miércoles, 26 de enero de 2011

el mundo pulsa como una bomba

El mundo pulsa como una bomba pero en los precipicios del arco de su brazo ni la muerte ni el caos nos amenaza. Mientras que el único modo de constituirse el sujeto en el imaginario cultural, es decir, a través de la pérdida del paraíso, expulsión o exclusión traumatizante, conflicto de edipo, etc, no es que sean del todo falsos pero son los únicos modos que sobrevienen como ritos de entrada del sujeto en el mundo mayor al concebir el advenimiento también del lenguaje y la instancia de un tercero, que podeos llamar Padre, Ley, Nombre-del Padre. Ello permitiría la entrada del sujeto-niño en lo simbólico y el acceso al lenguaje. En esto no participa la madre que siempre ha sido relegada y separada del niño cuando si lo pensamos él ya está separado de la madre por el mecanismo natural de la placenta. Traigo esto a colación para percatarnos de la ceguera en que siempre hemos vivido muchas mujeres, que no hemos podido saber como ser nosotras mismas separadas de nuestros hijos, aunque este no es mi caso personal.

Entre otras cosas hoy está el sujeto sobrevalorado y esto tambien ha perjudicado a un entendimiento mejor de lo que somos. Es necesario por tanto crear nuevos valores que unan a la mujer a ella misma, que no sean necesariamente los de su matenridad sino de su relación con otras mujeres y del intercambio de objetos entre ellas para su valoración sin quiebra de fusión, sin mitos de edipo con sus hijos. Y por otro lado es necesario que el sujeto se revalorice de otro modo, con otra expresión. Se mide el valor del individuo por la suma de sus desacuerdos, por su incapacidad para ser indiferente, por su negativa a ser el objeto, y de aquí la descalificación del bien, de aquí la boga del mal. Y esto en realidad causa un perjuicio a la verdad, pues el “sujeto” existe pero en muchos casos es una “ficción” de él que se debe a que recuerda de él su biografía, pero lo único que realmente existe es la “impresion” primaria de sentir, y eso está antes que el sujeto. Por tanto, tendríamos que hacer una redefinición de lo que es el sujeto. La filosofía moderna, instaurando la superstición del yo, ha hecho de ella el resorte de nuestros dramas y el pivote de nuestras inquietudes, añorar el reposo en la indistinción, el sueño neutro de la existencia sin cualidades, todo “yo” es ruptura con la quietud de la unidad. Quien se ataree en atenuar tu soledad o tus desgarramientos va contra tus intereses y tu vocación. Eso es lo que se dice, se debe pensar, estaría en boga, pero no es así, si lo piensas, no es así. Propongo que cambiemos la idea del sujeto que tenemos y hablemos de otra forma de yo en que puede implicar una relación más amplia de cosas sin este verse discriminado o relegado de ellas. El sujeto no es lo importante. Si no cambiamos esta forma de pensar nos veremos abocado a un mundo donde las almas son inabarcables en sí. Donde ya no cabemos pues todos no podemos realizarnos de la misma manera, eso esta claro.

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