una pequeña indicación: “No tienen leyes escritas, sino sólo costumbres no escritas. Desde hace largo tiempo son regidos por las mujeres”.<br />
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A los datos mencionados, se añade el curioso relato de Plutarco (de virtut mulier) que habría referido el heracliota Ninfis. En una traducción literal, dice: “Ninfis narra en el cuarto libro sobre Heraclea que antiguamente un jabalí devastaba la región de Heraclea y destruía frutos y animales hasta que fue muerto por Belerofonte. Pero como el héroe no recibiera ningún agradecimiento por su generosa acción, maldijo a los jantios, e imploró a Poseidón que hiciera brotar sal del suelo.<br />
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Entonces todo se arruinó, puesto que la tierra se volvió amarga, y continuó hasta que Belerofonte suplicó de nuevo a Poseidón, en atención a los ruegos de las mujeres, que pusiesen fin a la devastación. De aquí surge la costumbre de los jantios de no tomar nombre a partir del padre, sino de la madre”<br />
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El relato de Ninfis nos muestra la denominación a partir de la madre como resultado de una concepción religiosa; la fecundida de la tierra y de las mujeres son colocadas en la misma línea.<br />
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Esto último es destacado todavía más claramente en otra versión del mismo mito. Plutarco relata lo siguiente en el lugar citado: “La historia que se decía que había sucedido en Licia, parece ciertamente una fábula, pero sin embargo surge de un antiguo mito. Amisodaro, o como le llamaban los licios, Isaras, llegó a la colonia licia de Zelea con algunos barcos piratas que mandaba Cimaro, un hombre belicoso, pero salvaje y cruel. El mandaba un barco que tenía como distintivos en la proa un león y en la popa una serpiente y causó a los licios grandes daños, de manera que ellos ni podían navegar ni vivir en las ciudades costeras. Belerofonte lo mató al perseguirlo con Pegaso; expulsó también a las Amazonas, pero no pudo recibir su merecido premio, sino que fue injustamente tratado por Yóbates. Por esto, fue al mar y pidió a Poseidón que hiciese esta tierra desierta y estéril. Cuando él se fue luego de hacer su petición, se alzó una ola e inundó el país. Fue una visión espantosa cuando el mar la siguió y cubrió la llanura. Los hombres no pudieron conseguir con sus ruegos que Belerofonte detuviese el mar, pero cuando las mujeres anasyrámenai to`ys chitoniskoys salieron a su encuentro, el pudor volvió a él y a la vez según se dice se retiró el agua del mar.”<br />
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En este relato, Belerofonte aparece en una doble relación con el sexo femenino. Por un lado, se nos aparece como combatiente y vencedor de las Amazonas. Por otro, cede ante la visión de la feminidad y no puede negarle el reconocimiento, de manera que el matriarcado licio se remonta directamente a él como su fundador.<br />
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Esta doble relación comprende en sí una vez la victoria y otra la derrota, y es digna de atención en alto grado. Nos muestra al matriarcado en lucha con el Derecho masculino, coronada con una victoria solamente parcial del hombre. El amazonismo, la mayor degeneración del Derecho femenino, es destruido por el hijo de Sísifo, el héroe corintio. Las belicosas jóvenes, matadoras de hombres, perecen. Pero el superior Derecho de la mujer devuelta al matrimonio y a su destino sexual, sale vencedor en la lucha. Solamente la degeneración amazónica de la hegemonía femenina, no el matriarcado, encuentra su fin. Este descansa sobre la naturaleza material de la mujer. En el mito referido, la mujer es equiàrada a la Tierra. Lo mismo que Belerofonte se rinde ante el símbolo de la fecundidad materna, Poseidón retira la devastadora ola del país. La potencia engendradora masculina cede el derecho a la materia que concibe y que genera. Lo mismo que la Tierra, madre de todas las cosas, se enfrenta a Poseidón, así la mujer mortal, terrenal, se opone a Belerofonte. Gê, y Gyné o Gaia aparecen una al lado de la otra. La mujer ocupa el lugar de la Tierra, y prolonga la maternidad originaria de ésta entre los mortales. Por otra parte, el hombre engendrador aparece como sustituto del Océano panengendrador. El agua es el elemento fecundante. Cuando se mezcla con la materia terrestre femenina, en el oscuro fondo del seno materno se desarrolla el germen de toda la vida telúrica. Lo mismo que el Océano se opone a la Tierra, el hombre está frente a la mujer. ¿Quién ocupa el primer lugar en esta relación? ¿Qué parte domina a la otra: Poseidón a la Tierra, el hombre a la mujer o a la inversa? En el mito antes expuesto, está representada esta lucha. Belerofonte y Poseidón buscan lograr la victoria para el Derecho paterno. Pero ante el símbolo de la maternidad que concibe, ambos retroceden, vencidos. La sal del agua, el contenido, y el símbolo del poder masculino, no debe servir para la destrucción, sino para la fecundación de la materia. La victoria sobre el poder inmaterial del hombre sigue perteneciendo al principio material de la maternidad. La kteís femenina domina al phallus masculino, la Tierra al mar, las licias a Belerofonte sostuvo contra el Derecho femenino sólo fue coronada por una semivictoria. Es cierto que el hijo de Poseidón acabó con la degeneración contraria a lo natural del amazonismo hostil a los hombres, pero por su parte él fue obligado a dejar la victoria a la mujer, que permanece fiel a su destino físico.<br />
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El mito completo en el que Belerofonte aparece como eje, coincide con esta interpretación. El héroe había aspirado a lo más alto. Su meta no sólo fue destruir a las Amazonas, sino también subordinar en el matrimonio la mujer al hombre. En efecto, la victoria que había conseguido sobre aquéllas parece darle derecho. Pero Yóbates-Anfianacte le denegó la recompensa de sus fatigas y esfuerzos. Esto mismo está indicado en otros rasgos del mito. Belerofonte finalmente debe conformarse con la mitad de la hegemonía. A su victoria le sigue una derrota. Con la ayuda de Pegaso, domado con el auxilio de Atenea, combatió y destruyó a las Amazonas. El eólida las ha alcanzado desde el sueño alado, y alcanzar las luminosas alturas celestes, entonces le hirió la ira de Zeus. Rechazado, cayó en la campiña del Alis, Tarso atestigua que sacó de esto una pierna lisiada. “Quiero contar sus victorias, pero no uedo pensar en su mortal destino”, dice Píndaro, para indicar la desproporción antre el espléndido comienzo y el triste fin del héroe. La altura de su ambición y el escaso éxito de la misma se convierten en Píndaro y Horacio en símbolo del espíritu humano enormemente apresurado, que lucha con los dioses y es derrotado por ellos. Belerofonte se coloca en esto al lado de Prometeo, al que Lisias en Tzetzes lo equipara como segundo guardián del fuego. Mediante su caída, Belerofonte se diferencia de los restantes vencedores del Derecho femenino: Heracles, Dioniso, Perseo y los héroes apolíneos Aquiles y Teseo. Mientras que ellos, juntamente con el amazonismo aniquilaban toda ginecocracia y como acabadas potencias luminosas elevaban el principio solar incorpóreo sobre el material del matriarcado telúrico, Belerofonte no pudo alcanzar las puras alturas de la luz celestial. Atemorizado volvió la vista hacia la tierra, que de nuevo acogió al caído de las alturas a las que se había atrevido a subir. Es cierto que pegaso, el caballo alado, que surgió del sangrante tronco de la Gorgona y que Atenea había enseñado a dominar a su protegido, alcanza la meta de su viaje celeste, pero el jinete terrenal vuelve a la tierra, a la que pertenece como hijo de Poseidón.<br />
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La potencia masculina aparece en él todavía pura como el principio poseidónico del agua, que representa un papel tan destacado en el culto licio. El soporte físico de su ser es el agua telúrica y el Eter que rodea la Tierra, que obtiene su humedad de aquélla, y se la devuelve en un ciclo eterno, como indica ingeniosamente el mito tarentino con las lágrimas de Etra. No le es dado alcanzar la región del sol más allá de este ciclo telúrico y colocar en el sol el principio padre de la materia. El no puede seguir el vuelo del caballo celeste. También éste pertenece ante todo al agua telúrica, reino de Poseidón. De sus cascos brota la fuente fecundante. Equus-epus y aqua apa son también una unidad etimológica, sobre la cual se puede ver Servio.<br />
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Johann Jacob BachofenIshtar Sylphidehttp://www.blogger.com/profile/16471709373863665717noreply@blogger.com1tag:blogger.com,1999:blog-3419014891433068839.post-68690841116138529812011-01-29T04:29:00.002-08:002011-01-29T04:29:57.083-08:00Orestes, la Orestiada, Electra y Clitemnestra y las ErinniasOrestes perseguido por las Furias, de William-Adolphe Bouguereau.<br />
En la mitología griega Orestes (en griego antiguo Ὀρέστης) fue el único hijo varón de Agamenón y Clitemnestra.<br />
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Según la historia homérica Orestes estaba ausente de Micenas cuando su padre volvió de la Guerra de Troya y fue asesinado por el amante de su esposa, Egisto. Ocho años después Orestes volvió de Atenas y vengó la muerte de su padre asesinando al amante de su madre. Según Píndaro, Orestes fue salvado por su niñera Arsínoe o su hermana Electra, que le sacó del país cuando Clitemnestra quería matarle. Huyó a Fanote en el monte Parnaso, donde el rey Estrofio se hizo cargo de él.<br />
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En su vigésimo cumpleaños el oráculo de Delfos le ordenó volver a su hogar y vengar la muerte de su padre. Orestes regresó a casa junto con su amigo Pílades, hijo de Estrofio. Según Esquilo, Orestes se encontró con su hermana Electra ante la tumba de Agamenón, donde ambos habían ido a rendir honores al difunto; se reconocieron y planearon cómo Orestes llevaría a cabo su venganza. La misma historia básica es narrada de formas diferentes por Sófocles y Eurípides en sus respectivas obras tituladas Electra.<br />
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En las Euménides de Esquilo, tras la venganza (a veces con la ayuda de Electra) Orestes enloquece y es perseguido por las Erinias (que no hacen lo mismo con Electra), cuyo deber es castigar cualquier violación de los lazos de piedad familiar. Orestes se refugia en el templo de Delfos, pero, a pesar de que Apolo le había ordenado llevar a cabo su venganza, no es capaz de proteger a Orestes de sus consecuencias. Finalmente, Atenea le recibe en la acrópolis de Atenas y organiza un juicio formal del caso ante el Areópago, un tribunal formado por doce jueces áticos. Las Erinias exigen su víctima, Orestes alega las órdenes de Apolo, los votos de los jueces quedan divididos equitativamente y Atenea le declara inocente con su voto decisivo. Las Erinias son apaciguadas con un nuevo ritual en el que son adoradas como Euménides y Orestes dedica un altar a Atenea Areia.<br />
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Con Esquilo el castigo termina aquí, pero, según Eurípides, para poder escapar de la persecución de las Erinias, Apolo ordenó a Orestes ir a Tauro (actual Crimea), apoderarse de la estatua de Artemisa Tauropola que había caído del cielo y llevarla a Atenas. Orestes marchó a Tauro con Pílades y ambos fueron encarcelados por los habitantes de la región, los tauri, que tenían la costumbre de sacrificar todos los extraños a Artemisa. La sacerdotisa de Artemisa encargada de realizar el sacrificio era su hermana Ifigenia, quien ofreció liberar a Orestes (sin saber que era su hermano) si éste llevaba consigo una carta hasta Grecia. Orestes rehusó hacerlo, pero ofreció a Pílades llevar la carta mientras él se quedaba para ser sacrificado. Tras un conflicto de mutuo afecto, Pílades terminó por acceder, pero la carta hizo que Orestes e Ifigenia se reconocieran y los tres escaparon juntos llevando con ellos la imagen de Artemisa. Tras su retorno a Grecia, Orestes tomó posesión del reino de su padre, Micenas (matando al hijo de Egisto, Aletes), y anexó Argos y Laconia. Se cuenta que murió por la mordedura de una serpiente en Arcadia. Su cuerpo fue llevado a Esparta para ser enterrado (donde fue objeto de culto) o, según una leyenda italiana, a Aricia, de donde sería trasladado a Roma (Servio, Sobre la Eneida, ii.116).<br />
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Antes de la Guerra de Troya, Orestes había estado prometido a su prima Hermíone, hija de Menelao. Tras ella, Menelao quiso que su hija se casase con Neoptólemo. Orestes y Neoptólemo lucharon, y este último murió. Al casarse con Hermíone y hacerse con Argos y Arcadia después de que sus tronos hubiesen quedado vacantes, Orestes llegó a ser el gobernante de todo el Peloponeso. Su hijo, Tisámeno, fue más tarde asesinado por los heráclidas.<br />
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En una versión de la historia de Télefo, Orestes fue apresado por éste, quien exigía que Aquiles le sanase.<br />
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Según algunas fuentes, Orestes fue padre de Pentilo con su medio hermana Erígone.<br />
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Orestes en la literatura<br />
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La historia de Orestes fue objeto de la Orestíada tanto de Esquilo (Agamenón, Coéforas, Euménides) como de Estesícoro, de la Electra de Sófocles, y de la Electra, Ifigenia en Táuride y Orestes de Eurípides. Existe un poema épico en latín, formado por unos 1.000 hexámetros y titulado Orestes Tragoedia, que ha sido atribuido a Draconcio de Cartago.<br />
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Orestes aparece también como personaje principal de varias leyendas relacionadas con su locura y purificación, tanto en Grecia como en Asia. En ellas Orestes es el mortal lleno de culpa al que purifican de su pecado por la gracia de los dioses, cuya misericordiosa justicia se muestra a todas las personas cuyo crimen sea mitigado por circunstancias atenuantes. Los implacables lazos de sangre de la sociedad primitiva dan lugar a un juicio justo y, en Atenas, cuando los votos de los jueces están divididos equitativamente, prevalece la compasión.Ishtar Sylphidehttp://www.blogger.com/profile/16471709373863665717noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-3419014891433068839.post-87090787773157960432011-01-29T04:29:00.000-08:002011-05-20T09:03:09.333-07:00Las Erinnias y el principio de derecho maternoNos encontramos ante el mismo desarrollo que resultará evidente en el mito de Orestes, del que nos ocuparemos ampliamente más adelante. El asesino de la madre resulta condenado y absuelto por el mismo número de votos. En base al principio materno de las Erinnias debe ser sometido al castigo, pero basándose en el derecho apolíneo de la luz, que es el propio de una virilidad superior, resulta inocente. Ambas concepciones se enfrentan sostenidas por un idéntico número de votos. Pero Atenea deposita en la urna su voto a favor de Orestes, y éste es absuelto gracias al calculus Minervae.<br />
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La propia mujer reconoce la validez superior del derecho del hombre. En la figura de Atenea la maternidad material aparece sublimada en una espiritualidad liberada del lazo con la madre. También ella, como la sacerdotisa de Dodona, ha sido purificada mediante la luz de las escorias de la materia y elevada al nivel superior representado por el principio masculino de la divinidad. El antiguo derecho telúrico de las Erinnias ha sido infringido, las sanguinarias madres telúricas se pliegan espontáneamente a la nueva ley, contentas de haber sido liberadas de su horrible deber. Lo mismo le ocurre a la sacerdotisa Dodona. A través de Apolo se lleva a cabo la expiación de Orestes, a través del dios masculino se limpia la mancha del matricidio. El mismo pensamiento se halla en la base del robo del trípode beocio. El principio de la luz, gracias al cual los asesinos como Orestes consiguen la expiación y la absolución, es celebrado por los cadmeos en la propia Dodona y obtiene un reconocimiento oficial como lo demuestra la exposición del trípode sagrado.<br />
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El número dos, de carácter material y femenino, que en la dualidad de las sacerdotisas aludía al originario dualismo, es elevado en el trípode a la perfección del tres, a la armoniosaa trinidad. El nivel inferior, representado por el principio religioso telúrico-material, que emerge claramente en el culto de Zeus Aqueloo en Dodona, cede ante el orden cósmico superior que se lleva a cabo con el principio de la luz y que se revela en la sucesión de las tres estaciones del año. Por este motivo debe repetirse anualmente la consagración del trípode. El hecho de que el trípode deba ser sacado de Tebas durante la noche y escondido alude también al tránsito del principio telúrico al de la luz. Y también es igualmente reconocible en la Trakñia pareýresis (engaño tracio). La noche se halla asimilada al principio materno y material. Y ambos se contraponen al principio paterno y al día, que se conjugan con el principio de la luz. El día nace de la noche como el hijo del cuerpo de la madre y como la encina de Zeus de la tierra. La madre es la entidad originaria, entra a formar parte del mundo invisible antes del hombre generador, que opera invisible en la profundidad de la tierra y que sólo en el hijo se manifiesta en su visible exterioridad.<br />
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Es cierto que en la encina se reconoce la imagen de Zeus pero solamente la mujer es de por sí visible y existente. El hijo se convierte entonces en padre y la madre se sitúa junto a su hijo como mujer.<br />
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De este modo se presentan en Dodona Dione-Venus y Zeus-Aqueloo: la primera como tierra-materia, madre de los frutos y el segundo como la fuerza generatriz del agua, que toma una apariencia sobre todo mediante el nacimiento, es decir, generando la encina que despunta hacia lo alto. Si en el dios se venera la fuerza que genera todo fruto “la fuerza vital por medio de la que todas las cosas nacen de la tierra” (Filóstrato), ello sin embargo presupone a la mujer originaria. En Dodona el principio materno domina la naturaleza: su símbolo es la paloma de Afrodita. Las sacerdotisas que llevan el nombre de este animal (al igual que otras abejas y osas se congregan en otras partes en torno a análogas Madres-Naturaleza) preparan el culto y comunican los secretos revelados por la divinidad, del mismo modo que la tierra en el acto generador muestra la existencia de una fuerza creadora y el misterio de la generación que se realiza en su oscuro seno.<br />
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Las costumbres licias también se hallan atestiguadas en la antigua Atica. Al igual que Asia, allí aparecen como el derecho originario de ese pueblo, y al igual que Asia también se hallan estrechamente vinculadas con la religión, en tanto que se relacionan con el culto de Atenea, la divinidad femenina y con el propio nombre femenino de la ciudad.<br />
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La narración de Varrón puede confrontarse con otra similar, conservada por Estrabón que recoge un pasaje de Eforo. Refiriéndose a la guerra que los cadmeos de Beocia llevaron a cabo a su vuelta de Tesalia contra los pueblos que los habían expulsado anteriormente, o sea contra los tracios, iantos y pelasgos -guerra que terminó con la migración de estos últimos hacia Atenas, con el tránsito de los tracios hacia el Parnaso y con la fundación de la ciudad de Iampolis en Fócide- se cuenta en el texto: “dice Eforo que los tracios, tras haber estipulado un armisticio con los beocios, los atacaron de noche, en un momento en el que éstos habían aflojado la guardia. Pero los beocios consiguieron defenderse victoriosamente, y echándole en cara a los tracios la violación del tratado de paz, se les respondió diciéndoles que el armisticio se había pactado únicamente haciendo referencia al día, y que ellos habían sido atacados por la noche. De aquí habría salido el proverbio: Thrakía pareýresis (pretexto tracio). Los pelasgos por el contrario se habían ido a consultar el oráculo mientras la guerra todavíaa estaba en curso, y lo mismo hicieron los beocios. La respuesta que recibieron los primeros no la conozco, a los beocios la sacerdotisa les respondió diciéndoles que hubiesen vencido en esa guerra si hubiesen llevado a cabo un comportamiento impío.<br />
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Había surgido la sospecha entre los enviados de que la respuesta de la sacerdotisa pretendía favorecer a los pelasgos, porque ésta pertenecía a su estirpe, en tanto que el santuario era de origen pelasgo. (estrabón). Entonces agarraron a la sacerdotisa y la arrojaron a una hoguera, pensando que su acto, fuese justo o injusto, lograría en ambos casos su fin: así si el oráculo de la sacerdotisa era falso habría recibido en efecto su justo castigo y si era cierto entonces en cualquier caso ellos habrían seguido la orden que habían recibido. <br />
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Las autoridades encargadas del templo no consideraron oportuno condenar inmediatamente a muerte a los presponsables dentro del propio santuario y sin interrogatorio previo. Constituyeron por lo tanto un tribunal y quisieron llamar para el cumplimiento de esta funciòn a la sacerdotisa, a saber, a las dos profetisas supervivientes de las tres originariamente existentes. Pero comolos beocios se oponían afirmando que en ningún lugar del mundo se solía confiar una sentencia a las mujeres, las autoridades del templo decidieron que dos hombres contrapesasen a las mujeres. Y como los hombres se pronunciaron a favor de la absolución y las mujeres a favor de la condena, y dada la igualdad de votos, prevaleció el veredicto absolutorio. De este hecho deriva la costumbre de que en Dodona los oráculos encargados por los beocios fuesen primero pronunciados por los hombres. Las profetisas a su vez interpretaron su oráculo en el sentido de que el dios ordenaba a los beocios que robasen los trípodes que se hallaban en su propio país y que los llevasen anualmente a Dodona. Y esto ocurre realmente porque cada año ellos llevan por la noche a Dodona uno de sus trípodes sagrados escondido bajo su manto”.<br />
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Esta singular narración, que al igual que la de Varrón, no suele tomarse en consideración, revela una vez más que el principio natural femenino es el más antiguo y que sólo posteriormente el principio masculino entró en conflicto con él, conflicto del que los hombres salieron victoriosos.<br />
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Las mujeres condenaron y los hombres absolvieron. En base al principio más antiguo, el material y femenino, los beocios son culpables. Matando a la sacerdotisa ultrajaron a la propia tierra, cuya maternidad es celebrada por las Pléyades (Pausanias). Basándose en el derecho espiritual patriarcal, por el contrario, son inocentes: sacrificaron la mujer a un principio natural, es decir, el de la virilidad generatriz y fundaron el dominio del principio de la luz en la herida infringida a la maternidad telúrica. La sacerdotisa halla la muerte en la hoguera: purificada mediante el fuego de la escorias de su naturaleza mortal va a unirse al principio superior de la luz, cuya incorpórea fuerza despierta desde lo alto en la corpórea tierra el núcleo de la vida. De este modo el propio crimen sirve para propiciar una suerte benigna, ya que basándose en el propio oráculo rendido por la sacerdotisa es posible el desarrollo del progreso.<br />
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Vemos pues como Teseo hace avanzar el mismo principio al que Belerofonte había abierto el camino, y que tenía sus exponentes en Perseo, Aquiles y Heracles. En la base de todas estas leyendas subyace la misma concepción: el logro de una condición superior del hombre y del Estado se basa en la superación del derecho materno. Los mismos héroes que destruyen a las brutales fuerzas telúricas aparecen también como benefactores y protectores de la humanidad y serán quienes destruyan al amazonismo. Todavía mucho más significativo es el hecho de que Atenea escoja como sede del tribunal no el Delfinio (Eliano9, sino el lugar en el que acamparon las Amazonas, la colina de Ares, a cuyos pies que justamente en ese lugar la absolución de orestes, decretada por el primer tribunal de sangre, anuncie el final del derecho materno. La sede del antiguo derecho era ahora utilizada por el nuevo, o bien, dado que las dos concepciones jurídicas hallan sus raíces en dos concepciones religiosas diferentes, podría también decirse que la sede del antiguo culto ctónico servirá ahora al nuevo culto. Atenea, la diosa que carece de madre, se inclina, exceptuando el matrimonio, a todo lo que es masculino, tal y como la define Esquilo /Euménides) e instituye el Areópogo sobre el lugar ocupado por las Amazonas, que vivían sin hombres y eran enemigas de estos. Lo que antes servía a la antigua religión será ahora consagrado a la nueva. La religión cristiana también ha practicado su nuevo culto divino preferentemente en lugares de culto pagano y directamente incluso en los templos paganos, y con objetos de culto paganos. Lo que había servido a los falsos dioses debería contribuir ahora a la glorificación del único dios verdadero, tal y como Marangoni ha puesto claramente de manifiesto en su libro: Delle cose gentilesche e profane ad uso di ornamento delle chiese, Roma.<br />
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Pero de Esquilo todavía pueden recabarse más enseñanzas acerca de nuestro tema. La contraposición entre derecho paterno y derecho materno es expresada por Esquilo también bajo otro aspecto. El nuevo derecho es el derecho celeste del Zeus Olímpico y el derecho antiguo provenga del olímpico es proclamado por Orestes, que inmediatamente tras su absolución gracias a la intervención de Atenea, pronuncia las siguientes palabras:<br />
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“Oh Palas, salvadora de mi casa. Despojado de la tierra de mis padres, tú me has devuelto a ella! Y alguien de entre los helenos dirá: ¡he aquí que este hombre vuelve a ser ciudadano de Argos y habita en las posesiones paternas gracias a Palas y Loxias, y gracias al supremo árbitro, al dios salvador, que compadeciéndose del destino de mi padre me ha salvado, ante estas defendedoras de la causa de mi madre”<br />
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Esto también es expuesto por la propia Atenea.<br />
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“Había brillantes testimonios de parte de Zeus y los traía el mismo dios que había predicho que Orestes no sería castigado por su acción”.<br />
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Y gritan por el contrario las Erinnias:<br />
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“Qué mortal no siente respeto y temor al oir la ley que nos ha fijado la Moira y que han ratificado los dioses. Conservo mi antiguo privilegio y tengo mis honores, aunque tengo mi morada bajo tierra y en tinieblas sin sol”.<br />
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Y luego tras ser absuelto Orestes:<br />
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“Ay, jóvenes dioses!, habéis pisoteado las leyes antiguas, y me habéis arrancado la presa que ya tenía en mis manos. Pero yo, deshonrada y mísera haré sentir sobre esta tierra el peso de mi cólera. Veneno, veneno vertiendo, en venganza de mi corazón”.<br />
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Y en el verso 837 y ss:<br />
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“¿Sufrir yo esta humillación? Yo, diosa de la antigua sabiduría, que odio y abomino a los jóvenes dioses, ¿habitaría contigo esta tierra? ¡Oh no siento más que furor y cólera!”<br />
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La contraposición es evidente: el derecho del padre, derecho celeste, olímpico, es proclamado por Zeus, a pesar de que él mismo lo había violado, como se lo reprochan las Erinnias, encadenando a su anciano padre Crono. El derecho de la madre es por el contrario ctónico, subterráneo, al igual que las Erinnias que lo representan, y halla su origen en las profundidades de la tierra. Podíamos expresar también esta contraposición sin falsearla en lo más mínimo del siguiente modo: el derecho materno surge de la materia, pertenece a la vida material del hombre, al cuerpo. El derecho paterno corresponde a la parte inmaterial, espiritual del hombre. El primero de ellos posee una naturaleza corpórea, el segundo incorpórea. También el nombre de las Erinnias llama a la tierra. Según los escolios de Tzetzes a Licofrón to eri, he era significa la tierra. En latín le corresponde terra y también tera (Varón) y en alemán Erde. Erinýs también significa divinidad que habita en la tierra. Equivale a theòs katachthónios (divinidad infernal). Las Erinnias son las potencias que dominan las profundidades de la tierra. Hijas de la noche, crearon a todos los seres que viven en el oscuro seno de la materiaa, toda la vegetación que crece sobre la tierra fue generada por ellas. Ellas alimentan hombres y animales y hacen crecer el fruto del cuerpo materno. Si se enfurecen, todo perece, los frutos de la tierra, al igual que los nacidos de los hombres y los animales. A ellas se le ofrecen las primicias del suelo para la salud de los hijos y la prosperidad de los matrimonios. Por el momento no tendremos necesidad de más testimonios que el pronunciado por las propias Erinnias en Esquilo:<br />
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“¡Que no sople jamás un viento funesto para nuestros árboles -os anuncio mis favores-, que los ardores que agostan las yemas de las plantas no traspasen las fronteras del país, y que el triste mal que hace morir las espigas no se arrastre hasta aquí! ¡Que la tierra críe fecundas ovejas, madre cada cual de dos corderos en el tiempo justo y que el producto extraído de la tierra, regalo de Hermes, haga siempre honor al feliz presente de los dioses!”<br />
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En lo más profundo de la tierra, en las antiguas profundidades, reciben honores y sacrificios, y se encienden fuegos para festejarlas para que alejen del país todas las desventras y envíen todos los bienes necesarios para el florecimiento de la ciudad. También son divinidades benéficas, que se preocupan de la prosperidad y el bienestar de los hombres: son auténticas Euménides, similares en su esencia terrestre al Agathodaímon (el buen genio) y a la Bona Dea romana. Son llamadas las Diosas Augustas, las semnai theaí, y esta expresión no significa otra cosa que megáloi theoí chthónioi (divinidades infernales). Y como ellas, en las oscuras profundidades de la tierra, engendran a todos los seres vivos y los envían hacia lo alto, a la superficie, a la luz del Sol, del mismo modo todo ser, cuando muere vuelve de nuevo junto a ellas. El ser vivo paga su deuda a la naturaleza, es decir, a la materia. De este modo las Erinnias, al igual que la Tierra, a la que pertenecen, son patronas tanto de la vida como de la muerte. El ser material, telúrico, abraza a ambas, la vida y la muerte. Todas las personificaciones de la fuerza ctónica de la tierra unen en sí mismas dos aspectos, el surgir y el desaparecer, los dos polos entre los que se desarrolla, por decirlo al modo platónico, el movimiento circular de todas las cosas. De este modo Venus, señora de la generación material, también será diosa de la muerte bajo el nombre de Libitinia. Y de este modo en Delfos habría una estatua, llamada Epitimbia, junto a la que se invitaba a los difuntos a subir para participar en los sacrificios destinados a los muertos (Plutarco). E igualmente en una inscripción sepulcral romana, que fue hallada junto al columbario de Campana, Príapo es llamado mortis et vitai lucus. Igualmente en las tumbas nada es más frecuente que las representaciones priápicas, símbolo de la generación material. Existe también una tumba, en la Etruria del Sur, en cuya entrada está representado sobre la jamba izquierda un sporium femenino.<br />
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En la isla sagrada de Delos no sólo estaba prohibido morir, sino también nacer. Del mismo modo el fatal anillo de Giges posee la doble cualidad de volver visible e invisible. Imagen de la fuerza ctónica que ha hallado su expresión mitológica también en el arte de Autólico de convertir lo blanco en negro. En este sentido Mercurio, al igual que Autólico, no es sólo el donante, sino también el ladrón.<br />
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Bajo este segundo aspecto las benéficas Euménides se conviertenen diosas terribles y horrendas, hostiles y perniciosas para todo ser que viva sobre la tierra. En este sentido les agradan la destrucción, la sangre y la muerte. Y en este sentido también serán definidas como un monstruo odiado y maldito por parte de los dioses, como una cuadrilla sanguinaria y repugnante, desterrada por Zeus y condenada “a permanecer siempre lejos de él”. En este sentido recompensan a cada cual según sus méritos:<br />
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porque la gran muerte juzgará a todos los hombres.<br />
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En tanto que deidades de la destrucción, serán también las diosas del destino quienes infrinjan siempre el justo castigo, siendo investidas de este poder por la Moira:<br />
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“Ya al nacer se nos asignó la suerte de mantener las manos lejos de los Inmortales. Ninguno de ellos toma parte en nuestros banquetes. Pero los blancos vestidos me están prohibidos... Me corresponde la destrucción de las casas cuando Ares entra y mata a un pariente. Entonces le perseguimos y por poderoso que sea lo anonadamos a causa de la sangre reciente”.<br />
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Todos estos aspectos de sus ser se unifican bajo una idea fundamental, en el sentido de que todos ellos deriven de la naturaleza material, telúrica. Las Erinnias son lo que es éra (tierra), es decir la expresión de la vida terrena, corpórea, física, de la existencia telúrica.<br />
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Ahora queda claro cuál es la relación que une al derecho materno con la religión ctónica, es decir, con la religión de la fuerza material, y por el contrario, cuál es el abismo que separa a este derecho del principio espiritual propio del Zeus olímpico y de sus hijos Apolo y Minerva. La mujer es la propia tierra. La mujer es el principio material y el hombre el principio espiritual. Para la mujer y la tierra sirven las palabras de Apolo:<br />
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“no es la madre la engendradora del que es llamado su hijo, sino la nodriza del feto apenas en ella sembrado. Generador es el que arroja el semen...”<br />
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Platón dice en el Menexeno, seguido por Plutarco, Quaestion smp., literalmente lo que sigue: “no es la tierra la que imita a la mujer, sino la mujer la que imita a la tierra, y esto mismo vale para todos los restantes animales del sexo femenino. Por este motivo es probable que en un principio la tierra hubiese generado a seres perfectos gracias a la fuerza y el poder del creador, sin que para este fin fuesen necesarios los órganos que ahora la naturaleza, a causa de su debilidad, debe colocar en los seres engendrados”. Más tarde, una vez salida la primera generación del regazo materno de la tierra, la perpetuación de la especie será obra de la mujer. Afirma Plutarco en el pasaje ahora citado: “todavía en nuestros días la tierra produce animales completos, como por ejemplo topos en Egipto y serpientes, ranas y grillos en otros lugares, y esto ocurre en el caso de que intervenga otra causa o fuerza exterior. En Sicilia, cuando durante la gerra servil la tierra quedó bañada por mucha sangre, y gran cantidad de cadáveres insepultos entraron en estado de descomposición, salieron a la luz innumerables enjambres de langostas, que se difundieron por toda la isla y devoraron por todas partes las cosechas. Estos animales fueron engendrados y alimentados por la tierra, además la abundancia de alimento los volvió idóneos para engendrar y éstos para satisfacer sus instintos se acoplaron, y luego de acuerdo con sus características naturales, pusieron sus huevos, dando nacimiento a pequeños seres vivos. Este hecho demuestra claramente como los animales fueron originariamente engendrados por la tierra, mientras que ahora sus estirpes se reproducen de un modo diferente, es decir a partir de sí mismas”. Al llevar a cabo su función la mujer también representa a la tierra. Ella es la propia materia terrenal, porque el nombre de ambas, ge (tierra) y gyne (mujer) derivan de la misma raíz, una raíz de la que también derivan gya, es decir, terreno arable y cuerpo materno (Sófocles). En sabino sporium (Plutarco), gyon, es decir, miembro de cien brazos, el ya citado Eyrygýes=Androgeo, y por ultimo también Gigas, Ogyges y gygaia Agriska théa (en Licofrón designa a Atenea Ilica, que es llamada Hýpris en el verso 1143 y Sthéneia, en el 1164).<br />
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También la palabra alemana Frauenzimmer se relaciona con esto. Zimmer indica la localización, es decir, una característica de la materia terrestre. La materia de la tierra, tomada en su función maternal, y el lugar de la generación. Plutarco subraya de un modo especial esta propiedad de la materia.<br />
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“Platón por consiguiente solía llamar ser inteligible e ideal y modelo al padre, y por el contrario materia y nodriza y sede y lugar de la generación a la madre, y al producto de ambos embrión y generación”.<br />
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El hecho de que los frutos encerrados en una cáscara, sobre todo los guisantes y las nueces, estén consagrados a la Diosa Tierra se relaciona con esto. La envoltura es el vientre materno en el que crece la semilla: es édra kai chora genéseos, sede y lugar de la generación, es das Zimmer. En el sentido erébinthoi (garbanzos, y en sentido figurado testículos) se puede ver la raíz cuya conexión no es subrayada claramente por Plutarco.<br />
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En la representación simbólica el locus genitalis corresponde a la cista, que corresponde especialmente a las grandes divinidades maternas y telúricas Deméter y Fortuna, y que sirve para esconder los símbolos místicos, y sobre todo también el falo (Clemente de Alejandría y Eusebio). La misma idea se halla en la base de la representación ritual que consiste en meter a los recién nacidos en cestas, cistulae o lárnakes (urnas), como la de Erictonio o la de Cipselo, que según el derecho femenino lleva el nombre de la cesta de su madre, de Perseo y de Danae, de Tnes y Emitea, y de tantos otros. El hombre lleva el nombre de la tierra sobre todo en la época en la que -como dice Plutarco- tras la desaparición de su virilidad, se vuelve en todo similar a la tierra, en la época en la que de él no queda otra cosa que la materia terrestre de su cierpo, es decir, en la edad senil. En efecto géron (viejo), en alemán Greis, así como grays (vieja), deriva de la raíz ge (tierra). “De modo muy distinto son las cosas con respecto a los viejos, los que ya han perdido sus humores, como parece indicar su propio nombre. Son llamados gerontes (viejos) no porque estén inclinados hacia la tierra, sino porque constitucionalmente se han vuelto semejantes a la tierra”. (Plutarco).<br />
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También se podría comparar el término gérontes con el término alíbantes, es decir, los marchitos, que es la palabra con la que se designa a los muertos. Al comienzo del tratado “Sobre si es más útil el agua o el fuego” quizás incorrectamente atribuido a Plutarco se afirma lo siguiente: “El agua presta sus servicios en verano e invierno, en la buena y la mala suerte, de día y de noche, y no hay ninguna circunstancia en la que no tengamos necesidad de ella. Por eso los muertos son llamados alíbantes, término con el que se indica que ellos, en cuanto que de ahí en adelante privados de humedad, también están privados de vida. El hombre ha podido vivir, durante algún tiempo sin fuego, pero nunca sin agua”. Este término también es utilizado por Platón en la República, y es traducido por Scheiermacher por “die Verdorrten” (los disecados”. Se designa de este modo a un estado de desecación similar al de las momias, al que plutarco define como xerotes (aridez) y que podemos observar diáfanamente sobre una tumba de cumas, reproducida e inadecuadamente comentada por jorio.<br />
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En la fórmula matrimonial ubi tu Gaius, ibi ego Gaia ambos sexos son designos refiriéndose a la misma raíz gaia (Plutarco). También aquí el hombre lleva el nombre de la tierra mientras no posee una potencialidad generatriz activa, del mismo modo que la mujer lo lleva cuando dispone de una potencia generadora receptiva, pasiva. También aquí se destaca el carácter unitario de la fuerza de la tierra y la necesaria complementareidad de ambos sexos, que en el momento en el que tierra genera por primera vez las criaturas todavía no se hallaban diferenciados.<br />
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Creo que ahora resultará mucho más comprensible la correlación existente entre el derecho materno y las Erinnias, y sobre todo entre matriarcado y religión ctónica de la tierra. El derecho materno es el derecho de la vida material, el derecho de la tierra, de la que la vida toma sus orígenes. Por el contrario el derecho paterno es el derecho de nuestra naturaleza inmaterial e incorpórea. El primero de ellos es el derecho de las divinidades que habitan en las oscuras profundidades de la tierra, el segundo es el derecho del olímpico que truena muy por encima de la tierra, a la altura del Sol. El primero es el derecho físico, el segundo el metafísico. A nivel de su máximo desarrollo tanto Apolo como Atenea poseen una naturaleza metafísica: Atenea carece de madre, sale completa de la cabeza del olímpico, es decir, de la sede del más elevado intelecto divino, al igual que la palabra sale de la boca (Esquilo, Suplicantes).<br />
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El dercho materno caracteriza a la Humanidad y a su concepción religiosa en un periodo que concebía a la materia, es decir a la tierra, como la más segura sede de la fuerza material. El derecho paterno caracteriza por el contrario a un periodo en el que según lo que Plutarco otorga como mérito a Anaxágoras, junto a la materia había surgido un artífice, pero el propio Anaxágoras enseñaba que los animales habían brotado de la tierra. También Empédocles.<br />
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De este tránsito del derecho materno al derecho paterno coincide con una de las frases del desarrollo de la religión humana, y con el progreso del principio religioso material al intelectual, del físico al metafísico. Aquí se eleva, aquí se alza de la tierra al cielo. El derecho paterno emana de Zeus, el materno de la tierra.<br />
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La ley que gobierna el desarrollo de las religiones antiguas, y en general de todas las religiones, puede concebirse como un proceso de elevación idéntico. <br />
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Un estudio en profundidad de la antigua mitología hace surgvir a los dioses de aquella época como pirámides, cuya amplia base reposa sobre la tierra -residencia eternamente segura para los mortales e inmortales, édos asphales aeí, (sede siempre segura), como la llama Hesíodo, mientras su vértice alcanza el cielo. Sus fundamentos también son ctonios y materiales, mientras su más pura configuración final es metafísica y espiritual. Diodoro dice que los dioses egipcios parecen haber nacido todos ellos del Nilo y lo mismo afirma con referencia a la mayor parte de estos dioses Cicerón en su De nat, deorum. Y sin embargo estos dioses al final, o al menos en el caso de Osiris, han tomado una forma espiritual, en la que el substrato material aparece como superado y relegado a un segudo plano. Los mismos Apolo y Atenea, y en particular Atenea, que en el último estadio de su desarrollo llega a ser un ser de naturaleza exclusivamente espiritual, hunde profundamente sus raíces en la materia. Un tratamiento exhaustivo de este tema requeriría un grueso volumen monográfico.<br />
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Este carácter suyo ha sido correctamente puesto de manifiesto para Apolo-Helate (que al igual que Diana-Hekate, fue llamado por los antiguos triplex) por el duque de Luynes en su artículo sobre el vaso vulcentico de Giges, y en el caso de Atenea por Gehrard en su artículo sobre el metroon ateniense, pero a pesar de estas aportaciones la cuestión sigue seindo susceptible de futuros desarrollados. Sólo queda un punto que considero necesario profundamente en este lugar. En el mito contado por Varrón, del que antes nos habíamos ocupado, Atenea representa al derecho materno, mientras que en la tragedia de Esquilo representa al derecho paterno.. en él defendóia el derecho de las Erinnias, en ésta el derecho de Zeus olímpico. ¿No hay quizáss en esto una contradicción? En absoluto. Como pertenece esencialmente a la materia. Atenea no es en lo fundamental menos material que las Erinnias, era venerada tanto en el Metroon de Atenas como en la Elide como madre, como causa de toda generación material , como Gygaia Agriska théa (así define Licofrón a Atenea Ilia) y al igual que Artemis, su forma espiritual más elevada se halla despojada de todo residuo material y nace sin mediación materna de la cabeza del gran Zeus, representa al ser eterno puramente espiritual, del que el mismo Esquilo dice que se contempla a sí mismo sin estar subordinado a nadie, y del que todo dimana, del mismo modo que la palabra sale de la boca. El derecho materno del mito referido por Varrón es solamente el de la primera Atenea material, venerada como madre en el Metroon, la posterior Atenea puramente espiritual tal y como la representa Esquilo y como la concibe la religion helénica desarrollada representa al derecho paterno, que surge a partir de este fundamento espiritual.<br />
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Basándonos en estas observaciones será fácil valorar en la plenitud de su significado un último punto del drama esquíleo.<br />
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Las Erinnias intervienen para vengar el matricidio; mientras Clitemnestra estuvo viva, sin embargo, no la persiguieron por haber matado a su marido. Es lo que Orestes les reprochaba en el pasaje antes citado y a lo que las diosas ctonias le respondían:<br />
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“No era de su misma sangre el hombre al que mató”.<br />
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Es cierto que Clitemnestra paga su culpa con su muerte, pero es únicamente después del matricidio cuando aparecen las Erinnias para perseguir al hijo culpable, y sólo el hecho de que se haya derramado la sangre materna las despierta de su sueño, las llama de las antiguas profundidades de la tierra, de las que no habían salido tras el delito de Clitemnestra. ¿Por qué motivo? La respuesta es muy simple. La Erinnia es la propia tierra, es la gran madre de toda la vida terrena, es la materia materna. Y con ella se identifica la mujer, que ocupa su misma posición y cumple la misma función que la tierra. El matricidio hiere pues a las Erinnias, les inflama el corazón. El que vierte la sangre materna ofende a la propia tierra y viola en la persona de la madre el derecho de la tierra materna porque ella no es más que un representante de ésta. Por ello es la propia tierra la que se levanta para vengar la infracción al derecho materno, la misma tierra ha sido ultrajada, el orden de las cosas, el derecho de la naturaleza, el más elevado derecho divino de esa época es sacudido en sus cimientos, es trastocado. Al morir, la madre asesina vuelve a la tierra, la madre humana se une a la madre divina, al alma de la tierra, a la que pertenece y a la que ha representado en vida.<br />
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La propia Clitemnestra se convierte ahora en Demetes Erinys (Pausanias). En las Erinnias Orestes descubre a las Erinniass de su madre, a los espíritus enojados de su madre, a su propia madre (Pausanias). La madre mortal se ha unido a la Madre-Tierra inmortal, muriendo se ha transformado en ella y se ha convertido de este modo en Demetes Erinys. Es verdad que todos los muertos se convierten en Demetreiloi y también son llamados con este nombre, es cierto que todos ellos se convierten en dii manes junto a la gran madre Mana Genita (Plutarco), es cierto que de todos los muertos se dice que son buenos, chrestoí, que también se unen todos al telúrico Agathodaímon, a la telúrica Bona Dea pro todo esto adquiere un significado especialísimo en el caso de la Madre-Tierra inmortal, muriendo se ha transformado en ella y se ha convertido de este modo en Demetes Erinys.<br />
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Es verdad que todos los muertos se convierten en Demetreioi y también son llamados con este nombre (Plutarco) es cierto que se convierten en dii manes junto a la gran Madre Mana Genita, es cierto que de todos los muertos se dice que son buenos, chrestoi, que también se unen todos al telúrico Agathodaímon, a la telúrica Bona Dea pero todo esto adquiere un significado especialísimo en el caso de la madre, porque ya durante la vida ella es una imagen de la madre-Tierra a la que representa entre las criaturas mortales. Y es también esta unión íntima la que en caso de matricidio desencadena a la propia tierra.<br />
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Los demás asesinatos se dejan a la venganza de los hombres y así a Orestes le corresponderá vengar a Agamenón. El matricida por el contrario será perseguido por la propia Tierra. Cualquier otro asesino puede evitar la venganza del hombre gracias a su habilidad, a su fiera o su valor, mientras que el matricida se convierte en presa de la Tierra vengadora sin posibilidad alguna de salvación.<br />
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Este ha violado la más importante ley material, la ley de la Madre-Tierra, la ley más elevada que está en la base de todo. El ha alterado el orden de la naturaleza telúrica y debe por consiguiente reestablecer este orden mediante su propia muerte, hasta que ello no ocurra la Tierra, herida en su dignidad materna, no dará más fruto, no cumplirá su función material. Este es el significado de las palabras que Esquilo pone en labios de las Erinnias en la trilogía que estamos estudiando. Estas reclaman la muerte del asesino de la madre con el fin de que a través de esta muerte se reestablezca el ordenamiento materno propio de la naturaleza telúrica.<br />
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“¿Oh madre, madre noche, tú que me has engendrado para castigar igualmente a los que ven la luz y a los que ya no la ven, escucha mi voz! El hijo de Leto quiere humillarme arrancándome esta liebre, única prenda que puede expiar el asesinato de una madre”.<br />
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Johann Jacob BachofenIshtar Sylphidehttp://www.blogger.com/profile/16471709373863665717noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-3419014891433068839.post-34590144406364976342011-01-28T13:29:00.001-08:002011-01-28T13:31:06.890-08:00las raíces negadasMaria Zambrano escribe: "Las raíces negadas a la función de soportar peso, pierden el ser fundamento. Avidas ellas, por mimetismo, arrastradas por el vicio de la repetición, devoran el cuerpo que habían dejado salir, se enredan en él, se confunden con él, son él. Y siguen, prosiguen su reptar apegándose hasta penetrar a un cuerpo nuevo, al cuerpo prometido que se alza sostenido por la docilidad de su raíz, que se hace así como madre, pues sólo hay propiamente madre cuando nace un cuerpo nuevo, un cuerpo hacia la luz que cumple su promesa. Sólo hay madre en el cumplimiento de una promesa de la vida a la luz."<br />
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Y como diría Virginia Woolf: "Necesito un lenguaje menudo, como el que los enamorados usan, palabras de una sola sílaba como las que dicen los niños cuando entran en la estancia y encuentran a su madre cosiendo, y cogen una porción de colorida lana, una pluma, un recorte de cretona. Necesito una lechuza, un grito. Nada claro necesito. Nada que surja ya hecho, con todos sus pies, para aposentarse en el suelo."Ishtar Sylphidehttp://www.blogger.com/profile/16471709373863665717noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-3419014891433068839.post-26396556133124904222011-01-28T13:26:00.000-08:002011-01-29T09:37:58.170-08:00el hambre de padre, la relación entre padre e hijaEn general, los hijos y las hijas necesitan el modelo paterno para formar su yo, para consolidar su identidad sexual, para desarrollar sus ideales y sus aspiraciones y, en el caso del hijo varón, para modular la intensidad de sus instintos y de sus impulsos agresivos. De hecho, muchos de los males psicosociales que en estos tiempos afligen a tantos jóvenes -la desmoralización, la desidia o la desesperanza hacia el futuro-, tienen frecuentemente un denominador común: la escasez de padre. En definitiva, el hambre de padre es el deseo profundo, persistente e insaciable de conexión emocional con el progenitor que experimentan tantos jóvenes en nuestra cultura. Esta necesidad no satisfecha provoca en hombres y mujeres adultos un sentimiento crónico de vacío y de pérdida, una gran dificultad para adaptarse al medio social y para relacionarse de forma grata con figuras paternales o de autoridad.<br />
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Estado que no se disipa y que, a su vez, ellos arrastran en silencio a sus relaciones de pareja o de familia, y transmiten sin saberlo de una a otra generación. El hambre de padre se acepta hoy como un producto natural de la cultura occidental. En cierto sentido, la sociedad se organiza de acuerdo con supuestos y normas sociales que permiten a los menores crecer sin conocer realmente a su padre. Sin embargo, la cultura de Occidente está vislumbrando el amanecer de una nueva era. Una era mejor en la que la relación entr el padre y los hijos promete ser más estrecha, entrañable, armoniosa y saludable. Por ejemplo, a pesar de que los medios de comunicación siguen resaltando a los padres yupies -jóvenes progenitores de la urbe, despegados emocionalmente, ausentes del hogar, y perseguidores infatigables del éxito en el mundo de los negocios-, la verdad es que para cada vez más hombres la vida de casa es tan importante o incluso más que su trabajo o su carrera. En cierto sentido, los mitos y las expectativas de nuestra cultura han colocado al padre ante una trampa insalvable: para que el hombre: ante todo, que satisfacer su función de proveedor, lo que le obliga a pasar la mayor parte del tiempo fuera de la casa. Pero al mismo tiempo su ausencia del hogar tiende a producir en los niños problemas de carencia afectiva, confusión de identidad e inseguridad. Sin embargo, cada día hay más padres que sinceramente optan por un papel más activo y más tangible en la familia y sienten que si fueran libres de escoger entre su ocupación profesional o dedicarse al hogar, eligirían lo último. Como ya señalé al describir la ecología psicosocial de nuestros días, en gran parte la razón es que la trama hegemónica masculina se ha visto entretejida por la metamorfosis liberadora de la mujer, que está instigando al varón a cambiar su identidad de hombre y de padre. Y mientras las madres se liberan de las ataduras culturales esclavizantes del pasado, los padres se deshacen poco a poco de una imagen dura, distante y anticuada, y se convierten en seres más hogareños, expresivos, afectuosos, vulnerables y en definitiva más humanos.<br />
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“En general, el padre constituye para la hija el primer hombre de su vida, la fuerza fundamental en la configuración de su identidad femenina. Su presencia, su cariño y su reconocimiento de los encantos y atractivos de la pequeña son decisivos para que la niña desarrolle su confianza en sí misma como mujer. El padre fomenta indirectamente en la hija la feminidad, al tratarla como mujer o animarla a exhibir cualidades consideradas culturalmente femeninas. A su vez, la hija para complacer a la figura paterna, se apresta a adquirir y perfeccionar esas actitudes y comportamientos que definen socialmente a la mujer.<br />
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Un problema central y frecuente de la relación entre la hija y el padre es la discrepancia que a menudo existe entre lo que las hijas requieren emocionalmente y lo que los padres ofrecen. En unos casos, mientras que la hija experimenta una profunda necesidad de conexión afectiva y de intimidad, el padre, por el contrario, valora la independencia y la distancia emocional y física. En otros casos la situación es exactamente la opuesta, la hija persigue la libertad y la autonomía, mientras que el padre exige la subordinación y la dependencia. Estas actitudes opuestas de hijas y padres pueden conductir a expectativas, y a un estado continuo de incomprensión entre ellos. El “hambre de padre” rompe en las hijas el equilibrio entre el yo y el otro. La obsesión por lograr la presencia y aprobación incondicional del padre, que nunca llegan a alcanzar, las empuja a buscar compensaciones como la perfección física, la necesidad compulsiva de sentirse deseadas por hombres en posición de autoridad, o el desarrollo de actitudes extremas de competitividad y rivalidad con otras mujeres. Aunque la intención de estas jóvenes es conectar con el padre ausente, a veces el resultado es un estado doloroso y conflictivo de alienación de sí mismas y un sentimiento de desconexión e inseguridad frente a la vida.” El hambre de padre es una cosa que habla este autor, casi siempre por la ausencia, y se da mucho mas también en la relación padre e hijo. Porque esta relación suele despertar más sentimientos opuestos. Verás te describo lo que dice: “Para el niño y la niña resultan vitales las primeras señales de aprobación, de reconocimiento y de afecto que les comunica el padre -unas veces de forma activa y otras meramente con su presencia-, porque constituyen la fuente más importante de seguridad, de autoestima y de identificación sexual. En el caso del hijo, entre estas tempranas escenas idílicas repletas de apego, devoción y orgullo, se entrometen inevitablemente sombras inconscientes e inexplicables, de celos, de competitividad, de resentimiento y de miedo.<br />
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La relación entre padre y el hijo lleva implícita una gran carga de sentimientos opuestos, de cariño y de rivalidad, de confianza y de temor, de intimidad y de recelo, de amor y de odio. Estas emociones contradictorias son la causa del alejamiento, del vacío y de la nostalgia que suele existir entre progenitores y descendientes varones, y en particular del hambre de padre que sufren los hombres de hoy. La relación del padre con la hija, sin embargo, suele tener menos carga de antagonismo, rivalidad y ambivalencia, por lo que tiende a ser más fñacil, cordial y afectuosa. Por lo general, los padres ven a las hijas como más delicadas, sensibles, atractivas y buenas con los hijos. Con todo, la relación es esencial, porque una parte importante del carácter femenino de la niña surge de su atracción por el padre”.<br />
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Luis Rojas MarcosIshtar Sylphidehttp://www.blogger.com/profile/16471709373863665717noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-3419014891433068839.post-15944580192851827572011-01-28T11:15:00.001-08:002011-03-13T12:27:23.096-07:00el miedo está en la raíz del amor¿Está el miedo en la raíz de la ausencia de amor? No es la muerte lo que nos iguala con el resto del mundo, sólo nos iguala el amor cuando surge y desarma. Dido, el Sr. Rochester, Heathclif, Lady Macbeth, Madame Bovary, Anna Karenina o Werther, todos estos héroes y heroinas de novelas pasaban sin excepción de ser personas sobradas que creían que lo tenían todo a constatar de la noche a la mañana que nada de lo suyo les importaba. Parecía una locura. Una frase descubierta al hilo de mis lecturas confirmó mis sospechas: “Un seul être vous manque et tout est dépeuplé”, aseguraba el poeta Lamartine. La ausencia de un solo ser -¡un solo ser!- podía vaciar el mundo entero de contenido y de sentido.<br />
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Pero esto me pareció un perfecto dislate que confirmaba la deriva mental de mis personajes atormentados, con la de personas que hay en el mundo, yo musitaba tónita, o se me escapa el fondo de la cuestión o aquello no tenía sentido. Pero es que solo se puede comprobar en carnes propias y cuando te enamoras no a medias, ni con cordura y ternura, sino como un estruendo y a lo grande, entonces es cuando se hace el más profundo ridículo casi hasta perder la razón. El mundo se queda absolutamente en nada. A día de hoy todavía no entiende este extraño fenómeno pero lo cierto es que nada ni nadie puede consolarte. Lamentablemente sólo atinamos a repetir el triste espectáculo literario de nuestras novelas, que me habían dejado tan perpleja: amor, desamor, plegarias, deseos, espera, frustración y una tristeza infinita, no por la fuerza de la enfermedad o de la muerte, no porque el destino me hubiese arrancado de la unión perfecto, no, sino porque él cambió de opinión, y no me quiso, aunque tardase tiempo en admitirlo. Como advertían aquellas novelas universales, no reparamos en detalles mezquinos y amé donde no me amaban, sin razón aparente y por un tiempo inmisericorde, me torné insegura, dependiente, pálida y desgraciada. Los clásicos habían acertado.<br />
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Pudiéramos hablar aquí de las raíces evolutivas del amor, de su perfil biológico, de sus efectos fisiológicos, de su procedencia, sus manifestaciones física, mentales y culturales y su previsible temporalización. O describir las etapas evolutivas del amor, para explicar que a veces deseamos cubrir un instinto maternal o cumplir un designio reproductor. Sobre ello han hablado con gran maestría psiquiatras y médicos. En Occidente pretendemos que la disección del amor es suficiente para explicar la esencia, pero de momento ni la biología explica el misterio de la vida ni la disección de la vida revela su esencia, sino que sólo describe el fenómeno, así como el análisis evolutivo del amor. Pero dónde está el amor, dónde podemos encontrarlo. Cuando no elegimos el amor, cuando olvidamos o rechazamos darle forma, calla hasta volverse invisible, cuando lo esperamos de manera pasiva, sólo se manifiesta por su áspera ausencia. Sólo necesita que lo materialicemos, que lo expresemos, que lo manifestemos de forma palpable, es una elección visible, deliberada. Porque el amor está en todas partes, más tenaz y corriente que la materia, sólo que callado e invisible, a la espera de que alguien o algo le diese raíces y alas.<br />
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En el mundo solo cuenta el amor, aunque manifestemos tan poco amor. Es una intuición que casi todos llevamos dentro, tenaz y callada. Sin embargo, querrán que les diga que a pesar de todo, a pesar de los atropellos, de la mezquindad, de las traiciones y de la maldad, de las tropelías, los asesinatos, el desprecio y las mentiras, a pesar del desamor y de la falta de atención, de los abusos físicos, de las violaciones, de las aberraciones y de las mutilaciones, del castigo y del puñetazo, a pesar del odio y del conflicto, querrán que les diga que en este mundo sólo cuenta el amor. Gandhi predicó la total fidelidad a los dictados de la conciencia y la convicción de que la violencia sólo podía derrotarse por la no violencia: “Cuando me siento desesperado, recuerdo que a lo largo de la historia el camino de la verdad y del amor siempre han ganado. Ha habido tiranos y asesinos y por un tiempo parecen invencibles, pero al final siempre caen; piénsalo, siempre”. Gandhi soportó burlas, desprecios, violencia y encarcelaciones a lo largo de gran parte de su vida, pero las sobrellevó con enorme dignidad y entereza. “Primero te ignoran. Luego se ríen de ti. Después te atacan. Entonces ganas”, decía.<br />
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¿Está el miedo en la raíz de la ausencia de amor? El miedo a no tener lo suficiente, a tener que arrebatar para conseguir algo, a la soledad, a los cambios y la inseguridad, a las pérdidas, a la tristeza, al desamor.... Marianne Franke-Gricksch asegura: “El miedo forma parte de nuestras vidas. Esto ocurre porque hemos sido separados: de nuestras madres, de nuestros padres, del conocimiento y, por encima de todo, del amor”. La psiquiatra suizo-alemana Elizabeth Kübler-Ross también habló extensamente del miedo y lo opuso a la necesidad universal y fundamental que tienen los seres humanos de recibir, y de ofrecer, amor, algo que ninguna máquina, ninguna posesión, ninguna distracción ni ningún especialista pueden reemplazar. Aseguraba que “...tenemos que enseñar a nuestros hijos desde el principio que son responsables de sus vidas. El mayor don de los humanos puede también ser su peor maldición, la libertad de elección. Podemos elegir en función del amor o del miedo”. El amor no es un comportamiento aprendido: es una necesidad profunda e instintiva. En cambio cómo saciamos esta necesidad, a través de qué complejas redes de lealtades y responsabilidades recíprocas, sí es una conducta aprendida que determinará la naturaleza y la esencia de nuestros vínculos de afecto. Si no son satisfactorios, construiremos estrategias compensatorias para no sentir la soledad humana, aunque ésta quedará acentuada por los límites estrechos de la red afectiva que pretendemos acotar.<br />
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“<i>Inocencia radical”</i>, de Elsa PunsetIshtar Sylphidehttp://www.blogger.com/profile/16471709373863665717noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-3419014891433068839.post-87379617095847709802011-01-28T11:14:00.001-08:002011-01-29T09:44:07.920-08:00el amor express, especie de mutantesSomos una especie de mutantes emocionales los humanos, tenemos químicamente que mantener unos niveles de serotonina y de dopamina, para sentir que baja el estres, mimar este coctel emocional, es curioso porque nuestros cerebros son muy adictivos, y realmente vivimos en unos momentos en que no se piensa que exista una persona especial para nosotros, cuando tenemos que buscar pareja, por eso cada vez nos conformamos con los sucedáneos, pero tampoco hacemos nada por comprometernos de esta manera, suponemos que todo tiene un componente de adicción, incluso el desamor tiene también este componente y es eso lo que nos mantiene, y hace o suple el efecto del amor. El divorcio expres, el amor expres, las relaciones de comercio, el dinero también producen esa adicción.<br />
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Sin duda es una perversión de la realidad más, en que vivimos en países latinos, que compartimos una tradición larga. La realidad es que ha aumentado la prostitución ni más ni menos con la mayor libertad sexual, también propiciada por los medios tecnológicos modernos de comunicación. Pero ya digo esto es el amor expres, yo creo que nadie aquí al final sale satisfecho, y estamos creando un mal patrón a la larga; prefiero el modelo de Suecia, pero aquí es impensable. O no. Yo creo que las relaciones también están cambiando, hay muchas formas de buscar, por internet, lo que pasa es que una cadena de deseos te lleva a otros, y eso tampoco es, al menos entre personas que tienen una cultura o una base. Yo creo que cuando he sentido la necesidad de buscar el amor lo he encontrado, sí mejor o peor, más pronto o tarde, pero que después se ha terminado, generalmente cuando terminas en una relación sexual, parece que hay como un vértigo donde uno de los dos dice que no quiere comprometerse, ni quiere cumplir esas expectativas del otro, en fin, tampoco se trata de la persona adecuada especial, como decía antes, pero bueno también siempre no es así, y a veces con el tiempo es posible que un amigo vuelva a hablarte o a reconsiderarte como suele pasar, pero las relaciones están muy mal, como te digo , vivimos en un mundo muy deshumanizado, es lo que a mí me parece.Ishtar Sylphidehttp://www.blogger.com/profile/16471709373863665717noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-3419014891433068839.post-71637885067291089322011-01-28T11:12:00.001-08:002011-01-29T09:48:13.232-08:00las emociones negativasExpertos en cuestiones de neurociencia nos están diciendo que las cosas materiales, la etnia, la educación, cosas que eran hasta cierto punto muy importantes, no son tan importantes o lo son hasta un punto. Realmente lo único que somos son emociones, que las principales son cinco, la ira, el miedo, el asco, la felicidad y la tristeza, pero lo relevante aquí es que de estas emociones la mayoría son negativas, y las emociones positivas son menos. Entonces hay que saber que estamos programados para sobrevivir ante todo. Hacemos desde niños muchas cosas para ganarnos el afecto de los padres o de los demás. Y parece que si no nos lo dan hay un desvalimiento absoluto, por eso, porque no estamos programados para que no nos quieran, sino al revés para que nos quieran, porque nosotros venimos de una manada, es algo evolutivo, y entonces el que se salía de la manada probablemente moría, necesitamos que los demás nos quieran, esto es una necesidad vital.<br />
Las ideologías, las etnias todo eso no es más que una construcción intelectual, para ofrecer seguridad pero hay muy poca seguridad luego de cosas ciertas ahí.<br />
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El miedo nos obliga, nos hace juzgar a las personas con etiquetas, lo que nosotros queremos desde el miedo es estar seguros de que estamos en la parte segura del mundo, entonces empezamos a dividir el mundo entre seguro e inseguro y hay que intentar soltar el miedo, es uno de los peores lastres. Entonces hay mucha gente que se pone en lo peor: “Y si no puedo llegar a lo que me he propuesto”. Debilitando su salud física, basta pensar eso para sentir ya la sensación que tendrías si todo eso se llegase a materializar de algún modo. La seguridad que nos da vernos insertos en un relato y esas grandes verdades pues ahora ya las relativizamos y nos vemos como somos por dentro, seres contingentes, tanto como lo es el tiempo humano.<br />
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Pero lo que se sabe es que para conseguir cosas positivamente hay que recrearse consciente y deliberadamente en ellas, es decir, tenemos que hacer un esfuerzo consciente más por ellas. Y claro, si hay miedo, sabemos la mayor parte de nuestra vida la pasamos atrincherados en nuestros miedos, y empezamos a poner etiquetas, de lo que es seguro e inseguro, cuando realmente hay muy pocas cosas seguras, seguras en este mundo. La felicidad está donde uno quiera buscarla, lo que está claro es que ese patrón de felicidad adictiva no funciona, no está haciendo felices a las personas, nos lo están diciendo las grandes cifras de enfermedades mentales. Se puede cambiar la palabra felicidad por la palabra economía adictiva. Una felicidad casi adictiva que se compone de muchos pequeños placeres repetidos y de ahí estamos jugando con lo que son los circuitos de recompensa del cerebro que funciona como en cualquier drogadicción, es decir, hacemos algo que nos gusta y lo repetimos hasta la saciedad.<br />
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Estas son algunas reflexiones y a veces es que es bueno recordar porque se dicen cosas que duelen o hay enfrentamientos tortuosos y difíciles de arreglar. Y ese es un terreno para el que tampoco nos preparan, ni nos explican que hay un aprendizaje emocional, a todos nos afecta el amor y el desamor. La ultima emoción que me faltaba es la tristeza, y perdón que me corrija, el odio se puede incardinar dentro de la ira. La tristeza es esa emoción que si dura más dos semanas nos encamina a una depresión, fíjate qué poco tiempo le damos a la tristeza y lo poco que la valoramos. Cuando es algo con lo que vivimos buena parte de la vida. La princesa Masako una mujer tan inteligente la ha sufrido. Se da mas en las mujeres que en los hombres, actualmente hay un 30 % de mujeres en nuestro país. Y lo que se está diciendo es que dentro de veinte años habrá mucha mas gente deprimida. En los EEUU ya se están medicando hasta los niños con antidepresivos, es una cosa estremecedora.Ishtar Sylphidehttp://www.blogger.com/profile/16471709373863665717noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-3419014891433068839.post-39749727768944180222011-01-28T11:11:00.001-08:002011-03-10T12:26:05.095-08:00la inocencia del amorLo que sí me gustaría es saber de verdad de cuántas personas se han enamorado esas personas, sinceramente. Y no son tantas, aún cuando hayan pasado muchas personas por nuestras vidas o cuando éramos jóvenes creíamos lo contrario, que podríamos enamorarnos de muchas, pero no es así; después va pasando la edad y los años y nuestra predisposición a enamorarnos termina o no es la misma. Tal vez esto tiene que ver con el hecho de que cuando nos hacemos mayores ya no tenemos esa curiosidad que de niños, se va terminando el misterio, no somos capaces de descubrir, de mirar realmente como miran los niños las cosas, que disfrutan con ella, aunque sean cosas pequeñas. Sino que nos encerramos en los problemas y en la realidad que a veces es dura o muy dura. Creo que tenemos que recuperar nuestra capacidad de admiración, y de ensoñación porque esto es muy importante para sentir curiosidad, para despertar esa capacidad de enamorarnos. El presente es el mundo de los niños, porque todavía no tienen cargas ni responsabilidades, y esto permite que no puedan alejarse mucho del presente. Luego en la vida empezamos a proyectarnos, queremos ser alguien, ser padres, ser maridos o mujeres, ser buenos profesionales, y estamos constantemente luchando por defender estos personajes porque confiamos que son ellos los que sostienen nuestra vida. Nos blindamos contra la vulnerable inocencia del amor. Pero desde una perspectiva objetiva la eficacia de estas estrategias de autodefensa resulta como mínimo dudosa. En el fondo, a la larga, nadie se las cree. Por eso, tengo también mis reacciones a esa perspectiva que quiere matar el amor como si no existiera, porque lo que uno no se cree es todo lo contrario, es todas las defensas que ponemos, todos los muros que fabricamos emocionales, físicos, intelectuales, la de tejidos que fabricamos, y como Penélope destejemos. Tenemos un mapa para asegurarnos de que desde la primera tormenta todo no se vendrá abajo, que habrá quién o qué nos proteja de la tristeza y de la incertidumbre. Es que claro, así con estas perspectivas tan pobres estamos desde el primer momento cargándonos el amor. Nos blindamos contra la vulnerable inocencia del amor, como también es la vulnerable inocencia de la infancia.<br />
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La motivacion del ser amados: En el fondo sabemos que tenemos dos grandes motivaciones la de desarrollarnos y al mismo tiempo ser amados. Lo que pasa es que el amor tiene muchos condicionamientos y estos son: las numerosas condiciones que hay que aceptar para que podamos recibir amor de los demás. Y a veces aceptar este amor condicionado puede llegar a significar en mayor o menor grado la necesidad de renunciar a uno mismo. Y es por esto que es muy difícil que a esto -al amor condicionado- se le pueda llamar amor… Y por ejemplo sabemos que los niños maltratados que como todos los humanos viven su necesidad de amor de forma visceral, cuando son puestos en la disyuntiva de elegir defenderse a sí mismos o amar a sus padres, casi siempre renunciarán a sí mismos. La responsabilidad de los padres es inmensa en ese sentido. Yo creo que por eso quien conoce el sentimiento de la madre, y la capacidad de entrega, sabe que el amor de la madre es incondicional, y que existe y es real porque existe la necesidad visceral de los hijos de amar a sus padres, y yo creo que eso si se ha vivido es muy grande así de esa manera. Hay que ser muy fuerte y estar muy preparado para la tremenda responsabilidad del amor, si se quiere vivir así, sin condiciones, sin que tengas que abrir muros, sin que tengas que ser propietario y encima poder decir adiós a esa persona, si ves que ya no hay nada que decir, es muy difícil, pero hoy por eso vivimos sucedáneos de amor, no nos entregamos del todo, en fin, “ponemos límites” que no es lo mismo que poner defensas, porque en los “límites”, uno filtra, analiza, da prioridades, pone su capacidad por delante, simplemente prioriza, y es necesario poner límites sobre todo para poder tener una personalidad sólida, para no ser presa de los vaivenes de la vida, para todo eso ponemos límites, para definir la realidad y definirnos a nosotros en nuestras preferencias, en cierta forma para ser maduros también. Y esto es muy importante saberlo también. Y que la realidad no es blanco y negro, que tenemos que distinguir los matices, que debemos dejar entrar en nuestras vidas los tonos grises también, y si se caen algunas certezas, pues dejar entrar el misterio también.<br />
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La limitación más grande que tiene el ser humano es el ”yo” . Y se sentirá limitado porque tiene metas limitadas. Entonces buscaremos respuestas a preguntas con algo que abra esa resistencia hacia el inconsciente, yo creo que el amor está muy relacionado con esto, con una especie de búsqueda hacia el inconsciente, hacia el infinito, y se necesita mucha inocencia y mucha pasión, de nuevo ante la resistencia al cambio y ante la profunda incomprensión de los demás. Dice María Zambrano: "El amor es nacido en la dispersión de la carne, encuentra su salvación porque sigue el camino del conocimiento. Es lo que más se parece a la filosofía. Como ella, es pobre y menesteroso y persigue a la riqueza; como ella nace de la obscuridad y acaba en la luz; nace del deseo y termina en la contemplación. Como ella, es mediador." Esa visión del amor como un puente intermedio, como un mediador entre dos pasos; yo creo que es acertado. María Zambrano dice que ayuda al conocimiento pero por otra vía, por la vía del delirio, de la que habla Platón en su Fedro, del delirio de los cuerpos, pero que lo trasciende por medio del conocimiento y con ello el mundo sensible ha encontrado su salvación. La verdad es que esta idea del amor como salvación yo también la he tenido presente en mi vida, y ahora con María Zambrano lo confirmo; en el amor buscamos salvarnos de la dispersión, más o menos es así. Y a veces la vida se confunde y se confunde con la muerte, lo que pasa es que el amor al trascender la muerte unifica, al mismo tiempo, el deseo; la vida se limita con la muerte y el deseo recobra su verdadero sentido; por eso ella habla también del amor “más allá de la muerte”. Como aquel verso quevediano, “amor, mas allá de la muerte, mas polvo enamorado”.<br />
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Siempre nos da miedo si nuestra pareja se va a enamorar de otra persona, cuando el amor apasionado normalmente de pareja muta en amor estable. En nuestro cerebro tenemos tres circuitos, el circuito sexual, el circuito del amor apasionado y luego un circuito del amor estable. Aunque son circuitos independientes pero no son completamente independientes. Yo creo que podemos diferenciar la fidelidad emocional de la fidelidad sexual, y lo que pasa con el sexo es que lo podemos controlar, así como no sabemos lo que pasa interiormente en la cabeza de nuestra pareja o las fantasías que tiene, pero exteriormente esto sí lo podemos controlar, y claro nos fijamos en ello precisamente, o le damos una importancia excesiva. De aquí esa frase: las mujeres perdonan las infidelidades pero no las olvidan y los hombres olvidan las infidelidades pero no las perdonan. Influye el qué dirán, y la sociedad en esto siempre ha sido muy machista. Pero realmente ¿genitalizamos tanto nuestros sentimientos y nuestras reacciones? Nuevamente nos encontramos con las dos caras del amor aquí también. Y vuelvo a decir lo mismo, yo creo que lo que buscamos cuando buscamos relaciones sexuales es esa complicidad y esa intimidad personal con otra persona; es decir, la comunicación emocional está siempre implícita incluso antes del sexo, aunque lo que se busque sea esto. Gandhi decía que a lo largo de la historia el camino de la verdad y del amor siempre ha ganado, por eso él apostaba siempre por la no violencia.<br />
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El cerebro mas inteligente es el de la persona más flexible: Nos preguntamos si el mejor cerebro es el de la persona más inteligente o el de la más feliz. Antes miremos qué es inteligencia. Los primatólgos han demostrado que la inteligencia precisa de tres cosas: una cierta flexibilidad para cambiar de opinión, una capacidad de representación mental para predecir lo que va a ocurrir y un cierto nivel de complejidad neuronal. Fíjese qué dato: el cerebro más inteligente es el más flexible. Con la mala fama que tiene cambiar de opinión. Sí, la gente es reacia. Pero todo en la naturaleza cambia, hasta la materia sabe pasar de líquida a gaseosa. ¿Entonces por qué nos resistimos tanto? Esto hay que corregirlo. Por algo en tiempos de crisis, evolutivamente, la manada elige a dirigentes más jóvenes. Justo ahora hay que tener el coraje de remangarse y cruzar el río.<br />
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Para la felicidad del niño: Hay dos cosas que debe incorporar a la cabeza de ese niño antes de que cumpla siete años para que sea un adulto feliz. Primero: debe lograr que alcance una cierta autoestima y seguridad en sí mismo para lidiar con el vecino, y esto se le introduce dándole confianza en sus propios recursos. Segundo: ese niño debe ser tratado de forma tal que le queden ganas y curiosidad para seguir profundizando en el conocimiento de las cosas y de los demás. Es un proceso de I+D gratuito en el que le tiene que enseñar a aprender, soñar, predecir e imaginar. No es fácil, pero tiene siete años para conseguirlo. La belleza es la ausencia de dolor, y la felicidad es la ausencia de miedo ¿Por que no intentas suprimir el dolor de la gente? Piensa que la belleza es la ausencia de dolor. O al menos trata de que alguien disfrute de la felicidad antes de que le llegue, porque la felicidad está en la sala de espera de la felicidad.<br />
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Confiar en el amor como en la mirada de los niños, amar sin juzgar: Una persona india sentenció: “A vosotros os entierran a los 80 años, pero os morís a los 20”. Hoy sabemos que nuestro cerebro es muy plástico: ¡podemos reinventarnos cada día durante 80 años! No lo hacemos. ¡Atrevámonos, pues es posible! Cuando miramos las relaciones como fuentes de aprendizaje, podemos aprender nuestra lección sin resentimiento contra nadie. Si la relación acaba, la despedida no será amarga sino que generará gratitud por quien se cruzó en nuestro camino y aportó algo a nuestras vidas. Nos ayudó a crecer, a transformar, a desechar, a avanzar. Si se equivocó en algo, si no pudo estar a la altura de lo que vislumbramos, no es algo que debamos juzgar. Para nosotros fue sin duda un buen maestro si logramos aprender la lección ofrecida. Es lo único que debemos retener. Dejar de dividir de forma instintiva y paranoica al mundo entre buenos y malos es una de las lecciones más importantes del amor en cualquier ámbito. Amar sin juzgar significa amar con plenitud, disfrutar con gratitud y dejar ir en libertad. Confíar en que el amor está, como en la mirada de los niños, en cualquier lugar, para así abordarlo sin miedo, como una fuente inagotable de aprendizaje, de transformación y de libertad. ¡Los maestros son los niños! Ellos nacen libres, con esa inocencia radical abierta al misterio, a la confianza en la vida y al amor al mundo. Si la conservásemos…, ¡seríamos siempre creativos y felices! Hay sólo dos modos de relacionarse con el mundo: desde el miedo o desde el amor. Sentir curiosidad por el mundo es amarlo, es lo mismo. ¡Es lo que sienten los niños pequeños. Esa inocencia radical, ese amor, curiosidad… es lo que luego nos enseñan a perder.<br />
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Este escrito está basado en algunos textos de publicaciones o libros de Elsa Punset y de su padre Eduard Punset. También en las lecturas mías de María Zambrano.Ishtar Sylphidehttp://www.blogger.com/profile/16471709373863665717noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-3419014891433068839.post-50443336841028824012011-01-28T11:08:00.001-08:002011-01-28T11:08:49.888-08:00la figura de apego de la madreLa figura del apego de la madre está en la educación, pero en todas las cosas, porque lo que mueve es la madre naturaleza. Tan es así, que me atrevería a decir que es genético y que es una fuerza instintiva y cerebral, cortical, que está como señalada en el especial instinto de madre. Por una razón evolutiva en el cerebro del hombre, la mujer tiene como madre una especial fuerza que ella desarrolla cuando imprime ese carácter maternal sobre el hijo.<br />
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Estamos hablando de fuerzas muy primigenias, de caracteres que están muy en lo hondo humano, contra los que no podemos luchar a veces. Y se producen entonces estas sinrazones que a veces se viven de celos entre la madre y el padre ¿pero cómo es posible? No me digáis que es lo mismo la inteligencia estructural, y la inteligencia emocional, a veces estas cosas están pasando entre los seres más civilizados, que viven de forma visceral estas fuerzas; y muchas veces la madre después hace de ello una forma de descargar sobre el otro compañero una especial tiranía o bien de una especial ternura o apego, si esta es entendida en su debida forma.<br />
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En la autorregulación emocional del niño la madre es la gran mediadora, influye directamente en la evolución de las estructuras cerebrales responsables del futuro emocional del niño, y es necesario el aprendizaje del autocontrol, y la disciplina para que el niño se sienta amado.<br />
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En el libro de Jose Antonio Marina, El aprendizaje de la sabiduría se dice:<br />
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“La tarea que ocupa los primeros años del niño es el paso de la autorregulación diádica, entre el niño y su cuidador, a una autorregulación del afecto. Durante la primera infancia, una de las principales tareas de la madre, dice Fogel y Kristal, es ayudar al niño a que soporte tensiones cada vez más intensas.”<br />
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“En los primeros meses, el niño depende de las intervenciones apaciguadoras de los cuidadores. El desarrollo de la corteza aumenta la tolerancia de los niños a la estimulación, Al final del primer año, gatear y andar capacitan al niño para regular más eficazmente los sentimientos acercándose o alejándose de los estímulos.”<br />
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La relación materno-filial se establece como un diálogo con la madre:<br />
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“En estas largas y silenciosas conversaciones entre la madre y su bebé hay tal sincronización en sus miradas que Bruner ha utilizado el término “realidad visual compartida” para designar la armonía sensorial y sentimental establecida. La madre está induciendo los cambios de humor del niño, enseñándole cómo sentir, cuándo sentir, y si hay que sentir algo sobre los objetos particulares del entorno.”<br />
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“Los experimentos de Campos y Stenberg han demostrado que el niño intenta ajustar sus sentimientos a los sentimientos que observa en su madre, como si ella fuera la definitiva intérprete de la realidad. Rilke lo ha expresado de forma poética en su “Tercera elegía”:<br />
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‘¿Dónde ay quedaron los años cuando tú, sencilla,<br />
con tu figura esbelta atajabas el caos bullente?’”.<br />
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“El niño de 4 años vive en un mundo mágico, lleno de amigos fantásticos, en el que se adentra con un pensamiento figurativo, metafórico y poco lógico aún. En su mundo privado -lo que los filósofos llaman mundo intencional- no se distingue todavía claramente lo real de lo irreal. El progreso de la inteligencia va a consistir precisamente en establecer la separación. El niño va configurando la objetividad, tiene que hacer compatible sus opiniones y sentimientos con las opiniones y sentimientos de los demás. Uno de sus grandes alardes consiste en comprender que los demás ven cosas diferentes de las que ve él. Cada persona tiene una perspectiva distinta. Que el niño mantenga una cierta estabilidad mental y cordial en este mundo complicado demuestra una vez más su genialidad”.<br />
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Pero hay que saber que el instinto maternal es una presencia de la figura de apego, del afecto, que lo puede experimentar tanto la madre, con este carácter de un modo genético, como también el padre que lo siente por efecto de las neuronas de contagio o de espejo, en la figura de protección que desarrolla, y puede en cierto modo no sólo complementar sino venir a constituir una presencia igualmente necesaria y llena de afecto y de cariño maternal por el progenitor.<br />
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Por eso el instinto maternal ante todo es una necesidad universal humana, que se humaniza en la figura de la madre pero que fuerza a cualquier otra fuerza de la naturaleza a realizarse, y puede ser sentida universalmente por el apego humano. La madre es la Madre Naturaleza, en último término, y nos iguala a todos y se expresa con todas las criaturas de la tierra.<br />
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La figura del apego, que es tan importante por lo mismo. La presencia o ausencia de una figura de apego se determinará por una situación potencialmente alarmante, desde los primeros meses de vida, y desde esa misma edad empieza a tener importancia la confianza o la falta de confianza en que la figura de apego esté disponible, aunque no esté realmente presente. Es decir, lo esencial es que la presencia de la madre esté disponible en la confianza siempre de que pueda ser llenada por ella o por el padre o por otra figura, esto es lo imprescindible, esa confianza de la que se alimenta.<br />
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Schore dice una frase sorprendente que me parece extraordinariamente simbólica: “La madre es el córtex auxiliar del niño”.<br />
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Por eso se justifica tan importante la presencia de la madre. Jose Antonio Marina dice: “Desde los 18 meses -justifica- los niños perturban intencionadamente a sus madres, disfrutan saltándose las prohibiciones, engañándolas deliberadamente, tanteando hasta dónde pueden infringir las reglas. Lo sorprendente es que los niños parecen anticipar el sentimiento de sus madres y encuentran placer en poder afectarlas de esa manera.”<br />
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“Trabajando por su lado, los neurólogos nos dicen que ya desde los 15 meses se produce la integración de los dos circuitos límbicos -el excitatorio y el inhibitorio-, que son la sede neuronal básica de la afectividad. El excitatorio había madurado previamente. Ahora le toca el turno al inhibitorio. Desde los 10 a los 18 meses se están estableciendo las conexiones entre las estructuras límbicas y las corticales”.<br />
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“A esta edad, el niño va a enfrentarse con la mayor crisis de su desarrollo: el conflicto entre la nueva autonomía que consigue y la antigua relación simbiótica que abandona. Su mundo afectivo va a sufrir rudos cambios. Hasta los 30 meses hay una época en que no puede evitar los ataques de furia. Aparecen también el juego simbólico, las pesadillas, el interés por los genitales, los cambios bruscos de humor y otros sentimientos en los que intervienen las normas, el juicio sobre el comportamiento propio y ajeno.” “Descubre el sentido de la responsabilidad y entran en su vida las miradas ajenas, poderosas, acogedoras o terribles como dioses omnipotentes y lejanos: la vergüenza y la culpa.”Ishtar Sylphidehttp://www.blogger.com/profile/16471709373863665717noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-3419014891433068839.post-4801900006020658082011-01-28T11:06:00.001-08:002011-03-02T12:34:02.849-08:00el cerebro puede interpretar diversamente una misma sensación, dolor o placerEste es el grito de una mujer imaginaria una vez en su vida: "Nunca me has querido. Porque me has tratado más allá de todo, no por mis convicciones y mis sueños sino por mi cuerpo agonizante, por mi ojos que se humillaban, cuando yo ya me había entregado tú no me veías a mí. Y ahora ya es tarde, porque no has sido tú, tú ya eres otro. Aunque me hicieras sufrir, no puedo remediarlo. O tal vez sí. No, pero no, vete con tu diosa… Estoy destinada a otro. A ser un ser insignificante, a vivir como todos. Tú te burlas de mí. Me sometes y no te gusta sin embargo verme así, y la sumisión es reducirse a la voluntad del dominante; anonadarse para ser lo que quiera y como nos quieras tú, mi dueño. No lo quieres reconocer pero te gusta jugar a ese juego pero con la “mente” sobre todo, ahí es donde me dominas. Ahora no eres mi dueño y por eso ya no te importa lo que había pasado entre nosotros, ahora no puedo sostenerme ya así del mismo modo. Estaba enamorada, pero loca de mí, por esa pasión o proyección mía. Conocí, en fin, el dolor como puerta de acceso a una experiencia física y como meta de llegada a otra experiencia más alta: enamorada. Porque la relación amorosa entre dominante y dominado, cualesquiera que sean sus sexos, llega a su hondura hasta la unidad de ambos celebrantes, allí donde el sumiso es tan dueño como el amo y éste es un servidor de aquél".<br />
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A veces el dolor excesivo conduce a la inconsciencia, pero también, en cambio, nos hace conscientes, en nuestro cuerpo, de áreas, fibras y músculos que habitualmente ignoramos. Y los lugares del cuerpo, de sensibilidad tan diferente… Un campo infinito… Pero, sobre todo, me ejercité en el dolor. Comprendí que el placer y el dolor están tan juntos como lo están la vida y la muerte.<br />
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Ella sigue diciendo: "He comprendido que tú me has rechazado siempre, que he sido tu espíritu, tu guía todo lo más. Y él es el amor carnal para mí, por eso mismo él es mi dios y tiene poder sobre mí, aunque él no lo reconocerá tampoco y me humillará tanto como tú me has humillado a mí o más todavía, porque este dolor el del placer carnal es aún más doloroso, pero es mi amigo, quien tengo mas cerca de mí. Y necesita de mí, al venir a mí tambien él se ha entregado. Pero ahora sé querer de verdad, sí con agonía. Soy esa chispa de vida que tú me describiste una vez… Nunca lo supe antes. Hacia el hombre sólo sentí dependencia y además rechazada. Su amor era dirigido hacia una mujer que yo no era. Me quería deformada, por eso todo fue fingimiento, y ahora que ha descubierto a su diosa, se va y me deja sola. ¿Te asombra?"<br />
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Esto es un diálogo imaginario entre el amo entregado y la sumisa:<br />
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-Ésa es la entrega del sumiso y más aún de la sumisa entregada a su dios.<br />
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-¿Qué es eso? Eso no me parece posible, que se pueda extraer placer digamos del dolor, de la sumisión, ni tampoco sólo de una diosa carnal, ni nada así, necesitamos entrañarnos en la carne pero también ser personas, ser dignas.<br />
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-No, no es así. Yo siempre te he agradecido que me humillases: al hacerlo te has ocupado de mí, te me has entregado. Me he jactado, incluso, de toda degradación impuesta por tu mano, por tu voluntad, por tu placer. Ahora como tú dices, necesitamos oír otras voces.<br />
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Imitaré a los místicos, los más altos vividores del amor aunque lo ofrezcan a un altar imaginario: muchos quieren ser los más degradados a los ojos del mundo para sentirse más seguros en su bajeza, más esclavos de lo que adoran. No, no soy masoquista y no he hecho la experiencia. Pero asomarse a ese cielo abismal, y no a tus armas mercantiles vendiendo un simulacro, es otra de las exaltaciones humanas, como la del poder máximo, la del arte supremo, la del descubrimiento científico y, desde luego, la del amor. La sumisión es reducirse a la voluntad del dominante, estamos acostumbrados a que sea la vida porque ella es más grande y nos domina, pero yo prefiero que seas tú, no me da miedo; anonadarme para ser lo que quiera y como nos quiera nuestro dueño. Y si éste nos somete al dolor, entonces el látigo es un cable comunicante: su chasquido en la piel receptora repercute en el brazo hiriente, que así se entrega al sumiso… Dar y recibir, ese goce completo de la vida, se cumple a la vez en ambos. En su silencio adivino recuerdos. ¡Cómo me gustaría asomarme a ellos, saber hasta el fondo! Aunque me hicieran sufrir. Lo cierto es que he sufrido mucho ese dolor, sin someterme, y hubiera sido mejor someterme, ahora me doy cuenta, sí, pero he sido tonta, ay , tonta, yo creía que eso no era amor y sí lo era, era un juego comunicante, era así, al que me sometía involuntariamente; hubiera sido mejor quererlo, hubiera gozado más, creo que sí.<br />
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El cerebro puede interpretar diversamente una misma sensación, como placer o dolor: esto hay que saberlo y que aprenderlo. Por eso el dolor sufrido no depende sólo de cómo nos golpea el dominante sino, sobre todo, de cómo lo recibe y acepta el sumiso, el ‘bottom’. Viví el umbral del dolor y también su frontera, donde se confunde con el placer y a partir de ahí se transforma del todo en éste: una vez más el erotismo conecta con los místicos y con los mártires, dichosos en la tortura. Y a veces, como dije antes, el dolor excesivo conduce a la inconsciencia, pero también, en cambio, nos hace conscientes, de nuestras partes del cuerpo, que habitualmente ignoramos. Conocí, como dije, el dolor como puerta de acceso a una experiencia física y como meta de llegada a otra experiencia más alta: enamorada. Porque la relación amorosa entre dominante y dominado, cualesquiera que sean sus sexos, llega a su hondura hasta la unidad de ambos celebrantes, allí donde el sumiso es tan dueño como el amo y éste es un servidor de aquel. Porque el dueño obedece al sumiso cuando le increpa así a su sostén. Aprendió a dosificar los grados y modos de la humillación, de la represión, del dolor. La diferencia entre el látigo, el azote, el murmullo, el grito, pues cada objeto causa efectos distintos, como la tímbrica de los instrumentos musicales. Valorar las resistencias y texturas de la piel humana y sus reacciones a cada golpe o a cada sonido. Y es que el placer y el dolor están tan juntos como lo están la vida y la muerte, como antes dije también. Sólo ha vuelto a la ascesis de la sumisión para reencontrarse. No porque sea radicalmente sádica. Pero aquí hay un mundo superficial y machista, en el fondo, y pronto supe que aquí yo no me encontraría tampoco bien. Por eso lo perfeccioné, intenté introducir la idea, la filosofía en él, los sueños, la ciencia y la innovación, la astrología. Por eso yo también no sólo me humillé sino que he humillado sin escrúpulos, y con un desprecio que a algunos les movía a desearme más, pero sabía que así no encontraría su compañero de viaje ideal. Lo lógico sería encontrar un varón sin machismo, y a veces sería como un amante fetichista que goza en la sumisión. Con una fantasía erótica ajena a toda represión.<br />
<br />
"-Sí, así. A un lado, lo luminoso y la sumisión de los místicos, al otro, ajena a represión, porque es ímpetu oscuro de la libertad materna y su fuerza vital. Donde represión se entiende que es represión educativa sexual.<br />
<br />
“Ya sabe que soy suya!” proclamó silencioso el deseo en mi corazón, pero mi humildad, intimidada ante su grandeza, me prevenía contra excesivas ilusiones…<br />
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-¡Me has vaciado de mí!¡Lléname de ti!<br />
<br />
-Te preguntas quién soy, un ser humano que como tantos lo callan, no lo digo por ti y por eso eres tu quien me asombra a mí, por tu limpia transparencia, tu elemental integridad. Pero ahora ya no veo en ti orgullo sino humildad, lo sentí lo vi todo cuando hable aquella vez contigo y oí tu voz."<br />
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Este es un texto de Jose Luis Sampedro, en <i>El amante lesbiano</i>, donde habla del placer del sumiso y este otro habla de la amada trasnformada, y lo escribe Antonio Gala:<br />
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”Hundida, sí pero no transformada. Lo amaba con la locura lúcida, frenética y embriagadora que manda Dionisos, con el amor furioso… ¿Debí amarlo y convencerlo con discursos platónicos? El no me escuchaba, él nunca hablaba de amor. Y el amor que se prolonga hasta la muerte es ya la muerte misma. Debió serlo. Quiero como Rilke morir mi propia muerte. Es mi única salida, así mi muerte morirá conmigo. Y el dios, complaciente, y cruel y desdeñoso, hizo que el bosque ardiera y murieron los dos. Qué castigo tan duro es el amor.” Antonio Gala, en <i>Los Papeles de agua.<br />
</i><br />
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"—¡No vuelvas a marcharte! ¡Y si te vas, llévame! Aunque sea para servirte siempre. Lo digo como lo siento. Llévame como un perrito, como un collar. O, mejor, márcame con tu tatuaje… No vuelvas a dejarme sola.<br />
<br />
Me enlaza; me muevo sobre nubes, atenta a no defraudarle. Asombro, ilusión, entusiasmo, vértigo. Su brazo en mi cintura, su mano asiendo la mía, me guían. Su cuerpo me toca y se aleja, su calor me traspasa, su aliento en mi cuello, su mejilla incendia la mía, su muslo abre mis piernas, me<br />
arrebata la embriaguez… Su muslo entre mis piernas ¿será verdad?…<br />
<br />
—Llevarte es una delicia. Me sofoco de júbilo. ¡Que el momento se eternice!<br />
<br />
Giro como él me manda; me alejo y le reencuentro, doy unos pasos a su lado y me<br />
vuelve hacia él, me estrecha… ¡Seguir, seguir!, pero se acaba, los acordes sonoros<br />
son finales. El lo detecta y me dobla hacia atrás; no caigo porque me sujeta, me<br />
retiene con sus brazos… y entonces, ya sin música, se dobla sobre mí y me besa muy<br />
suave en la boca. Tiene entonces que sostenerme en vilo; mis piernas se desmayan.<br />
Quedo de rodillas ante su figura. Me toma la mano para alzarme hasta él.” <br />
<br />
Jose Luis Sampedro en <i>El amante Lesbiano.</i><br />
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De una misma sensación se puede extraer dolor y placer, es como una elaboración alquimista, y los místicos yo creo que son los grandes experimentadores. Aunque no todos podemos llegar ni lo pretendo tan hondo. Porque esto parecería el sadomasoquismo o el colmo del mecanismo perverso. Entonces, de lo que sí se trata es de saber despegarnos de las emociones, sobre todo de aquellas que nos hacen daño, porque son ellas las que nos dominan a nosotros, de eso se trata, y esto se logra con una cierta madurez personal. Transmutar, el proceso de la alquimia sentimental, el odio por amor, esto sí se puede hacer, y entender que en todo proceso de dolor también hay un aprendizaje, porque todo aprendizaje es doloroso, y tiene que ser así. Y que la relación amorosa muchas veces tenemos que sacar de ella lo bueno, como un aprendizaje, esto ya sé que es dífícil decirlo o pensarlo, pero se puede hacer. Por supuesto, hay emociones dolorosas que dependen de una causa , de un trauma doloroso, y que son especiales, y que llevan pasar un duelo, estas merecen ser objeto aparte, pero muchas otras veces, nos apegamos a las emociones dolorosas sin un motivo, realmente, y las vamos transmutando, nos van achicando, pero también podemos revertirlas.<br />
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Lo que pasa por otra parte es que nos empeñamos en repetir errores, en caer en esquemas. Y realmente esto es una respuesta en base a algo que nos preocupó del pasado, nos dolió cuando éramos pequeños. Y creamos una respuesta tipificada, repetida en la vida. Y por eso decimos, que no somos amados, por ejemplo. O que todo el mundo nos abandona, somos presa del abandono de los demás. Y estos sentimientos repetitivos te hacen perder tu tranquilidad, tu paz, porque no los controlas. Es algo mecánico, inconsciente que provoca una reacción fuerte. A veces por eso no sabemos estar solos, porque pensamos que nos abandonan, y preferimos sacrificarnos antes de estar solos, y no elegimos bien. O pensamos que a nadie le importamos, que no le importan nuestras necesidad, y es curioso porque hay muchas personas que piensan así. Y por eso nos volvemos tan exigentes. Y está también el esquema de la dominación, del que hablamos en el post, y es curioso porque nuevamente es lo mismo pensamos que nuestras necesidades no tienen prioridad. Es como una sensación de impotencia, de decir: ”Nunca me salgo con la mía”. Y o te resignas o te rebelas casi agresivamente. Para que no te sometan o te manipulen. A veces lo que intentamos es contentar al otro. Pero realmente ni te comprometes nunca, que es lo que pasa, ni te implicas, ni te enfrentas al sentimiento de resentimiento que hay en el fondo de todo esto, cuando nos sentimos presas de un esquema de dominación. Hay que reconocer que tenemos que ser asertivos con nuestros deseos. Los esquemas se producen por razones objetivas, y nos defienden probablemente de personas que nos atacaron. Pero no podemos pensar que tenemos que desconfíar de todo el mundo, o bien pensar por el contrario, que hay alguien que puede ser un ángel o un salvador. Que sería el antídoto contrario. Y en realidad, volvemos a lo mismo, las emociones nos disparan como un mecanismo de alarma, pero debemos entenderlas, no se trata de confundir el dolor con el placer, sino de saber conmutarlo, de saber el origen probable de cada uno de ellos.<br />
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Porque la gente no es ángel ni demonio, dominador o sumiso, al cien por cien. Tenemos que ir trazando nuestro propio esquema. Y lo que necesitamos muchas veces es hacer conscientemente ir contra los esquemas porque son respuestas automáticas. Yo creo que estas respuestas matan muchas veces la capacidad de amor de las personas. Y terminamos al final diciendo lo que digo al principio: ”No soy digno de amor” y es triste vivir así también. Porque se tiene una autoestima muy baja. Hay que enfrentarse pues con esos pensamientos. Ser más realista acerca de quienes somos. Y no ser tan duro con uno mismo. Siempre hay una parte luminosa en nosotros y tenemos que sacarla afuera, no vivir de espalda a ella. Y nosotros somos los únicos que podemos cambiar, los demás te pueden ayudar en algo, abrir una puerta o una ventana o dar alguna indicación. Te pueden dar este destello en el que dices: Ah, pues sí esto ya no tiene ningún sentido para mí. ¡Cuántas humillaciones se soporta por amor! Tantas que llegas a no sentirte nada, y para el colmo, es algo que se lleva sobre la espalda.<br />
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Lo cierto es que creo que estamos en unos momentos vitales en que el realismo ha superado a toda ficción, por optimista o por pesimista que ésta fuera, y tenemos que pensar que la vida, esta realidad que vivimos, es posible porque la vivimos a caballo entre el mundo real y el imaginario, así es como funcionamos los seres humanos, estamos a caballo entre lo real y lo imaginario. De forma que como Mary Poppins con una cucharada de azúcar hacía que la medicina pasara mejor, creo que tenemos que buscar elementos en el mundo imaginario para que la realidad pase mejor. Yo creo que a veces estamos claramente interponiendo razones de tipo evolutivo, que se forman a través de elementos muy antiguos, probablemente es una forma muy antigua de juzgarnos los seres humanos. Y hay una razón de la evolución de la especie en defender, por ejemplo, cuestiones de honor, el mismo instinto maternal en la defensa de los hijos; todas estas cuestiones evolutivas hace que si arremetamos contra los demás de una forma instintiva y animal; defendemos también la fidelidad de la pareja, pero a veces esto simplemente se hace así por una cuestión de que la hembra necesita retener al varón para el mantenimiento y el cuidado de la descendencia; mientras que en el hombre los motivos evolutivos cambian y la especie le lleva a procrear y a sentir la necesidad de estar con el máximo número de mujeres posibles. Y todas estás razones quedan en un poso de la memoria genética y las transmitimos por generaciones, y en algún momento de nuestra vida saltarán o nos veremos arremetidos por ellas, y responderemos de acuerdo también a nuestra educación, nuestro entorno vital. Pero muy seguramente daremos respuestas instintivas vitales, y a veces sin tener ningun motivo o ninguna lógica.<br />
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Lo cierto, es que entonces lo racional ¿qué función tiene aquí? ¿Viene a perturbar la especie? Hay quien opina que el misterio del amor tiene sus propias razones, mejor que no trastoquemos demasiado los elementos instintivos. Sin embargo, el mirar con objetividad, el saber distanciarnos de las emociones que nos perturban, no creo que tiene que ser un elemento perturbador de la relación amorosa, sino al contrario. Porque psicológicamente el ser humano necesita amar, y es bueno para él vivir en pareja, más bien se diría que lo racional debería hacernos más tolerantes o más capaces de tener una inteligencia flexible. Y la razón no tiene por qué alejarnos de nuestras necesidades afectivas, creo yo, sino reforzarlas en todo caso. Por otra parte, con las vivencias de cada uno, lo cierto es que el sacrificio puede ser algo que hace a las personas víctimas de sus propios esquemas, porque sacrifican su ser esencial, pues para protegerse del mundo. Es una respuesta protectora y eso es algo que los seres humanos tendemos a hacer muy fácilmente, sacrificar quiénes somos a nuestras necesidades de afecto, de lo que sea, con tal de sobrevivir. Y tenemos a veces que ser más comprensivos con todo ello para poder vivir en paz y tranquilamente. A veces el corazón tiene heridas lentas de difícil curación, pero cuando el dolor es como una llama, la llama no es de dolor sino de felicidad, ¿no os parece? para salir de imposibles dificultades, es como una luz que da consuelo, creo que debemos de buscar esa luz en el dolor también.Ishtar Sylphidehttp://www.blogger.com/profile/16471709373863665717noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-3419014891433068839.post-58445312347526932972011-01-28T11:00:00.000-08:002011-02-25T09:48:18.378-08:00el mecanismo de perverso y la víctimaDenunciar<br />
lo dijo CONCHITA ABUELA NORMANDA 05 diciembre 2009 | 3:23 PM<br />
Mi querida amiga, ¿quieres esperar cuarenta años como yo para tomar decisiones? y ver que ya es tarde para vivir la vida que te correspondía vivir. <br />
¿Quiere<br />
Nuestros compañeros son seres humanos, como nosotros, que pasan por el proceso normal de crecimiento. Nadie está jamás terminado... Cuando renunciamos a la obsesión pueril de escudriñar el planeta en busca de la persona perfecta, podemos empezar a cultivar la habilidad de tener relaciones compasivas. Dejamos de juzgar a los demás para relacionarnos con ellos. Antes que nada reconocemos que no nos relacionamos para concentrarnos en lo bien o lo mal que los demás aprenden sus lecciones, sino para aprender las nuestras. ¿Por qué tendemos a vernos envueltos en relaciones que no son constructivas? Para el ego -es decir, para las defensas que presentamos frente a los demás- aceptarnos como somos, sin defensas ni protecciones, implica que ya no es necesario. La autoaceptación, dice Marianne Williamson, es la muerte del ego. Pero las personas confían mucho en ese ego supuestamente protector y suelen regirse por sus dictados: “Por eso nos atrae la gente que no nos quiere. Desde el principio sabemos que no están con nosotros. Más tarde, cuando estas personas nos traicionan y se van, tras una estancia intensa pero bastante breve, fingimos que eso nos sorprende, pero lo sucedido encaja perfectamente en el plan de nuestro ego: No quiero que me quieran. ¿Por qué las personas agradables y bien dispuestas no nos parecen agradables? Porque el ego confunde la excitación con el riesgo emocional y concibe una persona amable y accesibe como no suficientemente peligrosa. La ironía es que la verdad es lo opuesto: las personas accesibes son las peligrosas, porque nos confrontan con la posibilidad de una intimidad auténtica. Son personas que en realidad podrían frecuentarnos durante tanto tiempo que llegarían a conocernos. Podrían socavar nuestras defensas, valiéndose no de la violencia, sino del amor”. <br />
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En cuanto al tema de la violencia psicológica hacia la mujer que hemos tratado estos días te diré que yo hasta ayer mismo he vivido la violencia de género y ¿sabes por qué? porque fui a decirle " te quiero " a un amigo al que quiero mucho y ¿sabes lo que me respondió?: "No vuelva a empezar por favor"; y estaba a punto de darle todo de mí, de enseñarle mis ultimas enseñanzas para ganar dinero en la bolsa, todo ha sido además, la contestación, por internet, porque él no se atreve a venir a verme, está como reservando el momento de cogerme y sacar lo que a él le interesa de mí. Por supuesto le he dicho que no vuelva a llamarme en toda mi vida, porque ya no le aguanto más. He sido muy vulnerable, le he estado aguantando muchas cosas pero ya no más. A veces, incluso en el medio escrito, yo me he encontrado el tipo de hombre que es un voyuger, que es el mirador, un tímido perverso, que disfruta solamente mirando, viendo las partes más notables y físicas de la mujer, incluso cuando habla de ella, sólo la destaca por sus rasgos físicos y ninguno por los intelectuales, que es una forma de degradación a la larga psicológica de la mujer, yo se lo he advertido pero sigue haciendo igual, porque lo que quiere es provocar. Y hay otro modelo también el provocador con la palabra, el provocador que quiere sacarme de quicio, el típico perverso que se considera a sí mismo un seductor, si alguien te dice: " yo soy un encanto ", por favor no le hagas caso, ese también te está diciendo que te quiere utilizar. Perdona pero estoy muy crítica estos días.<br />
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El mecanismo del perverso.-<br />
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Es fácil y seguro manipular a quien te ama o a quien depende de ti: apagar la chispa de la vida en el otro, romper su voluntad, quebrantar su espíritu crítico para que no te pueda juzgar. Conocer el perfil de un perverso debería formar parte de una buena -pero en la actualidad completamente inexistente- educación afectiva. El perverso no es un enfermo,se ha forjado con probabilidad en la infancia cuando no pudo realizarse, dice la psiquiatra francesa Marie France Hirigoyen en su libro “El acoso moral”. Creó férreas defensas contra los demás para protegerse y así una actitud que podía haber sido simplemente defensiva y aceptable se convierte con el paso de los años en una personalidad incapaz de amar y convencido de que el mundo entero es malvado. Insensibles, sin afectos: ésa es su fuerza, así no sufren. Agreden para salir de la condición de víctima que padecieron, dividen su mundo en malo y bueno, temen la omnipotencia que imaginan en los demás porque se sienten profundamente impotentes, por ello necesitan protegerse hasta destruir.<br />
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Todos los encantos no son perversos; pero todos los perversos son en la primera etapa de una relación unos grandes seductores. Así atrapan a su víctima, así logran mantenerla en un intricado proceso plagado de silencios, mentiras y dudas que la paralizan. Así pretenden llenar su propio vacío, extraer la vida que sienten que no palpita en ellos y que contemplan resentidos en otros. Al perverso no le agradan las palabras cariñosas porque busca la repulsa para confirmar lo que ya sospecha: que la vida es ausencia de amor y negritud. Cuanto más transparente y generosa sea su víctima, cuando mejor intente tratarlo, mayores serán su rabia y el desprecio del perverso. Los procedimientos perversos son procedimientos defensivos que, de entrada, no se pueden considerar como patológicos. Es importante ser consciente de que todos podemos ejercer, en algún momento, un comportamiento perverso: sólo significa que intentamos protegernos de manera exagerada. De hecho, son dinámicas que aparecen con mucha frecuencia durante los divorcios y las separaciones. Pero las personas que no son perversas sienten remordimientos cuando manipulan y maltratan psicologicamente al otro y logran desterrar ellas mismas este comportamiento de sus vidas. Lo que resulta destructivo y peligroso es el aspecto repetitivo y unilateral del proceso. Por ello hay que aprender a no tener una paciencia eterna ante los pequeños desprecios, disimulados un día por el mal humor, otro por el disgusto, un tercero asestado ya sin explicación. Si quien nos acompaña nos está dañando, ha de ser capaz de rectificar. La tolerancia no puede alargarse hasta el infinito. Otro rasgo característico de una relación perversa es la sensación de soledad que siente la víctima. Porque si el perverso logra aplacar sus tensiones interiores con una persona, se comportará de forma normal con el resto del mundo. Sólo necesita una víctima y la suele elegir entre aquellos que más saben gozar de la vida -no en el sentido material, sino afectivo y psíquico-, alguien con dones musicales, literarios, alegría de vivir, sensibilidad, comunicación, creatividad... Alguien que detenta algo que podría llenar su vacío existencial. Así, quienes rodean a la víctima probablemente no llegan a sospechar la realidad de la relación perversa en la que está inmersa.<br />
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El mecanismo de la víctima.-<br />
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Otro rasgo muy característico de la relación perversa es que la víctima nunca llega a pisar suelo firme y saber qué se le reprocha, para así encontrar una salida. El perverso manipula y recurre al descoloque para paralizarla: se contradice, niega y miente. Como la víctima considera que tiene la llave para ayudar a su agresor, que sólo ella puede llenarlo con su vida y con su amor, intentará adaptarse. Está convencida de que el diálogo será parte de la solución, pero no logrará comunicarse. Por ello la víctima acumula grandes dosis de estrés y de tensión interior que fomentan los trastornos crónicos, la ansiedad y el agotamiento. Suele pasar de ser una persona llena de vida a una persona deprimida que se siente vacía. Se instala en la sumisión psíquica por su tendencia a culpabilizarse, por el miedo a decir o hacer algo que enfurezca al perverso y que le acarree un castigo cualquiera, por evitar tener que soportar más silencio, más desprecio, más palabras hirientes. O también, de forma más inconsciente porque le cuesta demasiado reconocer que su verdugo nunca la quiso, o renunciar al ideal de que ella podía salvarlo. No se puede vencer a un perverso. Tal vez se pueda, dice la doctora Hirigoyen, con esfuerzo y tiempo aprender algo acerca de uno mismo. La única victoria es alejarse sin haberse contagiado de su agresividad y malevolencia. Las víctimas siempre esperan que el agresor se disculpe porque la batalla ha sido siempre profundamente desigual e injusta. Pero eso nunca ocurre porque el perverso excluye de sí mismo el sufrimiento y la duda. A la víctima sólo le queda identificar el proceso perverso que pretende hacerla cargar con toda la responsabilidad del conflicto y analizar el problema dejando de lado la cuestión de la culpabilidad, porque no fue débil al principio, sino demasiada confiada: se creyó salvadora, redentora. Se sintió demasiado responsable y por tanto infinitamente culpable. Tendrá que abandonar el ideal de tolerancia absoluta que enarbolan tantas víctimas y reconocer a tientas que a quien amaba le aqueja, en mayor o menor medida, un trastorno de personalidad peligroso para ella y para los suyos. Una diferencia clara entre una víctima de un perverso y un individuo masoquista es que cuando la primera tras un enorme esfuerzo consigue separarse de su verdugo, siente una enorme liberación: Ha intentado la labor imposible de resucitar a los muertos. Ahora puede abandonar su posición de víctima inmovilizada y permitir que la vida renazca.<br />
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Esto es un diálogo entre el verdugo y la víctima:<br />
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-Te quiero.<br />
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-No vaya a empezar de nuevo, por favor! -dice el verdugo-<br />
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-Sabes que yo te quiero a mi manera aunque tenga que aceptar que quieras tener tu vida propia. Tambien yo me buscaré la mía. Si quieres seguir trabajando con ese amigo, pues sigue con ellos, yo sé que tú sabes hacer muchas cosas. ¡Maldita sea! No aguanto más tu hipocresía, aparentar una cosa y ser otra. Lo único que tienes es miedo a que la gente te trate bien, tú sabrás por qué. Tienes miedo a tener otra vez que cumplir conmigo, tienes miedo a tener que cambiar de vida, tienes miedo a que todo vaya bien; pues eso, yo creo que tu atraes las cosas malas hacia ti, tal vez porque tienes unas energías malas. Y no vuelvas a llamarme, no quiero volver a saber ya nada en mi puta vida de ti! -y así contesta la víctima en tres mensajes graduales de separación hasta que lo consigue por fin, el alejarse-.<br />
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Este artículo está basado en el último libro publicado por la escritora e investigadora Elsa Punset, <i>Inocencia radical</i> (ed. Aguilar, 2009, Madrid).<br />
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Esto me ha escrito un amigo, Giacomo: "Interesante. Aunque creo que Freud ya sacó conclusiones parecidas. "Lo que busca toda persona es un déspota amable".(Freud)" <br />
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Esto me cuenta una amiga querida, la abuela normanda: "Mi querida amiga, no existe nada peor, que estar analizando las cosas que nos pasan y porque nos pasan, no llevan a nada. Es nuestra obligación aprender a conocernos a nosotros mismos, a veces, damos más de lo que podemos, y eso lleva al fracaso, perdemos la autoestima y nos arrodillamos ante los demás. Si una mujer o un hombre, ha tenido una relación conflictiva, y vuelva a tener otra y se repite, lo siento, no es culpable el que viene, si, el que le acoje, y no me apeo del burro. No es fácil, pero tambnién hay que aprender a quererse por encima de todo. Hay que ser observadora u observador, un maltratador o una maltratadora, que las hay, se ve, se nota, lo que pasa que como nos gusta, lo pasamos, y ahí está el error, a la primera falta de respeto, fuera, puerta. No hay que aguantar ni un simple "idiota". Mi padre me dijo lo que me iba a pasar como el que fue mi marido durante cuarenta años, y yo aunque lo sabía, bueno no tanto, seguí con él, pobre idiota yo, pensé que cambiaría. No, lo siento, no tengo perdón, y lo que me ha pasado lo he merecido, punto, el ddesconocimiento de la ley, no te exime de la pena. Por eso yo, no culpa a mi ex de lo que me hizo pasar, si me apuras, tuve yo más culpa por seguir pegada a él como una lapa pese a toda, yo ya era mayorcita para tomar decisiones. Sé todo lo que me vas a decir en contra de esto que te cuento, me da lo mismo, me da lo mismo, seguré pendando lo mismo. Cuando estés con chicos, se amena, sé tu misma, tal cual y que twe acepte como eres, punto. Eres muy joven, puedes reahacer tu vida perfectamente sin miedos, segura de tí misma, mostrándole a él tu personalidad, nunca inclinarte ante él. Pero jamás, repitas lo de tu anterior relación, nunca, pues volverá a pasarte lo mismo, lo mismo, que es lo que le pasa a la mayoría de hombres y mujeres, que repiten los mismos esquemas. Nunca uno se enamora el primer día como una fiera, da tiempo a ver el panorama y dejarlo. Sabes que no sé expresarme todo lo bien que quisiera, pero creo que se me entiende. Besos amiga, se feliz, nunca te olvides de ello."<br />
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Una de las cosas que escribe Elsa Punset, es: "Sólo un ser humano enferno -psicópata- tolera cómodamente su propia maldad. Para acallar el ruido de la disonancia interna resultante hemos desarrollado mecanismos que justifican casi cualquier acto o decisión, por injusta que pueda resultar. Así hemos abierto la espita de muchas de las paradojas y sinsentidos históricos del comportamiento humano: el abuso, la tortura, la degradación y la mentira. Porque en realidad casi nunca mentimos, sino que nos autojustificamos y para ello nos autoengañamos. El colmo del cerebro humano es que consiga mentirse tan bien a sí mismo: suavizamos las verdades crudas de la vida, ignoramos aquello y aquellos que conviene ni ver ni escuchar, minimizamos los deseos incómodos o conflictivos. La mente humana pone a nuestra disposición un abanico amplio de recursos automáticos para distorsionar la memoria, las percepciones y la lógica: tomamos decisiones en función de sesgos cognitivos automáticos, filtramos eficazmente la información circundante, reinventamos la realidad para acomodarla a nuestros deseos y a nuestras necesidades. Retomar nuestras memorias y alterarlas, revisarlas y acomodarlas es un proceso tan corriente que pasa inadvertido." En fin ella dice que mentimos para sobrevivir, porque estamos programados para la supervivencia, pero también para amar, para compartir, por eso cuando mentimos, robamos o manipulamos, nos angustiamos, y cuando no amamos nos entristecemos. <br />
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También hay un psicólogo, Nassim Taleb que ha sido entrevistado por Eduardo Punset, el padre de Elsa, que ha estudiado precisamente este mecanismo de defensa del cerebro. Este pensador dice que no importa cuanta estadística se haya acumulado, que el cerebro racional no se guía por la heurística de la estadística, no toma en serio lo que es abstracto, que cuando se trata del mundo real, el cerebro pasa a ser acción, a menos que el problema se plantee como en un libro de texto, que se soluciona bien si se han preocupado de estudiarlo o mal si se plantea de una forma diferente a la que se ha aprendido. El dice que se aprende interactivamente, con el calor humano. Y dice que estamos confundidos sobre lo que es arriesgado o no y sobre lo que es peligroso y no, al mismo tiempo que estamos confundidos sobre lo que hace la felicidad, el dice que lo que hace feliz a la gente no es la riqueza, con la excepcion de ayudar a rebajar la ansiedad, sino que lo que hace feliz son los amigos, y que el confort físico tampoco hace esta. En fin, estos son otros divulgadores de moda que están explicando la conducta a través del cerebro humano y lo que sabemos de él. <br />
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He recibido otra carta de la abuela normanda: "Mi querida amiga, busca en tu interior toda la fuerza que tienes, no te la pierdas, sal de esa tristeza, nadie merece la pena que tú te sientas así, y más si te han hecho daño, te estás inclinado ante ellos todavía. Olvídate de anailizar, de buscar el porque de las cosas, nunca hayarás respuestas, nunca. Sé menos adulta, no tan reflexiva, eso no permite ser feliz. Te dejo, pero me cuesta, quisera que me entendieras, sé feliz, no analices tanto, deja que la el pasado se hunda en un pozo, solo recuerdo lo bonito que hubo, que seguro que si. Besos amiga ¡La plomito!"<br />
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Me dan mucho ánimo sus palabras, el refugio interior, la meditación, el saber estar en soledad, pero también lo que ella dice, el cultivar un espacio para la amistad. Yo creo que sí que tenemos buenos amigos y amigas, aunque el exceso de reflexión a veces puede producir también una forma de depresión. También me contesta la abuela normanda, que es muy grande e ingeniosa: "Así te quiero ver, con ganas de lucha. Yo te aseguro, que estando rodeada de buenos amigos y amigas, se es super feliz, auqnue tú eres muy joven, puedes encontrar un gran amor y comenzar una nueva vida si mirar para nada ál pasado oscuro, solo pensar en lo bueno que tuviste, punto. No sé si todavía tienes que estar cuidando a tus padres, pero si no es así, lucha por tus quieros, viaja, ve a donde te de la real gana, eres libre, y estás muy preparada con tus estudios, el mundo es tuyo, de tí depende que así sea amiga, olvida y vive la vida, que es grande, aunque yo lo haya descubierto un poquito tarde. Besos amiga, buenas noches. Pd: Escucha hermosa, no tienes que tirar de nadie, de nadie, eso te humilla ante él y ante tí. Estoy de acuerdo que él no haga lo que tu quieras, mírate en su espejo y haz lo mismo que él. Si no tiene metas es su problema, no el tuyo, sigue tú con las tuyas sin freno siempre que nohagas daño a nadie. No te importe que él no sepa hacia donde va su vida, tú si tienes que sabe hacia donde va la tuya. Si terminara desestavilizándote, horadando en tu autoestima, querría decir que eres débil, fácil de guiar como un perrito. Escucha, pon un muro más grande que el de Berlín en el camino que ha quedado detrás de tu espalda, abre uno nuevo y empieza a caminar tú solita, sin llevar carga en tus espaldas, ¿vale? Sé tú misma, tal cual, como eres, no cambies nada, que te acepten como eres, punto". Esto me escribe otra amiga Lainmeta: "Hay que alejarse de los maltratadores, son sanguijuelas que te van absorbiedo hasta que no te queda sangre por la que luchar, ánimo, tienes todo mi apoyo". Bueno, yo les contesto así, yo creo que la maldad existe pero se sabe que sólo es un 4% de toda (la psicopatía), lo que existe es la bondad, lo que pasa que muchas veces es que no hacemos nada por los demás, permanecemos en la indiferencia. Yo no me considero una víctima con el síndrome de salvadora y esas cosas pues me gustaría poder no dar más de lo que tengo pero sí estar con la gente que me puede necesitar más que otras que no. Al final se crea un círculo vicioso porque tú necesitas cosas que el otro tiene y el otro también te regatea, y esto ya es muy feo, ¿sabes? Pero yo creo en la bondad natural de las personas, lo que pasa es que muchas veces no sabemos expresarla. Incluso se ha estudiado de que la maldad proviene de la pobreza pero esto no siempre es así, se sabe que hay entornos pobres que son pacíficos, la maldad se basa más bien en un tipo de cultura, como la del consumo y también la de la violencia machista entre otras, esto es lo que nos hace ser como somos.Ishtar Sylphidehttp://www.blogger.com/profile/16471709373863665717noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-3419014891433068839.post-45899862834083128032011-01-28T10:57:00.001-08:002011-01-28T10:57:51.461-08:00entre despotismo ilustrado y el prometeísmo de la ilustraciónEntre el despotismo ilustrado y el prometeísmo de la Ilustración debe andar la cosa.<br />
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Puesto que más que la represión es el falso optimismo de la ilusión lo que llevó a la frustración del proceso de la Razón, según nos dice Freud, que observó que en toda cultura el hombre tiene que pagar un precio en inhibición de sus inclinaciones naturales pero aún así, cuando se ha roto el orden de los tabúes, los lazos amorosos o religiosos de un pueblo se rompen también, pues él fundaba la cultura en el concepto de culpa y en la constitución moral del hombre.<br />
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Para él el concepto de cultura no se fundaba en un orden de sanción legal, ni en un orden de valores morales, sino precisamente pertenecía a un orden de tabúes, y para él el tabú reside en el reino de lo sagrado.<br />
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Digáseme pues qué es el reino de lo sagrado, hoy día “dios” hay mucha gente que cree, pero realmente en su intimidad lo hace, hoy día lo que son valores triunfantes de nuestra sociedad, lo son el sexo, el dinero y las tecnologías, estos son los dioses nuevos de la modernidad, y no hay vuelta atrás, como dijo Freud, la aculturación es el viaje al castillo de Irás y no Volverás.<br />
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Estar enfermo no es otra cosa que no haber podido arrojar de uno mismo los elementos patógenos. Mi hipótesis es que nuestros cuerpos y nuestros espíritus están expuestos a una serie de agresiones permanentes que destruyen poco a poco sus mecanismos inmunitarios.<br />
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Pues estar enfermo es de no haber sabido arrojar fuera de nosotros esos elementos patógenos, qué es lo que ha pasado, qué es lo que le pasa a la sociedad, por qué ninguno de nuestros políticos reacciona o por qué nadie sabe quien tiene la culpa.<br />
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Porque de lo que se trata cuando se rompe un tabú, es del concepto de culpa, y ésta Freud como hemos dicho no la sitúa en un orden de valores normativos, sino en un orden cósmico, universal, es decir, se tendría que producir una desolación tan general que arrasara con todo, para poder sentir el orden y el sentido de culpabilidad, que hasta ahora habíamos perdido.<br />
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El efecto mariposa en realidad se produjo cuando Bush jr. dejó quebrar a Lehman Brother y detrás de él vinieron la caída de otras empresas, el desempleo y la crisis general.<br />
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Y es así, y ¿quién no tiene en su biografía algun dato vergonzoso que quiere ocultar o que ahora lo manifiesta?, ahora incluso uno se alegra de no haberse aprovechado, yo también podía haberme aprovechado de la vida de la administración, de la Universidad, incluso haber utilizado mis recursos como mujer pero no lo hice, y ahora me alegro mucho más de no haberlo hecho, a pesar de lo que sufrí en su día.<br />
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En fin, no es de represión o de inhibición, es de un falso optimismo de la ilusión, lo que nos ha llevado a esto; y muchos de los que se han llevado ventajas y atributos tendrán ahora que pasar por los tribunales, y claro que están enfermos y además tendrán que echar afuera los agentes patógenos si quieren curarse.-<br />
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~Ishtar Sylphidehttp://www.blogger.com/profile/16471709373863665717noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-3419014891433068839.post-31835817732995169022011-01-28T10:55:00.001-08:002011-03-11T12:54:58.561-08:00la madurez emocionalA veces la vida parece que se estanca. En estas épocas de espera resulta útil recordar que las etapas de la vida tienen un ciclo natural de crecimiento, plenitud y decadencia, tras el cual se inicia un nuevo ciclo. En esos momentos mi debilidad y mi impaciencia no logran nada. El tiempo de la psique no es el tiempo de la vida diaria. Hay que darse tiempo para madurar y encajar situaciones, tiempo de cara al desarrollo de las relaciones personales, tiempo para reconocer dónde nos hemos estancado y por qué. Hay que situarse en un ámbito más intemporal para poder examinar y superar las crisis propias de cada etapa con calma. Así las crisis personales también afectan al entorno familiar y social. Como si estuviesémos atrapados entre dos espejos, la figura humana se desdobla al infinito: tras cada persona aparecen otras, que pueblan nuestras vidas y se cruzan en nuestro camino. Este es el sustrato de la vida humana de la que todos estamos construidos. Las distintas etapas naturales de la vida obedecen a señales biológicas, culturales y genéticas diversas. Cada etapa entraña determinados retos a los que debo enfrentarse para poder seguir adelante.<br />
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“¿Qué necesito? ¿De dónde vengo? ¿Cómo me pueden ayudar estas experiencias para conocerme mejor y evolucionar?”. A menudo desperdiciamos oportunidades de cambio porque queremos forzar los acontecimientos en unas circunstancias y un tiempo que no es el suyo. Nos aferramos a nuestros deseos y el miedo, de nuevo, nos condiciona demasiado. Al contrario de lo que solemos creer el proceso de evolución y desarrollo humano, psíquico y físico, no se detiene al final de la adolescencia; prosigue durante toda la vida. A lo largo de la vida no cambian las emociones, sólo cambia nuestra capacidad de gestión y nuestros recursos frente a estas emociones. Tendemos a considerar la edad adulta como un camino lineal y estable, pero tiene sus propios ciclos o etapas, con sus puntos de inflexión y crisis características que es necesario reconocer y solucionar de la mejor manera posible. No se puede superar una etapa y adentrarse en la siguiente sin solucionar la etapa y crisis anteriores. El umbral de nuestra vida presente es el conjunto de nuestras experiencias pasadas.<br />
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¿Cómo maduramos? Algunas personas llegan a la edad de la madurez escarmentadas por el dolor. Deciden entonces que las emociones son dañinas, que existen sentimientos que hay que apartar de uno mismo para no sufrir. A veces a este proceso lo llaman “madurar”: se refugian en ser razonables, niegan la fuerza del amor y se resisten a considerar que el dolor pueda ser una fuente de transformación y de empatía. Prefieren vivir con las emociones adormiladas o reprimidas con tal de no enfrentarse a sus efectos transformadores e intensos. La emoción no es debilidad. Sin emoción no hay vida plena. No se pueden ignorar las emociones porque nunca desaparecen: estamos obligados a hacer algo con ellas. Si las apartamos, reaparecen en sueños o bien a través de otras manifestaciones inconscientes, como las crisis de angustia, tan corrientes en las crisis de la edad adulta. La psique se resiste a morir, a despojarse de las ganas de vivir y de sentir. El instinto de lucha por seguir vivo. Aquellas personas que creen que el paso de los años entraña la renuncia a las emociones y a los sueños aceptan tácitamente envejecer, aceleran incluso el proceso de envejecimiento, físico y psíquico, para acabar cuanto antes con el dolor de la lucha interna que padecen. Es una salida habitual a la crisis denominada “luto por la juventud”, cuando triunfan los miedos de la edad adulta: el miedo a la muerte, a quedarse sin trabajo, al dolor emocional, a la soledad... y sobre todo el miedo al cambio.<br />
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En realidad la vida después de los 40 años debería ser una vida rica psíquicamente: las emociones son tan rotundas como a los 20 años, pero se ha acumulado experiencia para hacer frente a la marea emocional, e intuición y templanza para recorrer el camino de forma más deliberada. Conozco el valor del tiempo y sé que soy capaz de sobrevivir al dolor. Reconozco de forma instintiva mis patrones negativos y a veces puedo evitarlos, o incluso desactivarlos. Las inundaciones emocionales son menos frecuentes. Cuando surgen el sentido del humor, una magnífica herramienta de gestión emocional que suele florecer con la madurez adulta, nos permite incluso celebrar que nuestra psique esté viva. La debilidad y el desconcierto emocional son pasajeros cuando tengo los recursos para analizar una situación y para gestionarla adecuadamente. Cuando entiendo las razones de nuestro desasosiego emocional, puedo razonarlo e incluso controlarlo. Con cada esfuerzo por entender y situar en su contexto nuestras emociones y nuestra vida salimos reforzados.<br />
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La integridad, ¿cómo podemos ser íntegros? Otro elemento importante en toda vida humana es la integridad, la fusión de la identidad pública y privada. Una identidad adulta sana encajará tanto con nuestra personalidad como con el mundo que nos rodea. Si éste no es el caso, probablemente suframos problemas psíquicos, como depresión o ansiedad. Una persona gregaria y activa se deprimirá en una profesión solitaria. Una mujer solitaria y pacífica no será feliz trabajando en el servicio de urgencias de una ciudad peligrosa. Si nuestra identidad adulta no encaja con el mundo exterior, nos sentiremos alienados del mundo. Antaño las personas luchaban contra la tiranía de la sociedad cerrada. Pero en una sociedad donde ya no se nos imponen tantas estructuras mentales y sociales, las crisis identitarias no suelen ser fruto de los conflictos interpersonales, sino internos. Tenemos un ámbito de elección enorme y muy pocas referencias por las que guiarnos. La rebelión suele darse contra uno mismo. Otra oportunidad que ofrece la madurez emocional es no confundir nuestro ser con nuestras circunstancias, sobre todo cuando éstas se tornan difíciles. Los adultos emocionalmente maduros saben que el mundo es inseguro y cambiante y que nada externo puede darles una seguridad real. Buscan, por tanto, esa serenidad en su interior. <br />
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Así, cuando los problemas acechan es posible que hallemos en nosotros mismos un lugar emocionalmente seguro al que acudir -el hogar invisible que todos llevamos dentro, aquel que los niños, en su infancia, necesitan ver proyectado en el hogar de sus padres-. Durante la juventud se lucha de forma casi física para conseguir una forma de vida determinada y reclamar un lugar en el mundo. La madurez supone una lucha basada en los valores conscientemente elegidos. Aunque es la época del reconocimiento de la realidad -es decir, de los límites-, lo es también del desarrollo de la fuerza necesaria para superar los obstáculos, y de la capacidad de apartarse de forma consciente de determinados modos de vida, influencias o personas. Todo ello implica riqueza y fortaleza interior, desde cualquier perspectiva vital o creencia que se tenga. En este camino y en este paisaje cualquier apoyo es bienvenido: la mirada cómplice, la palabra de aliento, el destello de comprensión. Nacer y vivir en este gigantesco y apasionante laboratorio humano implica una soledad implacable, a veces difícil de superar. Sin embargo, no puedo renunciar a encontrar el sentido de mi vida ni a compartirlo con los demás, desde la compasión y el respeto que merecen tantas personas por el esfuerzo inmenso que supone aprender a vivir sin miedo.<br />
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Este artículo está basado en el libro de Elsa Punset: <i>Brújula para navegantes emocionales</i>.<br />
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"Vale la pena consignar, en vistas al futuro, que el poder creador que tan agradablemente burbujea al comenzar un nuevo libro disminuye al cabo de cierto tiempo, y sigue produciéndose con más serenidad y constancia. Aparecen dudas. Luego, una se resigna. Lo que más influye en que una siga escribiendo es la decisión de no cejar y la sensación de que se va a conseguir una forma. Estoy un poco angustiada. ¿Cómo voy a plasmar esta concepción? Cuando una se pone a trabajar, inmediatamente se asemeja a una persona que va de paseo, y que ya ha visto el paisaje extendiéndose ante ella, antes. En este libro no quiero escribir nada que no me guste escribir. Pero escribir es siempre difícil". Virginia Woolf<br />
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Un amigo me ha escrito y me dice lo siguiente: "Personalmente creo que hay muchos niveles y formas de emociones, intensidades y canalizaciones de el sentimiento. Unidas a la inteligencia y la personalidad. No es tanto represión sino forma de orientación. La emoción sin orientación es sentimentaloide y pueril. Con tu texto me ha venido a la cabeza algo, sabes que me gusta la grafología. Y colecciono letras de personajes históricos. Siempre me llamó la atención la letra de Borges. En especial la relación de espacios en relación con la presión (engrosada de segundo modo). Tener ese tipo de presión implica una impresionabilidad casi patológica de la realidad (nivel muy alto de sentimiento) en un marco de inteligencia y tensión. La escritura de Borges era tensa y tenía un ángulo acusado Es decir... en conclusión tenía un nivel muy alto de sentimiento dentro de un marco de inteligencia. La pregunta que me hago después de leer tu texto es: ¿Borges se reprimia emocionalmente? ¿fue positivo o negativo o inteligente para el?" <br />
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En verdad, no se puede separar el sentir del inteligir, es impresión de realidad y de sentir, todo converge aquí. Y hay que orientarla a las emociones, claro, sobre todo las emociones que llamamos negativas, como el miedo, la ira, la tristeza. Lo que pasa es que si las bloqueamos, o las reprimimos en nosotros, lo que hacemos a veces es que estás aparecen revividas cuando menos lo esperamos del subconsciente, y aparecen esas inundaciones emocionales, sobre todo, que teméis tanto los chicos o los hombres porque estáis acostumbrados a ser duros, o porque la educación nos exige una forma de estar. Yo creo que no hay que reprimirlas, pero en cierta forma debemos anularlas dándonos cuenta que muchas veces no se deben a causas traumáticas sino a la confusión que nos hacemos de nosotros con nuestro ego, con nuestra imagen, la que queremos dar a los demás, es aquí muchas veces de donde nacen esas emociones negativas, como el orgullo, la soberbia, la envidia, la ira, brotan de nuestro deseo de querer tener un ego o una imagen social. En cierta manera es esto lo que tenemos también que conjurar. Porque las emociones nos afectan con la madurez del mismo modo, pero tenemos ya un conocimiento de la realidad y efectivamente no podemos anular la vida, tenemos que vivir emocionándonos y hallando en nuestros afectos, nuestra personalidad algo que nos permita darnos a los demás también. De lo contrario pueden surgir las crisis de angustia, de la que Virginia Woolf habla en ese texto que escojo, o podemos sentir que todo es dolor, y que el dolor mismo nos paraliza y nos impide vivir, cuando este podría ser un medio también de transformación valioso. Sin duda, Borges es un ejemplo notable de una inteligencia notable y muy dotada, el ser humano a pesar de ser racional, precisamente se distingue de las demás especies por ser el más emocional de todos. Quién conoce sus emociones yo pienso que sabe sacarlas, sabe aflorarlas y navega con ellas y son instrumentos imprescindibles para también usar la inteligencia, tenerlas como herramientas de trabajo, fíjate lo que digo sobre el sentido del humor, son recursos o medios para gestionar el propio conocimiento de uno y para no quedarse adormilado, sino darle un cauce suficiente y un buen fin a las emociones también. <br />
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Las emociones positivas son aquellas que para sentirlas hay que recrearse en ellas de manera deliberada. Así como las emociones y las experiencias negativas se graban a sangre y fuego en nuestro inconsciente. No solemos prestar demasiada atención al procesamiento de las emociones positivas porque señalan simplemente que para nosotros "todo va bien". Pero disfrutar de manera consciente de las emociones positivas requiere tomar tiempo y poner la atención necesaria para vivirlas. La felicidad requiere un esfuerzo consciente y continuado, pues parece que como ser desdichado es un reflejo evolutivo innato -la tendencia natural de las personas es a ser infeliz-. La parte positiva de esta paradoja es que podemos aprender conscientemente a ser más felices. Aquí os dejo otra enseñanza de esta autora, filósofa y estudiosa de la inteligencia emocional, Elsa Punset, que ha investigado a través de los modernos estudios de la neurociencia y de todo lo que se está investigando en algunas universidades punteras norteamericanas. Esas limitaciones que existen en verdad están ahí, pero podemos encauzarlas mejor ahora. Pues los límites lo que nos hace también ver es el desarrollo de la fuerza necesaria para superar los obstáculos, y de la capacidad de apartarse de forma consciente de determinados modos de vida que no nos convienen o nos parecen inútiles o inapropiados. <br />
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Al final, es un poco agradarse a sí mismo. Pero seguro que no sólo en lo negativo, porque las emociones negativas tenemos que verlas como circunstancias exteriores a nuestro propio yo, en verdad no tienen casi nunca relación con una circunstancia como dice el psiconalásis de la infancia o traumática, aunque puede que sí, -el psicoanálisis a veces trata de sacar de quicio, de llevar todas estas emociones hasta un límite, de exacerbar y recrear los pensamientos y tampoco es eso del todo-. La escuela del psicoanálisis tuvo su momento, pero ahora se está viendo que hay otros modos, tal vez se dice que exacerba los sentimientos por luchar también contra un gremio hostil, pero se debería también luchar contra eso que está en nuestro yo mismo, no en otro, porque es la confusión de nosotros con ese ego o ese círculo social o de amigos lo que más nos afecta. <br />
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La forma tradicional por la que abogaría el psicoanálisis consistiría en dirigir de nuevo esta energía -trátese de una libido inhibida o por el contrario muy activa- hacia su cauce correcto o habitual. El psicoanálisis hurgaría en las raíces familiares de este sujeto: tal vez un conflicto en la infancia. La sensación de estar privado de algo -de la aprobación o del amor materno, en este caso- se perpetuaría así en la edad adulta: el individuo seguirá castigándose a sí mismo y a su entorno por un conflicto infantil no resuelto. En teoría, si consigue desterrar el conflicto inconsciente -deshacer el condicionamiento infantil- este individuo podría interrumpir el mecanismo que le impide vivir de forma adecuada. La Universidad de Wisconsin, Estados Unidos, dice que existe un camino distinto, por el que abogan determinadas filosofías como el budismo, que consiste en no reprimir los deseos, pero tampoco en darles expresión ilimitada sino en intentar liberarse de estos deseos y emociones negativas. Con este sistema clásico, no podemos librarnos de nuestros fantasmas emocionales sino que nos anclamos en ellos, porque nuestro esfuerzo se centra en encontrar la forma de expresarlos de la forma más segura posible, o en todo caso en eliminar o desactivar facetas o expresiones concretas -anecdóticas- de estas emociones negativas. Las técnicas de meditación que recomienda el budismo se centran en el convencimiento de que las emociones negativas -el odio, el deseo, la envidia, el orgullo, la insastifacción...- no tienen el poder innato que pensamos que tienen. Son sólo, según esta filosofía, espejismos que asaltan nuestra mente, crecen de forma desproporcionada y nos encierra en un teatro mental peligroso.Ishtar Sylphidehttp://www.blogger.com/profile/16471709373863665717noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-3419014891433068839.post-69643297386443411672011-01-28T10:54:00.001-08:002011-02-18T11:47:07.712-08:00en torno a la tristeza y la depresiónEn base a la forma de cómo podemos tratar la depresión, no es que tenga cura, pero sí tiene que se puede recibir ayuda. No hace falta vivir con este sufrimiento. Hay mucha polémica en torno a la toma de antidepresivos. Un equipo de investigadores de la Universidad de Harlem en el Reino Unido ha revelado que el beneficio de los antidepresivos no es superior al de la pastilla de placebo en los pacientes con depresión moderada. Es decir, la sugestión también funciona. Desde luego, el poder de nuestra mente es enorme. Yo no creo que esto se aplique a todos los casos de depresión, no me gustaría que las personas que sufren depresión y se están medicando de repente piensen que lo pueden abandonar. Lo que sí significa es que nuestra mente tiene un poder enorme y que cuando comprendemos lo que nos entristece y lo que nos hace vivir mal podemos cambiarlo. Tenemos un cerebro plástico y las experiencias positivas nos marcan y cambian nuestro comportamiento. Y las personas que tienen depresión evidentemente tienen que hacer todo lo que esté en sus manos por salir a la vida, interesarse por la vida, encontrar razones para vivir que hay muchísimas.<br />
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Es curioso porque equivocadamente hay personas que piensan que aquella que se deja llevar por una tristeza patológica que puede desembocar en una depresión son personas, bueno, quizás un tanto poco formadas. Ya saben que la princesa Masako de Japón que desde hace cinco años sufre esta enfermedad es una mujer cultísima, licenciada en Derecho por la Universidad de Tokyo, en Economía por Harvard, y con un postgrado de Oxford en Relaciones Internacionales, es el ejemplo de una mujer bella, una mujer preparada pero casi acabada, pero joven y casi acabada. No sé por qué razones estará deprimida, aunque dicen que porque no da a luz a un varón. Es tremendo que estemos así, que la presión social sea así. Pero una de las cosas que dicen de la depresión y que se ha estudiado en gemelos, es que si dos gemelos tienen la misma genética y se sabe que realmente hay una genética que predispone a la depresión, los dos no tienen por qué desarrollar la depresión, sólo si el entorno realmente de alguna forma fomenta esta depresión entonces se dispara esa genética. Y en el caso de esta princesa pues evidentemente tiene un entorno que tiene que ser absolutamente terrible, que no le deja respirar, le han quitado a su hija los derechos de heredar el trono. Es decir, que tiene que ser una sociedad absolutamente cerrada en ese sentido y que le hace sentir fatal y ella no consigue superar esto.<br />
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Yo me pregunto si podemos seccionar el cerebro para controlar las emociones negativas, para que no nos desborden. Sí, absolutamente y una de las cosas que se está estudiando ahora, hay varias formas de controlar las emociones negativas. Una cosa que debemos saber es que nuestro cerebro se va, se entrega muy fácilmente a la emoción negativa y le cuesta mucho sentir una emoción positiva. Con lo cual hay que saber que la emoción positiva hay que trabajarla, eso es un primer punto, pero luego de forma muy práctica en la Universidad de California están estudiando y están viendo que si las personas comprenden lo que les pasa y lo nombran, lo expresan, hablan de ello con un amigo, lo escriben, escriben estas emociones negativas, esta tristeza, es menor la tristeza. Y yo creo que en parte es porque lo desconocido nos da mucho miedo. Lo desconocido aturulla nuestro cerebro, nos sentimos mal, nos sentimos perdidos. En cambio, si le ponemos nombre y sabemos de esta tristeza, pues de dónde proviene, quién es, sabemos a quienes nos enfrentamos, nos sentimos mucho mejor. Este es un truco fácil de aplicar ante situaciones de tristeza. Unas situaciones que pueden hacer que a veces pensemos que, bien, buscar filosofías orientales es adoptar una actitud trascendental, espiritual, que puede superar una depresión. Pero me gustaría hablar del método secular que se está probando en la Universidad de Emory. Es que es verdad, porque una de las cosas que dicen que ayuda mucho a superar la tristeza, yo creo que lo que ayuda es a vivir bien, son los estados de meditación, es decir, de introspección, el no tener miedo a mirar dentro de uno mismo. Y hemos visto a través de muchos estudios que se están haciendo, por ejemplo, con monjes tibetanos que tienen una capacidad extraordinaria para filtrar las emociones negativas y centrarse en las positivas.<br />
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Uno podría preguntar: ¿este tipo de enfrentamiento, de meditación, siempre tiene que tener un tono espiritual, trascendental? La respuesta es que no, no necesariamente. Me gusta reservar este espacio de misterio para las cosas que sabemos que no comprendemos, que nos vemos limitados en ese sentido; la tecnología todavía tiene mucho en lo que avanzar, hay muchas cosas que no entendemos, yo juego con ese espacio de misterio, a mí no me molesta, pero a quien le moleste pues este método secular que se está desarrollando en la Universidad de Emory, y que está hecho desde un punto de vista absolutamente secular, lo cierto es que consiguen resultados muy buenos en muy corto plazo, apenas seis semanas de un corto entrenamiento diario ayuda a que las personas superen episodios de tristeza, estén mucho más relajadas, sean menos agresivas, se sientan mejor, más dueños de sus emociones. Hay un momento de ilusión, ese momento de fantasía, de alegría en la infancia, tú sabes que es fundamental, hasta los siete u ocho años realmente formamos nuestra forma básica de relacionarnos con los demás, de sentir curiosidad y amor e interés por la vida y me estaba acordando justamente hablando de estas cifras de depresión que barajábamos hasta el momento, que los “pre-escolares” son el mercado creciente más grande que hay ahora mismo en el uso de antidepresivos en EEUU, y Europa siempre está un paso detrás de EEUU. Dicen que la tasa de crecimiento de depresión en los niños es de un 23%, a mí me parece una barbaridad. Lo que además se está procurando mucho en Europa también es que no sólo estamos medicando a los niños por depresión, los estamos medicando por muchísimas otras condiciones, que tal vez deberíamos hablar con otros medios cambiando el entorno y volviendo a la niñez a esta ilusión por la fantasía que yo creo era tradicional en la niñez y que creo que se ha perdido un poco con esta vida tan apresurada que nos obligamos a llevar.<br />
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Este artículo está basado en una entrevista en radio a la filósofa, periodista, mujer, madre, Elsa Punset.<br />
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Por la información que yo tengo, se calcula que una de cada seis personas sufrirá depresión a lo largo de su vida, una depresión que uno no escoge, que viene y se acaba. Y en este caso su manifestación es una tristeza sin un motivo alguno aparente, el desánimo más terrible. Desde luego, una de las cosas que nos están diciendo los expertos, por ejemplo, la Organización Mundial de la Salud, es que de aquí a unos años va a haber muchísima gente con depresión. Y hoy en día se calcula que ya estamos hablando de un 30% por ejemplo de la población entre mujeres que tienen depresión. Muchas mujeres tienen depresiones, es más prevalente en mujeres que en hombres. Y lo que es la depresión básicamente está descrita como una tristeza que dura más de dos semanas -fíjate que poco tiempo le damos a la tristeza o qué impacientes somos con la tristeza-. Pero la depresión realmente es una enfermedad y una enfermedad grave que hay que curar. Y uno de los problemas de la depresión es que muchas personas no piden ayuda. Se calcula como que en torno al 80% de las personas que sufre depresión no están pidiendo ayuda y la depresión realmente hay que cuidarla y que probablemente meditar si se tiene una depresión y además hay que hacer una terapia. Por suerte a veces sólo sufrimos continuos estados de apatía, ataques de ansiedad y de melancolía, bajones anímicos que se acercan a la depresión pero nunca traspasa el umbral en ese momento. <br />
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No se puede permanecer siempre en un estado emocional único pues las emociones están hechas para fluctuar como la aguja de una brújula, la felicidad es una emoción y sus resortes saltan cuando se produce una situación concreta. Las enfermedades sobrevienen cuando la razón está obnubilada por las emociones pero también a la inversa, cuando las emociones están hipotecadas a la razón. La dopamina tiene mucha relación con el placer, en el cuidado de las emociones es donde está la felicidad, lo sabemos ahora, la razón sin emociones es tan perjudicial como la emoción sin razón. <br />
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Y lo curioso también en la depresión es que está relacionado en sus síntomas con la causa del estrés, es decir, que se da una dualidad entre un estado de ánimo bajo y otro ansioso o producto del estrés. Y se piensa que el descanso, la tranquilidad y el sosiego parecen ser más creativos, porque nos mostramos en nuestra serenidad, mientras que la depresión es una enfermedad, pues se produce una mezcla o conflicto de emociones, de amor y de odio simultáneamente. Esto es lo que debemos tener en cuenta, esa mezcla de emociones, ese conflicto, para poder detectarla o detenerla si empieza a presentar algún síntoma. <br />
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Teóricamente somos el ser racional por definición, sin embargo somos la especie más emocional. Los síntomas de la depresión son la tristeza, el insomnio, la dificultad para concentrarse, pocas ganas de hacer las cosas, las ideas suicidas. La depresión es un trastorno bioquímico y el Prozac -la serotonina- es el fármaco más popular para prevenir la depresión y otros estados relacionados con la afectividad de ese neurotranmisor, la interacción entre genes y entorno es lo que configura a los seres humanos. Y hay personas que han sufrido de estrés, aunque de forma moderada y esa patología misma la ha llevado a tener los síntomas de la depresión, aunque puede no llegar a tener necesidad de medicación, aunque sí de ayuda psicológica, por eso se puede no sufrir depresión, aunque sí estados emocionales muy cercanos a ella. <br />
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Se debe proponer reforzar factores como la emoción, la atención al detalle, el disfrute de la búsqueda, de la expectativa y las relaciones personales. Se debe minimizar el aprendizaje inútil, el pensamiento acrítico grupal, los procesos automatizados, el miedo y las cargas heredadas, como el estrés imaginado. En este artículo me he fijado en la población de las mujeres, un 30%, y luego también en los niños, como otro sector que aparece en un futuro inminente más implicado por la afectación de esta enfermedad. Pero vemos que hay otras edades de riesgos y colectivos afectados. Y por ejemplo el caso de la princesa Masako, una mujer con tantos estudios y tan inteligente, nos lleva a concluir que decididamente influye el entorno social en el que nos movemos. Nuestra conducta no está determinada indefectiblemente por nuestra condición genética, nuestro entorno influye en nuestra íntima biología y en el genoma humano. Y también quiero recalcar lo que se dice acerca de los estudios realizados en la universidad de Emory, sobre técnicas de meditación, porque a mí esto precisamente me ha ayudado mucho en mi vida, mantener siempre un diálogo conmigo misma, al principio también me apartó de los demás, me hizo ser un ser solitario, pero a la larga me he alegrado mucho de no haber perdido la coherencia conmigo misma y con mi interior. Y luego está esa actitud propia de la ilusión y de la fantasía de los niños, esa actitud si la tomamos como modelo y ejemplo constituye un estado óptimo para defendernos contra la depresión, activar nuestra fantasía con toda clase de historias, y de hechos reales o míticos, pero que nos digan algo que nos interese. Y no hacer demasiado caso a la sociedad, a la sociedad no le interesamos para nada, sólo le interesa que consumamos, ser nosotros mismos, y mantener la comunicación o las relaciones personales en lo posible, esto sí es importante. <br />
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Esto me ha escrito una amiga: "Hola, amiga bonita, este artículo me ha fascinado muchísimo. En la más profunda de mis tristezas siempre recurro a la pluma, a través de ella, se escapan penas, dolores, lagrimas y reviven alegrías. Recuerdos vivos, muertos y heridos. Y una vez más me siento tranquila y a veces feliz my feliz. Claro que no solo por ella escribo. Los niños me parece tremendo, pero aparte de la sensibilidad extraordinaria de varios ángeles, es el medio, el trato que se les da, la compañía, pues dan amor todo el tiempo y por ende, sino se les da, se sienten solos, tristes y lloran reclamando amor. Sienten que el mundo se ha acabado y hasta quieren morirse. La princesa, su llanto y su tristeza eterna, me hace recordar una persona que conozco, ella tiene tres niñas y no tuvo niños, hoy está a punto de desbaratarse su matrimonio porque no tuvo hijos varones. ¿Qué más da? Si es el hombre quien determina el sexo o me equivoco. Cuídate mucho mi amiga linda." <br />
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Somos lo que nos hacen los demás, esto es muy importante saberlo. No sabemos llevar muy bien el abandono y la humillación así que al parecer la combinación de ambas cosas es un desencadenante de estrés que efectivamente conduce a la depresión. La enorme importancia de la infancia, esos primeros seis o siete años de la infancia en los que aprendemos a querer a los demás, es decir, cómo nos quieren a nosotros en la infancia así nos vamos a comportar nosotros con los demás. Y sabemos que los niños que han sido maltratados suelen ser maltratadores. Ahí los adultos podemos hacer mucho con los hijos para parar esta espiral de violencia. <br />
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Otro buen ejemplo es expresar nuestra aprobación por un acto cariñoso y detallista del niño. Así ayudamos al niño a sentirse bien cuando se comporta con deferencia hacia los demás y a comprender que sus actos -en este caso, sus actos positivos- tienen un impacto indudable en la vida de los demás. Crear lazos entre las familias y la comunidad a través de actos desinteresados de cariño hacia los demás es muy importante para nuestros hijos. Una autoestima saludable no implica que el niño se crea invencible o perfecto, sino que confía en sus capacidades para salir adelante. Si los demás lo hemos aceptado con naturalidad, sin condiciones pero sin pretensiones, él aprenderá a confiar en sí mismo y a respetar sus capacidades. "Debes ser quien eres -dijo la duquesa a Alicia en el país de las maravillas- o, si quieres que lo exprese de forma más sencilla, nunca trates de ser lo que tal vez hubieras debido ser, o lo que pudieras haber sido, sino aquello que deberías hacer sido". Lewis Carrol. <br />
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No sabemos, por ejemplo, una emoción como el desprecio, el impacto tremendo que puede causar en el ser humano, se le está echando de la cueva, se le está diciendo claramente que se debe enfrentar con la muerte. Todas estas emociones son muy importantes y hay que saber cuidarlas, porque la causa de abandono es principal motivo de una depresión, esto es así. Si queremos evitar dañar nuestra relación afectiva y lastrar la confianza y autoestima del otro, hay que procurar no caer en las actitudes que implican desprecio. Aprender a amar y a ser amado de forma incondicional es una de las herramientas más poderosas que existen de transformación personal y de reconciliación de una persona consigo misma. Y esto sería un buen mecanismo o antídoto contra la depresión. Aprender a amar sin instrumentalizar a los demás, o sin condiciones. Pero hoy día el mundo nos enseña todo lo contrario, desde pequeños apredemos a amar con condiciones. <br />
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El amor se ha convertido en moneda de trueque y se crean los patrones emocionales negativos, entre ellos los de dependencia y de dominación: seguridad y protección a cambio de cuidados emocionales. Los adultos renuncian así a relaciones entre iguales, sin condiciones, que les permitan crecer y fortalecerse, apoyando a la pareja, pero centrados en su propia individualidad. Se desarrollará el mecanismo del amor condicional, que se repetirá en el entorno social para obligarnos a aceptar ciertas normas y requisitos sociales. Como explica Susana Tamaro por boca de uno de sus personajes, "...es la extorsión terrible de la educación, a la que es casi imposible sustraerse: ningún niño puede vivir sin amor. Por eso aceptamos el modelo que se nos impone, incluso si lo encontramos injusto. El efecto de ese mecanismo no desaparece con la edad adulta". <br />
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Recibo otra carta de otra amiga: "No sé que decirte. Pero te doy las gracias por contribuir con tu artículo a que se conozca que es realmente la depresión. Cualquiera está expuesto a padecer la enfermedad, probablemente ayudado por un componente genético. Me gustaría contribuir algo más a aclarar lo que supone. He observado que el enfermo depresivo raramente se puede autodiagnosticar. Siempre piensa que tiene otras enfermedades de las llamadas orgánicas o simplemente piensa que su sufrimiento es una consecuencia de "su manera de ser" y que eso es inmutable. Yo actualmente estoy siguiendo una terapia que se basa en parte el la técnica del Mindfullness, conocida aquí como de conciencia plena y esta técnica se basa a su vez en conceptos de la meditación oriental. Y creo que a pesar de los baches me está dando resultado. Entre las causas ambientales que facilitan que una persona predispuesta genéticamente desarrolle la enfermedad, desde luego está el estrés (que cada vez aumenta más) y la presión social (el caso de la princesa Masako), pero también la nula o escasa educación emocional recibida, la falta de comportamientos afectuosos por parte de los progenitores. Sigo en mi lucha y agradezco mucho todos los apoyos posibles para todos los que sufren en sí mismos o en sus seres queridos esta enfermedad destructiva. La depresión profunda tiene un índice elevado de muerte por suicidio. Actualmente he superado este estadio, pero reconozco haber estado en peligro. Me resulta muy difícil escribir estas palabras porque es un estado muy difícil de entender por quien no lo ha padecido. Probablemente todos hemos conocido personas que un día decidieron quitarse la vida y nunca entendimos el porqué. La respuesta es simple, estaban enfermas, lo suficientemente enfermas para ser incapaces de pedir ayuda. Las depresiones en muchas ocasiones pasan desapercibidas para el entorno del enfermo, porque éste es incapaz de pedir ayuda y esta incapacidad es otro de los síntomas de la enfermedad. Muchos besos."<br />
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Otra amiga también me escribe lo siguiente: "La depresión es una enfermedad que puede atacar a cualquiera, sea cual sea su condición social, su nivel educativo, su poder adquisitivo, etc...Yo más bien separaría a las personas con tendencia a la depresión o depresión clara, de aquellas que no la sufren o no la sufrirán, por la fortaleza de su mente. Creo que alguien más débil mentalmente, más dependiente de factores exógenos es más proclive a caer en una depresión. Tampoco creo en los antidepresivos. Realmente, sólo son estupefacientes. No curan, sólo anulan a la persona, para que no se dé cuenta que está deprimida, que tiene un problema. Yo no soy médico, pero si me los recetasen, me negaría a tomarlos. Me gusta estar consciente, y controlar todas las situaciones. Mi abuela paterna está ahora, a sus 80 años con depresión, y los medicamentos que le dan la tienen totalmente aturdida, tiene la mirada rara, y casi ni habla, cuando era una mujer vivaz y habladora. A mí se me cae el alma a los pies al verla tan idiotizada, en ese estado de permanente estupor, y no creo que le estén haciendo ningún bien. Al contrario, le provocan vértigo y tremendas migrañas. Si de mí dependiera, le quitaba la medicación ahora mismo. ¿La cura? Supongo que tiene que provenir de la propia mente de la persona, de su fortaleza y sus ganas de vivir. Tenemos que encontrar motivos para vivir, para seguir adelante, tener sueños, tener ilusiones. Ésa es para mí la única y verdadera cura. Un abrazo."<br />
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Otra amiga me escribe contándome su historia: "Para mí lo realmente decisivo, fue, cuando yo he tenido etapas decisivas de momentos depresivos, el cambio del entorno o el cambio de aires. En un principio me trasladé de la ciudad a un pueblo, donde estuve un año, al principio fue muy bueno por el cambio de aires, pero luego lo que pasó es que me encerré más, al ser un pueblo pequeño. Hasta que no me fui a otra ciudad, en mi caso una ciudad marítima, con bastante libertad y abierta a las modernas costumbres, pues no me sentí bien, y me sirvió para avanzar algo en mi vida, pero con todo dentro de mí también quedaba ese desfase emocional que yo había vivido, y esto me costó superarlo, pero al fin lo conseguí creo yo abriéndome a nuevos amigos y no quedándome en un círculo cerrado o en una relación por ejemplo que me podía estar destruyendo". <br />
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Y claro hay ese algo de razón en decir que la ilusión no se puede perder, es como un motor decisivo que nos insufla vida. Me gustaría aportar algún otro dato más, que me ha quedado: En España la organización mundial de la salud -OMS- dice que hay tres millones de personas deprimidas y que a éstas sólo le superan las dolencias cardiovasculares, la depresión es una causa de la pérdida de años de vida saludable, conduce al suicidio en sus límites y está en la causa determinante también de las hormonas del estrés. ¿Dónde acaba la tristeza y empieza la depresión?, ¿el amor conduce a la depresión o es un proceso contrario? La gente desesperada y que centra todas sus esperanzas en una relación amorosa es muy vulnerable. (Esto es otra de las causas, sobre todo en mujeres). Hoy personas sin trabajo sufren estrés que origina cortisona -hormona- que daña la estructura cerebral. La nicotina también como adictivo es causa de agresión, genera malos hábitos, el tabaco perjudica seriamente el aprendizaje y la memoria. Nuestra conducta no está determinada indefectiblemente por nuestra condición genética, nuestro entorno influye en nuestra íntima biología y en el genoma humano. El Prozac -la serotonina- es el fármaco más popular para prevenir la depresión y otros estados relacionados con la afectividad de ese neurotranmisor, la interacción entre genes y entorno es lo que configura a los seres humanos. Los síntomas de la depresión son la tristeza, el insomnio, la dificultad para concentrarse, pocas ganas de hacer las cosas, las ideas suicidas. <br />
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Otra amiga me ha escrito: "Parece que soy una débil mental que a causa de los antidepresivos sigue viviendo. Antes de tomarlos era una especie de vegetal, tumbado en la cama todo el día sin descansar porque apenas dormía, sin comer, apenas sin hablar. Mi familia sufría muchísimo por mi y yo estaba convencida de que el mejor que podía hacerles, dada mi debilidad mental era quitarme la vida para que pudiesen ser felices. Pero no me lo permitieron, me llevaron a un especialista que me diagnosticó una depresión y me recetó antidepresivos y tranquilizantes. Yo no he tomado nunca prozac, que es un medicamento muy antiguo y con muchos efectos secundarios. En los últimos años se han desarrollado otro tipo de antidepresivos que tienen menos efectos secundarios aunque los tienen. A mi me gustaría no tomar nada, igual que a mi madre, que es diabética le gustaría no tener que inyectarse insulina. Así que como débil mental y drogadicta seguiré luchando por ser yo misma."<br />
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No se puede hablar de debilidad mental, la mente es un misterio, yo conozco mucha gente con un gran poder mental y, sin embargo, tiene precisamente, por eso, un problema mental, porque utiliza demasiado la mente y tiene problemas en sus emociones. Y si he traído aquí el ejemplo de la princesa Masako pues es precisamente por eso, para que veamos que personas que son muy formadas e inteligentes también padecen esta enfermedad, por tanto, no creo que de las palabras de nadie se pueda interpretar que estamos ante una debilidad mental, al menos en el sentido peyorativo, de deficiencia. La razón sin emociones es tan perjudicial como la emoción sin razón. Las enfermedades sobrevienen cuando la razón está obnubilada por las emociones pero también a la inversa, cuando las emociones están hipotecadas a la razón. Decíamos que en las mujeres el problema es la depresión. A las mujeres se las anima a no manifestarse. La agresividad es más propia del hombre sin embargo la depresión lo es de la mujer, pero quizas esto también esconde un problema de socialización. Por tanto no es así, no se trata de una deficiencia mental, mejor interpretarlo como que es necesario la terapia, es necesario la medicación, y hemos hablado también que es necesario tener un buen entorno social. Esto, por ejemplo, para mí ahora se ha convertido en un problema vital, cambiar mi entorno social para encontrarme mejor en mi vida de aquí en un futuro, sé que si lo consigo yo también voy a evitarme caer en una depresión de aquí a unos años, a la que voy abocada dado que el entorno actual social que me rodea, no es que sea lo peor pero no es suficiente para mí. Aun cuando pueda estar rodeada de mucha cultura por ejemplo, pero no es suficiente, por el entorno que tengo. Quiero también decir y no me pasa desapercibido, que es muy importante el apoyo familiar, de los padres, de la madre en especial, es muy importante tener el apoyo familiar, y la ayuda de los padres, porque si tenemos esto tenemos casi más del 50% ganado de posibilidades de superar la enfermedad. <br />
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El tiempo es emoción. La existencia sólo es soportable en el equilibrio entre la vida y el tiempo. Las situaciones límite derivan de la exasperación de este dualismo. El hastío, esto es el abundante crecimiento del tiempo, su infinita multiplicación frente a la escasez de lo inmediato. Pues busca en lo inmediato lo que únicamente puede encontrarse en lo trascendente. Estas son palabras del filósofo Cioran que os expongo: "El hastío o la desesperación equivale a estar presos en el tiempo inexpresivo, emancipado de la vida, que incluso la evacua para crear una siniestra autonomía. ¿Y qué más nos queda entonces? El vacío del hombre y el vacío del tiempo".Ishtar Sylphidehttp://www.blogger.com/profile/16471709373863665717noreply@blogger.com0